La soledad te enfrenta contigo mismo. Es sencillo huir de ella, ya sea con audífonos, internet o incluso a través de otras personas que ni si quiera te agradan pero prefieres su compañía a estar solo.
Esto tiene una explicación: socialmente y culturalmente hemos aprendido que estar solo es algo negativo. Al ir a cualquier evento en solitario, se tiene que enfrentar el desconcierto o las miradas de lástima de los demás. No importa si se trata de ir al cine, a una boda, un evento o incluso a comer, el juicio público siempre aparece.
En su Ted Talk, ‘El poder de los introvertidos’, Susan Cain, hace una reflexión sobre el problema que implica ser introvertido en un mundo donde se prefiere a los extrovertidos, y la importancia de permitir al otro y a uno mismo estar solo. La autora del libro ‘Quiet: The Power of Introverts in a World That Can’t Stop Talking’ explica: “La soledad comúnmente es un ingrediente crucial para la creatividad”.
Figuras como Charles Darwin, Dr. Seuss y Steve Wosniak (quien inventó la primera computadora de Apple) no hubieran sido tan trascendentes en la historia de no haber tenido momentos de soledad en los cuales crear con libertad.
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Las personas introvertidas comunmente están cómodas sin compañía, y frecuentemente necesitan esos espacios para sentirse bien. Según la escritora, de un tercio a la mitad de la población mundial son introvertidos.
¿Cuándo y por qué estar solo comenzó a ser algo negativo socialmente? Los grandes pensadores y filósofos tomaban largas caminatas o viajes en solitario, como lo ejemplifican figuras religiosas más importantes: Buda, Jesús, Moisés, Mahoma, para luego regresar a su comunidad con revelaciones y epifanías.
El humano es un ser sociable por naturaleza, necesita de los demás para sobrevivir, sin embargo, la soledad tiene sus beneficios. Según un estudio que realizó Harvard, la soledad es fundamental para afianzar memorias y permitir que sean duraderas y precisas. Estar solo también fortalece el carácter y la identidad según el libro Alone Together.
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Otro estudio de Adam Waytz, postula que a través de la soledad se mejoran las habilidades para socializar y ser capaces de formar lazos más saludables y estables con otras personas.
Las nuevas tecnologías han permitido un nuevo estado: no estar acompañado físicamente pero sí conectado a través de algún dispositivo digital. Esto comúnmente alivia la urgencia de no ser juzgados, al parecer que no estamos del todo solos.
Demasiada soledad puede tener efectos negativos como la depresión, sin embargo, en dosis sanas no tendría por qué ser motivo de prejuicios.