Corazón de teatro, alma de cine
Con cinco décadas de vida, la actriz mexicana Lumi Cavazos siente que su existencia está hecha para brillar en los escenarios; la protagonista de Casi Transilvania repasa su trayectoria y cuenta, por ejemplo, como estuvo a punto de trabajar en Roma, de Cuarón
Hidalgo NeiraAcosada por el viento de primavera que anuncia lluvia en días de contingencia ambiental, Lumi Cavazos cruza la avenida Monterrey, en la colonia Roma, luchando por controlar un paraguas, vencido por las inclemencias del aire.
Una vez resguardada del clima en un pequeño café, la actriz sin necesidad de un enchinador de pestañas, se muestra diestra con el truco de la cuchara para lucir sus ojos verdes, su tez morena y su cabello castaño, que la caracterizan.
“Háblame de tú”, indica ante la cámara y micrófono de Reporte Índigo, antes de comenzar la entrevista. Cavazos se muestra sin filtro y menciona que después de nacer en Monterrey, crecer en Guadalajara y estudiar en la capital, su corazón y hogar siempre han estado en la Ciudad de México, aunque actualmente vive en Morelos.
“Cuando llegué a la Ciudad de México, pues aquí me formé, en la UNAM, después de ir a Los Ángeles un tiempo, siete años, regresé porque me di cuenta que quería vivir acá, y hablar en español y hacer teatro”, cuenta la artista.
“Me encanta estar en el escenario, quiero seguir haciendo teatro, que no pase tanto tiempo entre una obra y otra, también quiero seguir haciendo cine, pero definitivamente no abandonar el escenario”, agrega.
Actualmente, Cavazos comparte crédito junto a Sophie Alexander, Martha Mega y Tomás Rojas, en la puesta en escena Casi Transilvania, escrita y dirigida por Bárbara Colio, presentándose en La Teatrería, los fines de semana.
Un accidente llamado actuación
Dedicarse al teatro y a la interpretación escénica no fueron una prioridad al inicio de la vida artística de Cavazos, ya que ella tenía la mira en otro oficio paralelo, la música, que era su gusto personal que quería convertir en profesión.
“Fue un descubrimiento bastante accidental, cuando terminé la secundaria en Guadalajara, quería estudiar música, quería llegar a tocar el chelo, de hecho ingresé en la Universidad de Guadalajara en la escuela de música los sábados, para empezar a aprender solfeo”, recuerda.
Su meta era avanzar en lecciones de lectura de partituras, mientras estudiaba la preparatoria, pero una amiga la llevó a un ensayo de teatro, ahí, la actuación le llegó de inmediato, porque recibió el ofrecimiento de un papel, incluso llegó a convivir con Rita Guerrero, quien posteriormente migraría a la capital para cantar en Santa Sabina.
“Era una obra para niños que se llamaba El generalito, de Jorge Díaz, y que básicamente hablaba de un dictador y lo ridiculizaban (…) La leí y me gustó, estaba muy nerviosa, empezó el proceso de ensayos y yo no sabía de que iba, pero poco a poco algo pasó que me di cuenta que era como muy natural para mi”, comenta.
“Descubrí en el teatro una válvula de escape a la expresión, a la creatividad, a inventar ser otra y a jugar. Era muy lúdico, era un grupo de teatro amateur, en donde pude explorar”, añade.
Regresar a la raíz
Aunque las oportunidades seguían llegando para Cavazos en Estados Unidos, en 2002, prefirió regresar a México y fincarse nuevamente en el país. Durante este periodo iba y venía para hacer distintos proyectos actorales, pero nuevamente el teatro tocó a su puerta.
“Durante ese tiempo que estuve viviendo allá, venía por lo menos una vez al año a trabajar acá, vine a hacer varias películas (…), pero llegó un momento en el que sentí la necesidad profundísima de estar en el escenario y curiosamente coincidió con una venida a México donde me ofrecieron una obra de teatro en la UNAM”.
Directo al estrellato
Cuando tomó el gusto por la actuación, Cavazos vio que el siguiente paso era venir a la Ciudad de México para instruirse en el Centro Universitario de Teatro (CUT) de la UNAM, así que terminó el bachillerato para migrar a la capital del país y seguir el camino escénico.
“Me vine a estudiar al CUT y me tocó una muy buena generación con buenos maestros y me salí un poco antes de terminar la carrera porque me quedé en Como agua para chocolate, y de ahí cambió todo porque se me abrieron otras puertas hacia el cine y quise explorarlo”, explica.
De la experiencia con Alfonso Arau, en 1992, nunca pensó la ventana de éxito que sería el estelarizar la película que dio vuelta al mundo y ganó en múltiples festivales internacionales, la fama llegó de inmediato y era imposible frenar a los cinéfilos que la llamaban en la vía pública Tita, el nombre de la mujer que personifica en la ficción creada por Laura Esquivel.
“Pasaban 10 años y la gente todavía me veía y me decía ‘¡Tita!’ y yo de ‘¡no soy Tita!’, me costó un poco de trabajo esa parte, pero a la vez fue un gran regalo que me abrió las puertas en otros países y me dio la oportunidad de hacer cine en Los Ángeles, que no es nada fácil”, subraya.
En 1996, un joven tejano desconocido aspiraba a hacer cine, por lo que obtuvo el financiamiento de cinco millones de dólares para su ópera prima, así fue como Wes Anderson filmó Bottle rocket, en la que Cavazos tuvo el rol de Inez, mujer de origen centroamericano.
“En ese momento Luke y Owen Wilson eran muy novatos, me acuerdo que Luke se ponía nervioso conmigo, para él yo ya era una actriz de carrera larga, y yo así de ‘no, nada que ver’ (…) Me gustó mucho el personaje, porque tenía como su twist, y bueno era la chica de la película, fue muy lindo hacer ese proyecto”, platica.
El deseo Cuarón
Cavazos revela que estuvo en el casting de Roma (2018) en donde hubiera podido interpretar el rol de la señora Sofía, que obtuvo Marina de Tavira, pero debido a la secrecía manejada por el equipo de Cuarón, no se enteró hasta el final del proceso de audición, la actriz expresa que sin dudarlo aceptaría un papel en una película del cineasta mexicano.
“Estaba un poco grande para el papel, de la esposa, y el otro rol, nada que ver,, pero fue muy emocionante, fue todo un misterio ese proceso, pero sí, obviamente, me encantaría trabajar con él”.