Verano, alberca y un hotel todo incluido, ¿qué puede ir mal? Cuando la actitud es la incorrecta y se deja de pensar en la tranquilidad, sin duda las vacaciones pueden ser un desastre.
La segunda película de Sebastián Hoffman, Tiempo compartido, va en esa dirección, ya que narra la historia de dos familias desconocidas que adquirieron un paquete promocional de renta y aprovechan su semana de descanso al mismo tiempo, lo que se convierte en una experiencia inusual.
Pero lejos de ser una comedia de enredos o una nueva La risa en vacaciones, este es un drama introspectivo que cuestiona la vida de Pedro (Luis Gerardo Méndez) y su familia, pero también deja ver el otro lado de la moneda, Andrés (Miguel Rodarte), quien lleva años trabajando en el complejo vacacional y siente que su existencia está varada.
Tiempo compartido tuvo su estreno en el Festival Internacional de Cine Independiente Sundance, donde se hizo acreedora al premio especial del jurado por Mejor Guión y también ganó en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, donde Méndez se llevó el Premio Mayahuel.
Vacaciones de pesadilla
Pedro y su familia buscan sanar, encontrar la paz mental, en una villa que él rentó con el esfuerzo de su trabajo, pero la llegada inesperada de Abel y sus descendientes complican la estancia en el tiempo compartido que brinda la compañía Vistamar, la cual acaba de ser absorbida por la trasnacional Everfields International Resorts.
Esta situación le hace a Pedro perder los estribos, quien se encuentra accidentado del pie y quiere calma para su esposa e hijo, pero mientras más se estresa menos logra simpatizar con los inquilinos extra y su experiencia se torna complicada conforme pasan los días.
Aunque no queda claro cuál es la sanación que busca Pedro y su cónyuge en la película, la construcción de este personaje encarnado por Méndez lo hace salir de su zona de confort, que ya había sido vista en las comedias audiovisuales que realizó anteriormente, ahora interpreta a un hombre caótico y trastornado por conectar con sus familiares.
El otro lado del resort
Mientras Pedro se agobia en sus vacaciones, dentro del hotel de lujo, hay otro hombre que está perturbado de la mente, ya que lleva años ahí, pero no como huésped distinguido ni con trato desigual o VIP.
Andrés fue el empleado del mes más de 10 veces en los más de cinco años que lleva dentro de la institución turística, antes fue un animador escultural, ahora fue relegado a las tareas de limpieza después de un quiebre nervioso y su vida junto a Gloria, quien también trabaja en el conjunto vacacional, va en picada.
Rodarte se transforma a sí mismo en un hombre senil que combate un trastorno mental y añora un pasado inexistente, su caracterización resulta creíble y refleja el sentir de una persona que está desgastada.