Las enanas blancas son esos residuos estelares que se producen cuando las estrellas mueren.
Las atmósferas que rodean a estas estrellas moribundas (restos de estrellas muy densas como el Sol) suelen estar contaminadas por otros elementos, como carbono, silicio y hierro, cuando básicamente deberían de estar compuestas de hidrógeno y helio puro.
Pero a la fecha, nadie había podido responder cuál es el origen de estos elementos.
“El origen exacto de los metales (en las atmósferas de las estrellas) ha sido un misterio, y las diferencias extremas en su abundancia entre las estrellas no se había podido explicar”, dijo en un comunicado Martin Barstow, profesor de la Universidad de Leicester y Presidente electo de la Royal Astronomical Society, en el Reino Unido.
Barstow encabezó una investigación cuyos resultados fueron publicados en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society de la Universidad de Oxford, que podría poner fin a este misterio espacial que tiene décadas de antigüedad.
“Se había creído que este material fue ‘levitado’ por la intensa radiación procedente de las capas más profundas de la estrella”, comentó Barstow.
Pero tras observar el espectro de 89 enanas blancas con atmósferas contaminadas a través de un telescopio orbital llamado Explorador Espectroscópico Ultravioleta Lejano (FUSE, en inglés), el equipo de Barstow encontró que muchas de las estrellas muestran signos de contaminación por material rocoso, que es el sobrante del sistema planetario.
El profesor de astrofísica y ciencia espacial explicó que “en aquellas estrellas con atmósferas contaminadas, la proporción de silicio-carbono corresponde a la observada en material rocoso, mucho más alta que la que se encuentra en las estrellas o gases interestelares”.
Y agregó que los hallazgos también revelan que alrededor de un tercio de todas estas estrellas que se encuentran en su etapa final de vida (enanas blancas calientes) se contaminan de esta forma, con restos con la misma forma que análogos a planetas rocosos menores”.
Esto implica que una proporción similar de estrellas como nuestro Sol forman sistemas que contienen planetas terrestres, destacó. “Este trabajo es una forma de arqueología celestial, en donde estamos estudiando las ‘ruinas’ de los planetas rocosos y/o sus componentes básicos, tras la desaparición de sus estrella principal”.
“El misterio sobre la composición de estas enanas blancas es un problema que se ha tratado de resolver desde hace más de 20 años”, apuntó Martin.
Por ende, “es emocionante saber que (estas estrellas) se están tragando los restos de sistemas planetarios, quizá como el nuestro, con la posibilidad de que una investigación más detallada nos pueda decir acerca de la composición de los planetas rocosos que orbitan otras estrellas”.
El estudio no descarta que el destino final de la Tierra, en los próximos miles de millones de años, acabe como un elemento contaminante, dentro de la atmósfera de la enana blanca remanente de nuestro Sol.