En el año 2020 las calles de la Ciudad de México quedaron vacías. La soledad y la incertidumbre se apoderaron de la humanidad cuando se anunció que el virus causante del COVID-19 había llegado a México. Una imagen que quedará grabada en los mexicanos y que será testigo del paso de la enfermedad en uno de los momentos más críticos del confinamiento.
El fotógrafo Santiago Arau capturó parte de estos escenarios aún sin saber con exactitud sobre qué le depararía a la sociedad, pues él se encontraba en un trabajo de documentación de la Ciudad de México: el metro, la marcha del 8M, el Vive Latino y eventos deportivos; así como en la presentación de su primera exposición individual en el Museo de San Ildefonso.
Todo este material se reúne en 2020: Crónica de una pandemia, exposición fotográfica por Santiago Arau, que presenta el Museo Interactivo de Economía, en ella se pueden apreciar poco más de 80 imágenes que dan cuenta de este relato citadino.
“2020 es un año que vamos a recordar durante mucho tiempo, creo al principio no la veía venir, escuchaba la noticia del coronavirus a lo lejos, y como otras noticias, creo no le di mucha importancia, después se fue acercando y aparece un personaje aquí en México, Gatell, que nadie conocía y te dice ‘quédate en casa’ y de un día para otro, lo impensable: la CDMX se frenó”, comenta Arau a Reporte Índigo.
Trabajar ante el miedo
El fotógrafo comparte que esos primeros momentos fueron de inseguridad para su trabajo, porque tenía que salir a documentar, pero con el temor de llegar a contagiarse. Además, pudo presenciar imágenes inéditas de una ciudad en pausa, con locales y museos cerrados. La vida detenida ante el miedo y la duda.
Otra de sus primeras sensaciones más sorpresivas fue des- cubrir las calles sin transeúntes ni coches. Así como de una ambivalencia, primero de una angustia y una incertidumbre económica, social y de salud pero, por otro lado, la reflexión sobre qué estaba haciendo la humanidad para haber llegado hasta el punto del confinamiento.
“En ese momento me picaba la garganta, tenía síntomas tal vez de hipocondría, que en realidad en esos primeros meses no sabíamos cómo nos iba a atacar y desarrollar el coronavirus.
Realizar este trabajo y sentir a México detenido, era un sentimiento extraño, no escuchar ruido, hacer traslados de Santa Fe al centro de México en 25 minutos”, indica.
La mirada de Arau fue más allá pues, así como retrató estas postales de un México sin gente, también fue con aquellos que no se podían dar el lujo de parar o, incluso, los “sin hogar”, que viven en la basura.
“Entrevisto a estas personas, la respuesta es la misma ‘hay que chingarle, hay que estar detrás de la chuleta’, me dicen, ‘si me detengo no como, no puedo pagar mis cuentas’. Ese trabajo me lleva a distintos lugares, de cómo en la Ciudad se puede vivir de una manera muy cómoda, pero también hay gente que vive en la basura, la mayoría sabe eso, pero tal vez con el coronavirus se acentuó”, comparte.
Al ya tener plasmado sobre qué quería retratar y su proceso creativo, Arau contactó a las autoridades del IMSS para ingresar a los hospitales y realizar un reconocimiento al personal de salud.
El fotógrafo estuvo varios días en el Centro Médico Nacional Siglo XXI . Confiesa que al inicio fue muy difícil, porque se trataba del epicentro del virus, persistía el miedo, las dudas, pero era necesario este registro y testimonio de toda la gente que se encontraba en la primera trinchera de la enfermedad salvando vidas.
“Fue muy impresionante vivir de cerca cómo tienes que entrar, lo cansado que es mental y físicamente estar en el hospital, cumplir con procesos de limpieza, llenar cartas, pasar varios filtros, cambiarte la ropa, ponerte unas cubiertas con lentes que ni puedes ver, cubrebocas, caretas, estar nueve horas sin poder ir al baño. Un lugar donde piensas que ya te contagiaste, ves qué te puede pasar si te contagias, los que mueren, personal de salud que falleció y, a pesar de eso, estar todos los días ahí”, relata.
Posteriormente se hizo muy cercano a ellos y pudo retratar sus rostros durante el transfer, que es cuando se cambian de ropa. En ellas y ellos se reflejaban caras de preocupación, sonrisas, miedo y ansiedad.
“La relación fue siempre de mucha amistad, compenetramos desde un inicio de una manera muy fuerte, porque creo que en esos días el personal de salud se sentía muy solo. Al principio guardamos cierta distancia, pero, al final, nos abrazábamos, dijimos estamos en esto, si me contagio te contagias; ves la necesidad del ser humano de estar en contacto”, abunda.
Realizar este proyecto mar- ca un antes y un después en la vida profesional y personal de Santiago Arau. Además, de ser el primero de realizarlo a largo plazo, porque tiene contemplado hacer un libro y un documental.
“El 2020 ha sido de mucha reflexión, en este momento no quiero olvidar, mi propia vida cambió. Tengo otros intereses, estoy preocupado por otras cosas, ya no solamente es la intención de poner una foto e irme, es crear narrativas y una historia a partir de un suceso. Este tiempo y el coronavirus me ha enseñado a trabajar para estar bien, aunque hay días que me canso y no puedo, pero hay que resistir, ¿ante qué?, no sé”, concluye Santiago Arau.