La enfermedad del Parkinson es un padecimiento neurodegenerativo que se caracteriza por la muerte de las llamadas neuronas dopaminérgicas, que son las que se comunican con otras neuronas a la vez que liberan dopamina.
Dicha muerte neuronal se detona por alteraciones como la inflamación del cerebro y el estrés oxidativo, o lo que investigadores del Instituto Nacional de Geriatría definen en un documento como “una producción incrementada de moléculas tóxicas derivadas del oxígeno y del nitrógeno o por una disminución en las defensas antioxidantes”.
Es precisamente dicho deterioro, generado por la inflamación y el estrés oxidante, el que intenta frenar la investigadora Anahí Chavarría Krauser, de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de México (UNAM), a partir de la silimarina, un extracto antioxidante y antiinflamatorio de la planta mediterránea Silybum marianum.
De hecho, la silimarina también se utiliza para afecciones crónicas del hígado y la vesícula.
De acuerdo a un comunicado de la UNAM citado por el diario La Jornada, Chavarría prueba el “efecto neuroprotector” de este compuesto en experimentos con ratones.
Y busca encontrar la dosis precisa de silimarina que funcione como medicamento para humanos “(…) en etapas tempranas de la enfermedad”, apuntó la experta. Posteriormente, tramitar la patente para su aplicación.
Y explicó que, por lo general, cuando se hace el diagnostico de esta enfermedad caracterizada por anomalías motoras, la persona que la padece ya ha perdido entre 70 y 80 por ciento de sus neuronas dopaminérgicas, lo que se traduce en un daño irreversible.
Y es que el problema radica en que “la mayoría de los pacientes presenta resistencia” al Levodopa, un medicamento que controla parcialmente síntomas propios del padecimiento como temblores en las extremidades, en el rostro y la mandíbula.