Duelo sin fin

Va poco más de una semana desde que desapareció el avión malasio que volaba a Pekín desde Kuala Lumpur, la capital de Malasia.

Terrorismo, secuestro, fallas eléctricas que derivaron en explosión, que si desintegró en el aire… son algunas de las teorías que no han hecho más que nublar la búsqueda del vuelo MH370 de Malaysia Airlines, operado por un avión Boeing 777-200, en el que viajaban 239 personas (227 pasajeros y 12 miembros de la tripulación) de distintas nacionalidades.

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Va poco más de una semana desde que desapareció el avión malasio que volaba a Pekín desde Kuala Lumpur, la capital de Malasia.

Terrorismo, secuestro, fallas eléctricas que derivaron en explosión, que si desintegró en el aire… son algunas de las teorías que no han hecho más que nublar la búsqueda del vuelo MH370 de Malaysia Airlines, operado por un avión Boeing 777-200, en el que viajaban 239 personas (227 pasajeros y 12 miembros de la tripulación) de distintas nacionalidades.

Esto, aunado a las especulaciones y  los análisis de investigaciones carentes de resultados que confirmen, con pruebas contundentes, qué ocurrió con el avión y la tripulación, solo alimenta la frustración, ansiedad e incertidumbre de los familiares y amigos de los viajeros. 

“Yi, por favor regresa, Yuanyuan te necesita”, expresó a CNN Huang Lu, amiga de la china Huang Yi, de 30 años, quien estaba a bordo del vuelo. Su hija, Yuanyuan, tiene cinco años. 

La misma angustia, mezclada con el sentimiento de tristeza, la desesperación y esperanza es lo que ocupa la mente de Danica, esposa del pasajero neozelandés Paul Weeks, a quien describe como “el esposo y padre más maravilloso. Es mi mejor amigo y mi alma gemela y ya no puedo esperar para verlo regresar, espero, espero”.

Poco antes de que Mao, un pintor, abordara el vuelo MH370 el pasado 2 de marzo, su esposa, Hu Xian, pudo hablar con él. Pero la espera en un hotel cercano al Aeropuerto Internacional de la Capital de Beijing se ha convertido en una pesadilla. “Nadie realmente nos actualiza”, precisó Hu Xian. 

Incluso los familiares de los pasajeros chinos –más de 150 personas de nacionalidad china viajaban entre los 239 pasajeros– han amenazado a las autoridades de Malasia con una huelga de hambre, en su intento por recibir mayor información respecto al paradero de sus seres queridos. 

“Respeta la vida. Regresen a mis familiares. Vamos a iniciar una huelga de hambre”, dijo en un video de The Guardian una mujer que ayer asistió a una reunión con los ejecutivos de Malaysia Airlines, en Beijing, en representación de los familiares de los desaparecidos. En el video se observa que los representativos de la aerolínea abandonan la sala. 

“Los malasios están contando los días pero nosotros los chinos estamos contando segundos”, afirmó enfadada. “Las familias están al punto del colapso. Hay muchas familias que van y vienen, otras ya se fueron. Los jóvenes lo pueden soportar. Pero los ancianos se han venido abajo”. 

Wen Wanchen, cuyo hijo de 34 años está entre los desaparecidos, dijo a la AFP que “ahora no tenemos nada de noticias, y todo el mundo está comprensiblemente preocupado. Los parientes dicen que irán a la embajada (de Malasia) para buscar al embajador. El embajador malasio se debería de presentar aquí. Pero no está. Los familiares están muy insatisfechos. Entonces los escuchas decir ‘huelga de hambre’”.

“Estoy enojado con Malaysia por no decir la verdad. Desde un inicio, han estado comprando tiempo, reteniendo los hechos y ahora están distorsionando la verdad”, dijo Wanchen a reporteros en el Hotel Lido de Beijing, donde se hospedan los familiares de los pasajeros. 

Una pérdida ambigua

Seguramente no hay día en el que los familiares y amigos de los pasajeros no se pregunten si sus seres queridos aún siguen con vida y si tendrán oportunidad de volverlos a ver. Nadie sabe nada. Y quizá este tipo de duelo, el que se sufre tras la desaparición de un ser querido, sea el más doloroso.

Pauline Boss, educadora e investigadora de la Universidad de Minnesota, denomina este duelo como una “pérdida ambigua”, un término que acuñó en los 70 cuando trabajaba con los parientes de pilotos reportados como “desaparecidos en acción” (MIA, por sus siglas en inglés) durante la Guerra de Vietnam.

La pérdida ambigua es la más difícil “porque no existe la posibilidad de cierre o resolución”, escribe Pauline Boss en The Guardian. 

Y explica que a diferencia de la muerte certera, en este tipo de pérdida, como la que atraviesan los parientes y amigos de los pasajeros del vuelo malasio, “no hay una verificación oficial, no hay funerales ni rituales de apoyo y no hay un fin”. 

Se experimenta lo que Boss llama un “dolor congelado”, es decir, que los familiares y los amigos de los desaparecidos “no pueden vivir su proceso de duelo porque se sienten desleales hacia la persona desaparecida si comienzan a comportarse como si ésta estuviera muerta”, precisa Pauline en The Daily Beast. 

Boss agregó que “una de las peores cosas que les puedes decir a las personas que tienen a un ser querido desaparecido es que está muerto, porque no sabemos”. 

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