Al interior de una escuela rural, un grupo de jóvenes discuten con su maestra sobre cómo hacer una mejor repartición de los recursos naturales en su zona, mientras esto ocurre, hombres trabajan en el campo con ganado para arar la tierra, otros pastorean a sus cabras y mientras las mujeres remojan maíz para después cocerlo.
Una estampa que resulta ajena al bullicio citadino, al México lleno de tecnología, pero que es latente y real para quienes viven en Las Cañadas, rancho ubicado en Huatusco, Veracruz a más de mil 300 metros sobre el nivel del mar.
Este lugar de 306 hectáreas defiende la vegetación nativa, situación que es crítica en el estado costero del Golfo de México.
Los manglares, bosques y plantaciones endémicas que existían desde antes de la conquista española, están casi agotados en la actualidad.
Bajo esta realidad es que la directora Mónica Álvarez Franco se acercó al poblado perdido en la sierra veracruzana y grabó su día a día, ya que sus habitantes están dedicados a cuidar el entorno en el que viven.
“Bosque de niebla” se estrena en la Cineteca Nacional y tendrá su exhibición en circuitos independientes alrededor del país.
Compensando la huella de carbono
No estaba previsto desde el inicio del rodaje, sin embargo los realizadores encontraron la manera de poder ayudar al planeta al terminar la producción y “Bosque de niebla” se convirtió en la primer película mexicana en compensar sus emisiones de Carbono (CO2), con un certificado otorgado por la Organización de las Naciones Unidas.
“Es un procedimiento bastante sencillo que es desconocido, ellos te piden que les digas cuantas horas de edición, de oficina, cuantos viajes, para ver cuanto se contaminó en el rodaje y a partir de eso, ellos tienen una fórmula para sacar las toneladas de CO2”, explica Álvarez Franco.
En total fueron 10 toneladas de gases de efecto invernadero lo que se calculó que generó la producción del documental, para hacer la compensación se adquirieron 10 bonos de carbono para ayudar al relleno sanitario El Verde, ubicado en León Guanajuato que a través de la quema de basura, se capturan los gases para convertirlos en electricidad.
La vida cambia todo
Lo que motivó a Álvarez Franco a entrar de lleno a la comunidad veracruzana, fue la confrontación de la vida consigo misma, el saberse que se convertiría en madre y el traer a una hija a un planeta complicado.
“Estaba pasando por una crisis sobre a qué país la traía, como intentar darle un sentido a esta maternidad” afirma la cineasta.
Casi dos años de rodaje fueron necesarios para sacar el proyecto adelante, múltiples visitas fueron realizadas sin cámara para primero lograr una intimidad con los habitantes de Las Cañadas, quienes proveían de alimento y vivienda al equipo de producción.