A pesar de existir legislaciones en varios países en torno a los castigos corporales en contra de menores de edad, padres de México y el mundo defienden la llamada “nalgada a tiempo”, sin embargo, este tipo de prácticas fracturan la relación entre padres e hijos, además de tener consecuencias a corto y largo plazo para quienes sufren este tipo de acciones.
En Latinoamérica naciones como Argentina, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela poseen leyes que prohiben y castigan las agresiones de padres a hijos a modo de “correctivo”.
Y no solamente se prevé este tipo de violencia en el hogar, pues algunas de estas legislaciones incluyen la escuela, centros de cuidado alternativo; como guarderías, e incluso instituciones penales.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) analizó los datos oficiales de países de la región y descubrió que aquellos menores de edad que se encuentran expuestos al castigo corporal, tienen 2.4 veces menos probabilidades de tener un desarrollo adecuado durante su primera infancia.
Por otra parte, entre sus hallazgos se encuentra que los niños expuestos a “la disciplina violenta” aumentas 1.6 veces el riesgo de que estos infantes muestren comportamientos agresivos hacia otros niños y adultos.
Sin embargo, muchos de los progenitores que usan estas prácticas en la cotidianidad se escudan mencionando que los menores no obedecerán de otra forma y que una nalgada causa daños físicos ni mentales a los menores.
Una llamada a tiempo o una nalgada oportuna, hará que tengamos mejores Hijos y en consecuencia mejores Ciudadanos
— Hector MDíaz Aguirre (@Hectormdiaza) April 12, 2018
La “nalgada a tiempo” ¿un mito?
El Sistema Nacional de Protección Integral de niñas, niños y adolescentes (Sipinna) es contundente al momento de hablar acerca de este tema: considera que no hay correctivos corporales que se den “a tiempo” y resalta la importancia de erradicar la violencia contra la niñez.
El Sipinna menciona que la frase “más vale una nalgada a tiempo, que un delincuente en la cárcel” es una frase popular utilizada en nuestro país para justificar la violencia en contra de niñas, niños y adolescentes bajo el argumento de que necesitan ser corregidos y para evitarles un futuro negativo.
Sin embargo, su popularización ha hecho que este tipo de actos sean normalizados como una pauta de crianza tradicional necesaria para la educación de los menores de edad.
Sin embargo, este acto no se limita sólo a un tipo de violencia directa o cultural, ya que está ligada también a una estructura que en muchas ocasiones legitima a estos actos, como aquellas legislaciones en las que al comprobarse el vínculo familiar de quien lesiona a un niño, esto se vuelve una atenuante de responsabilidad penal.
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En México, solo estados como Chiapas, la Ciudad de México y Zacatecas poseen leyes que prohíben de manera expresa, a madres, padres o personas que tengan la patria potestad, tutela o custodia, el castigo corporal contra la niñez y adolescencia como forma de corrección disciplinaria.
En la encuesta el OPINNA, realizada por este organismo en 2018, se consultó a los menores de edad acerca de cuál es su situación en torno al trata recibido por los adultos de su entorno; familia, escuela y comunidad.
Como resultado de este sondeo, 38.2 por ciento de niñas, niños y adolescentes reportó haber sufrido al menos una situación de violencia verbal, física o psicológica, y el 81.6 por ciento dijeron que “está mal que una persona adulta golpee, diga groserías o use malas palabras con ellas y ellos”.
Además, ofrecieron alternativas a este tipo de trato como el diálogo, la escucha activa y el trato igualitario y afectivo para su educación en espacios como la casa, la escuela y en la sociedad.