El equilibrio entre drama y comedia

Tras una admirable cosecha de premios en prestigiados festivales alrededor del mundo, como el “FIPRESCI” de Toronto, el Especial del Jurado en el “Festival de Gijón”, el de Mejor Película Latinoamericana en el “Festival de Mar de Plata”, y el del “Festival de La Habana” en su sección oficial Óperas Primas a Concurso, el debut de la cineasta mexicana Claudia Sainte-Luce a inicios de abril, no podría ser de mejor augurio.

Tras una admirable cosecha de premios en prestigiados festivales alrededor del mundo, como el “FIPRESCI” de Toronto, el Especial del Jurado en el “Festival de Gijón”, el de Mejor Película Latinoamericana en el “Festival de Mar de Plata”, y el del “Festival de La Habana” en su sección oficial Óperas Primas a Concurso, el debut de la cineasta mexicana Claudia Sainte-Luce a inicios de abril, no podría ser de mejor augurio.

Después de todo, “Los insólitos peces gato” es una película doméstica y modesta, que más que los reflectores externos está conquistando un sitio entre el público mexicano, si tomamos en consideración que ya cumplió su tercera semana en la cartelera nacional, luego de haber debutado discretamente el pasado 4 de abril con 40 copias solamente.

Bajo esta luz, el éxito se duplica considerando igualmente la poca popularidad que podría tener su tema: la muerte, así como las complejas o dolorosas formas de aceptarla.

Ximena Ayala, ganadora del Ariel a la Mejor Actriz en 2001 (“Perfume de violetas”) interpreta a Claudia, una joven callada y meditabunda, que sobrevive en el anonimato de una gran ciudad (fue filmada en Guadalajara), como promotora de salchichas en un supermercado. 

En completa soledad, ella termina en la sala de urgencias de un hospital público para ser tratada de apendicitis. 

En la cama junto a la suya conoce a Martha (Lisa Owen estupenda, irreconocible), una mujer que es atendida por sus jóvenes hijos.

En medio de sus mutuos dolores, estas dos mujeres aprenderán a reconocerse, pero sobre todo, a apoyarse mientras aprenden a enfrentar el dolor más profundo de todos.

Con una propuesta tan sincera como personal, Sainte-Luce entra al cine y abre y brecha a partir de esta historia en apariencia pequeña pero, sin lugar a dudas, profunda por todo aquello que le dice al espectador sobre las realidades dolorosas y bellas, al mismo tiempo, de la vida.

Y la cineasta lo logra, no solo porque se trata de su propia historia (escrita por ella misma) y la historia de quienes, aún ahora, siguen siendo su familia; sino porque sabe qué hacer con las técnicas del cine, especialmente en lo referente a la actuación de actores y la dirección de fotografía.

Para lo primero, Sainte-Luce se apoya en dos actrices estupendas y plenamente formadas en la experiencia, como lo son Ayala y Owen. 

Ambas, en los mejores papeles de sus respectivas trayectorias, al menos hasta el momento presente.

Pero quizá igual o mejor resulta el resto del elenco, integrado por jóvenes y hasta ahora prácticamente desconocidos talentos, como lo son Sonia Franco, Andrea Baeza, Alejandro Ramírez Muñoz y, especialmente, Wendy Guillén, quien siendo parte de la historia original, se interpreta a sí misma con profesionalismo y, al mismo tiempo, con sorprendente espontaneidad.

Puesta frente a lo que podría haber derivado en una historia sensiblera, la gran fotógrafa francesa Agnès Godard, hace sin duda lo que mejor sabe: enmarcar en la atmósfera correcta de tonalidades ocres propias de la historia, a este conjunto de entrañables seres humanos. 

El resultado es un curioso equilibrio entre el drama y la comedia, entre el cine intimista pero asequible en muchas formas, similar al logrado por la insólita familia que retrata.

El premio, por supuesto, lo entregará la historia,  particularmente la de los máximos galardones del cine mexicano, pues “Los insólitos peces gato” está nominada en siete categorías, incluyendo la de  Mejor Película, en la próxima entrega de los premios Ariel.

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