La postura no solo tiene un impacto en la salud física, también puede marcar la diferencia en el estado de ánimo, produce cambios fisiológicos e influye en el comportamiento de una persona.
Se le considera un factor determinante en el éxito y desempeño a nivel profesional.
A simple vista se puede notar cuando una postura refleja poder y cuando no.
Simplemente, una persona con la espalda encorvada, la cabeza y el cuello inclinados, y que camina arrastrando los pies, proyecta menos seguridad y es menos atractiva que una que se desplaza a paso firme, con los hombros impulsados hacia atrás y la espalda recta.
En el 2010, un estudio de las universidades de Harvard y Columbia reveló que los participantes que durante dos minutos adoptaron las llamadas “poses de alto poder” –posiciones que expanden el cuerpo– experimentaron un aumento en el nivel de testosterona (hormona de la dominación) y una disminución de cortisol (hormona del estrés).
El experimento fue publicado en la revista científica Psychological Science.
Y es que solo necesitas unos cuantos minutos para hacer una pose de poder para prepararte antes de entrar a la entrevista del trabajo de tus sueños o antes de dar alguna presentación frente al público y/o de invitar a salir a la persona que te tiene loco (a).
Todo depende de la postura
Amy J.C. Cuddy, docente en la Escuela de Negocios de Harvard, demostró en otro estudio del 2012 que los estudiantes que adoptaron posturas de poder como parte de una serie de experimentos antes de someterse a una entrevista de trabajo –ficticia–, destacaron en la evaluación por encima de su contraparte.
Su desempeño fue mejor, pues se presentaron con mayor confianza en sí mismos y dieron discursos más entusiastas que los demás.
El problema es que “en los momentos antes de ser objeto de una evaluación social de primer orden (como una entrevista de trabajo), muchas personas se encogen en sus sillas y se encorvan mientras miran la pantalla de sus celulares, adoptando posturas no verbales que pueden hacer que se sientan aún más impotentes”, señaló Amy.
“Nuestros cuerpos cambian nuestras mentes, y nuestras mentes pueden cambiar nuestro comportamiento. Y nuestro comportamiento puede terminar en éxito”, enfatizó.
De hecho, Cuddy y Maarten Bos, investigador postdoctoral de la Escuela de Negocios de Harvard, publicaron en mayo de este año un estudio que demuestra que el uso de dispositivos de tamaño pequeño (como los celulares), que fuerzan al usuario a adoptar una postura encorvada, es contraproducente a la hora de hacer frente a situaciones que exigen “sacar la casta”.
Los participantes tardaban más en armarse de valor e interrumpir a una persona que los había hecho esperar, o simplemente no lo hacían.
Como concluyó Amy Cuddy en su plática de TED del 2012 “El lenguaje corporal moldea tu identidad”, las personas solo “necesitan sus cuerpos, privacidad y dos minutos, y eso puede cambiar significativamente los resultados de su vida”.
Plática de Amy Cuddy
en TED