Los cambios de humor y los malestares no son los únicos factores del ciclo menstrual de las mujeres. También se producen cambios en el cerebro, lo que provoca que aumente el deseo de fumar, de acuerdo a una investigación publicada en Psychiatry Journal.
Para este estudio se analizaron a 34 personas, 15 hombres y 19 mujeres, todos solían fumar en promedio 15 cigarros diariamente. Los participantes contestaron cuestionarios y se sometieron a escáneres cerebrales mientras observaron imágenes que tenían relación con cigarros y/o fumar.
La mujeres voluntarias “tomaron dos veces las resonancias magnéticas, con el fin de tomar en cuenta dos puntos diferentes de su ciclo menstrual, es decir, durante la fase folicular y la lútea media. La folicular comienza el primer día de la menstruación y termina cuando comienza a ovular. La otra empieza junto con la ovulación y termina el día uno del próximo ciclo”, indica una publicación en SinEmbargo.mx.
“Los investigadores pusieron especial atención a mediados de la fase lútea, cuando los niveles de estrógeno y progesterona estaban más altos”, agrega.
Durante la fase folicular (al inicio del periodo menstrual), se activaron las partes frontal, parietal y temporal del cerebro, que están relacionadas a la urgencia por fumar.
La neurocientífica Adrianna Mendrek señala en un comunicado que “la disminución hormonal de estrógenos y progesterona posiblemente hace más profundo el síndrome de abstinencia e incrementa la actividad de los circuitos neuronales asociados con el deseo excesivo”.
Mendrek dice en la revista Time que “los datos sugieren que puede ser más fácil para las mujeres dejar de fumar durante la mitad de la fase lútea en lugar de en la fase folicular temprana, pero los factores psicológicos son probablemente más importantes aquí”.
Y es que “cuando los niveles de hormonas se elevan, pueden ayudar a la mujer a mantenerse más firme ante la ansiedad y deseo por fumar, mientras que cuando las cantidades bajan, estos sentimientos se intensifican”, de acuerdo a SinEmbargo.mx.
Estudios previos ya habían identificado que las mujeres se pueden volver dependientes de la nicotina con mayor facilidad que los hombres, por lo que también les resulta más difícil abandonar ese vicio.