El posible origen del Parkinson

Un nuevo estudio encontró pruebas sobre el papel que juega el intestino en este padecimiento, el cual afecta a 50 mexicanos por cada 100 mil habitantes; es decir, la causa podría estar en las células intestinales que viajan por las neuronas del cuerpo hacia el cerebro
José Pablo Espíndola José Pablo Espíndola Publicado el
Comparte esta nota

James Parkinson, médico miembro del Colegio Real de Cirujanos de Gran Bretaña, publicó en 1817 un ensayo sobre la parálisis agitante, An Essay on the shaking palsy. En ese libro describió una enfermedad crónica que se caracteriza por temblor, rigidez muscular, lentitud en los movimientos, inestabilidad postural, alteración en la marcha y propensión a doblar el tronco hacia adelante, padecimiento que hoy lleva su nombre, enfermedad de Parkinson.

No existen cifras exactas de pacientes de Parkinson en México, pero el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía estima una prevalencia de 50 casos nuevos por cada 100 mil habitantes al año. A nivel mundial, se calcula que cuatro o cinco millones de personas mayores de 50 años puedan padecerla

Se sabe que el Parkinson es una patología crónica degenerativa caracterizada por la pérdida progresiva de neuronas productoras de dopamina en áreas específicas del cerebro, pero se desconoce la causa de la enfermedad; sin embrago, investigadores de Johns Hopkins Medicine dicen haber encontrado nuevas pruebas de que su origen puede estar en las células intestinales que viajan por las neuronas del cuerpo hacia el cerebro, según un nuevo estudio con roedores.

La investigación, publicada en la revista Neuron, ofrece un modelo con el cual se pueden determinar nuevos tratamientos que podrían prevenir o poner fin a la evolución de este padecimiento que, según la Organización Mundial de la Salud, aumentará en los próximos años debido al envejecimiento de la población y al incremento en la esperanza de vida a nivel global, con lo que para 2040 podría colocarse como la enfermedad grave más común.

Estos hallazgos proporcionan nuevas pruebas del papel que juega el intestino en la enfermedad y aportan un modelo para estudiar la evolución de la misma desde el comienzo
Ted DawsonDirector del Instituto de Ingeniería Celular de Johns Hopkins

La nueva investigación se basa en las observaciones formuladas en el 2003 por Heiko Braak, el neuroanatomista alemán que demostró que los parkinsonianos también tenían concentraciones de -sinucleína desdoblada en las regiones del sistema nervioso central que regulan los intestinos.

La presencia de estas proteínas es consistente con algunos de los primeros síntomas de la enfermedad de Parkinson, entre estos, el estreñimiento. Cada vez son más numerosas las pruebas que han implicado al eje cerebro-intestino como el origen de la enfermedad de Parkinson. Los autores de la investigación deseaban comprobar si las proteínas -sinucleínas desdobladas se podían extender vía el nervio vago, que corre como un cable eléctrico desde el estómago y el intestino delgado hacia la base del cerebro.

Los experimentos del Parkinson

Para comprobar la teoría, Hanseok Ko, catedrático adjunto de neurología de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, y su equipo, inyectaron a docenas de roedores sanos en los intestinos con 25 mg de -sinucleína desdoblada sintética creada en el laboratorio.

Luego procesaron y analizaron el tejido cerebral de los ratones un mes después de inyectarlos, así como a los tres, siete y diez meses. Al mes, los investigadores comprobaron que la -sinucleína desdoblada ya se había concentrado en el cerebro donde el nervio vago transmite las señales al estómago. En observaciones posteriores, descubrieron que la -sinucleína desdoblada siguió extendiéndose hacia cada región del cerebro, en el curso de los diez meses del experimento.

Después, realizaron una práctica similar, pero con medios quirúrgicos para cortar el nervio vago de los roedores en uno de los grupos y les inyectaron el intestino con la -sinucleína desdoblada.

Tras la examinación siete meses después, constataron que estos ratones no tenían ninguno de los signos de muerte neuronal o cuerpos de Lewy encontrados en el grupo homólogo de roedores con sus nervios vagos intactos. Al parecer, cortar el nervio vago detiene o pone fin a la proliferación de las proteínas desdobladas.

Para determinar si los signos físicos de la evolución de la enfermedad de Parkinson que aparecieron en los roedores resultaron en cambios conductuales, los investigadores estudiaron su capacidad de hacer un nido en sus jaulas, como método para verificar si su destreza motriz se había visto afectada, ya que los parkinsonianos frecuentemente se ven afectados.

Siete meses después de las inyecciones, los doctores les facilitaron a los ratones materiales necesarios para hacer sus nidos y observaron su conducta de nidificación. Los roedores a los cuales se les administró la inyección de la α-sinucleína desdoblada mostraron resultados bastante inferiores y utilizaron me- nos materiales para hacer sus nidos, que aquellos a los cuales les realizó la operación protectora para cortar el nervio vago.

En otro experimento para analizar los síntomas de los ratones, que son similares a los de los parkinsonianos, los autores de la investigación observaron a los animales en nuevos ambientes para medir sus niveles de ansiedad.

Para este test, colocaron a los animales en una caja abierta, donde una cámara podía rastrearlos. Los roedores de control y a los que se les cortó el nervio vago para protegerlos de la enfermedad de Parkinson, pasaron de 20 a 30 minutos explorando el centro de la caja.

Los ratones inyectados con la -sinucleína desdoblada y el nervio vago intacto pasaron menos de cinco minutos explorando el centro de la caja y se movilizaron en los bordes, indicación eso de niveles de ansiedad elevados, que según los investigadores, son consistentes con los síntomas del Parkinson.

Los resultados de esta investigación demuestran que la -sinucleína desdoblada puede transmitirse del intestino al cerebro de los ratones vía el nervio vago y que bloquear la ruta de transmisión podría ser la clave para prevenir las manifestaciones cognitivas y físicas de la enfermedad.

“Este es un interesante descubrimiento en el campo y presenta una nueva diana terapéutica para la intervención temprana de la enfermedad”, comenta el doctor Ted Dawson.

Te puede interesar: Tangoterapia, salvavidas contra el Parkinson

Síguenos en Google News para estar al día
Salir de la versión móvil