¿Alguna vez te has preguntado si tu trabajo es necesario para el mundo? ¿Llevas años sintiéndote que nada prospera en tu entorno profesional? ¿En la empresa que laboras desconocen tus logros y minimizan tu desempeño?
Lamentablemente nadie se detiene a ver estos problemas que son parte de una cotidianidad que le ocurren a miles de personas. La realidad es que hay muchos trabajos que son prescindibles y tal vez, el tuyo sea uno de ellos.
Al menos eso es lo que indica el antropólogo David Graeber en su libro Bullshit Jobs (Trabajos de mierda), en el que precisa que hay empleos de recursos humanos, a nivel gerencial medio o de administración, donde prácticamente los trabajadores sienten que su desempeño es innecesario.
México no está exento de esa situación, sobre todo porque domina un amplio mercado burocrático, godínez que en sus ratos libres prefieren estar en Facebook haciendo lo que se conoce como “horas nalga” y oficinistas que prefieren ir por un café para evitar sus labores, pero la problemática de fondo tiene que ver con su incentivo profesional.
La académica, miembro del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), reconoce las aportaciones de David Graeber y explica que además los trabajos cada vez se encargan de hacer menos a sus empleados, lo que afecta su psique y emocionalidad.
“¿Qué puede ser más humillante que decirte ‘no eres necesario’? Además, cuando tienes una propuesta interesante, inteligente, para que las cosas mejoren, no te escuchan, porque no eres una persona, ya te deshumanizaron”, agrega la antropóloga social.
Personas por números
Como indica la especialista, otra disyuntiva es que en México se fomenta la deshumanización del empleado y se minimizan sus resultados profesionales, haciendo a un lado sus ideas, porque sólo se espera que obedezca órdenes.
“Tratas de decir ‘oiga si hiciéramos el manejo del detergente de otra manera sería más fácil o se ahorraría usted un poco’ y ¿qué te contestan? ‘A usted no le corresponde pensar sino hacer’, ya estás deshumanizado desde el principio y eso es insatisfactorio como ser humano, muy denigrante como persona”, ejemplifica Patricia Torres.
Además de que las empresas observan a sus trabajadores como dispensables, los empleos también se vuelven desechables, evitando sobre todo el colaborar o armar grupos, ya que las compañías temen que los trabajadores se organicen y piensen en gestar sindicatos o cooperativas, además de que las desigualdades económicas al momento de indicar salarios, también son abismales.
“Para mí, crear colectivos de respeto es el camino. En la empresa Polaroid, la política de cultura estuvo muy de moda, de la calidad total, la idea de ‘todos nos ponemos la camiseta’ fue maravilloso (…) todo iba muy bien hasta que se marcaron los salarios. Si todos éramos responsables de la fábrica ¿por qué el jefe de contadores— que hacía lo mismo que yo— gana 25 veces más que el que le sigue?”, recuerda la antropóloga social.
Millennials: insurrectos a la normalidad laboral
Las nuevas generaciones parecen que no tienen un sentido de compromiso en lo profesional, que si una tarea les es complicada o un horario no les sitúa, prefieren aventar la toalla y cambiarse de empleo, para Torres, esto más que irresponsabilidad, es marcar y alzar la voz contra un inconformismo que nos aqueja a todos.
“Están rompiendo con los patrones de comportamiento que la gente mayor– en mi caso– quisiéramos que tuvieran cierta seguridad, no están pensando en la seguridad sino en su calidad de vida, a mí eso me impresiona mucho, me está costando trabajo aceptarlo pero lo estoy viendo cada vez como un rechazo a repetir lo que nosotros hicimos, a aceptar la humillación de ciertos empleos”, resalta Torres.
La experta social precisa que simplemente ahora existen mercados de trueque, emprendimiento para realizar microempresas y que a muchos sólo les interesa solventar sus necesidades básicas para tener libertad emocional.
“Son mucho más felices que los que estamos buscando cierto nivel de consumo. Menos estrés, menos enfermedades, no acumulan, no están preocupados por dónde guardar y no los veo infelices y es un modelito que en el sistema hegemónico se ve como fracaso. No se comprometen, no quieren trabajar. Lo que creo es que no quieren ser humillados por el sistema que humilla a la gente, no quieren jugar en ese juego de explotación y dominación que es el modelo en el que vivimos”, finaliza Torres Mejía.
Por una mejor cultura económica
Torres Mejía indica que es necesario cambiar la manera en cómo se desarrollan las dinámicas financieras para que haya una mejor equidad en los entornos de trabajo
>Reconocer que todos somos personas en igualdad de condiciones
>Afirmar que el capitalismo diferencia y discrimina la igualdad de condiciones
>Respetar el derecho a vivir y hacer a un lado el sistema económico
>Hay que bajar nuestras expectativas de confort y bienestar de manera realista