Buscando la paz
“Pueden venir por mí a la hora que quieran”, responde con serenidad y de manera segura Juan Pablo Escobar Henao al preguntársele si tiene miedo o siente peligro en su día a día, al vivir en Buenos Aires, Argentina.
El primogénito del narcotraficante Pablo Escobar es un hombre que impone, saluda firme, toma Coca-Cola Light, habla sin tapujos de su padre y no titubea al expresar que no siente satisfacción por lo que éste hizo.
“Yo siento amor por él. Yo no puedo estar orgulloso de las acciones violentas de nadie, menos de mi padre”, revela en entrevista para Reporte Indigo.
Hidalgo Neira“Pueden venir por mí a la hora que quieran”, responde con serenidad y de manera segura Juan Pablo Escobar Henao al preguntársele si tiene miedo o siente peligro en su día a día, al vivir en Buenos Aires, Argentina.
El primogénito del narcotraficante Pablo Escobar es un hombre que impone, saluda firme, toma Coca-Cola Light, habla sin tapujos de su padre y no titubea al expresar que no siente satisfacción por lo que éste hizo.
“Yo siento amor por él. Yo no puedo estar orgulloso de las acciones violentas de nadie, menos de mi padre”, revela en entrevista para Reporte Indigo.
Arquitecto y diseñador industrial de profesión, Juan Pablo Escobar se ha dedicado de lleno a hablar de su padre y ahora en su segundo libro “Pablo Escobar in fraganti”, publicado por editorial Planeta, el hijo del criminal abre nuevamente los recuerdos del pasado y profundiza en más historias relacionadas con el líder del Cártel de Medellín.
Escobar está convencido de que ahora hay que legislar a favor de las drogas, no sólo en Latinoamérica sino en el mundo entero, ya que eso frenaría la constante guerra del narcotráfico, además cree que su natal Colombia ya merece alcanzar la paz.
“El camino hacia la guerra y hacia la autodestrucción de nuestras generaciones es el de la prohibición (…) Creo que hemos llegado al fondo en cuestiones de violencia, creo que estamos hartos los colombianos de tanta sangre y de resolver todo a los tiros , como si estuviéramos viviendo en el Viejo Oeste, creo que es momento de darle permiso a la paz”, comenta el hijo de Pablo Escobar.
El camino a la paz
Creció rodeado de estupefacientes, su padre le educó con respecto al abuso de las drogas y no fue hasta los 28 años de edad que probó la mariguana, pero nunca le interesó hacerse un consumidor habitual, dejando de lado su uso en su vida personal.
“Si queremos paz, hay que declararle la paz a las drogas y hay que educar a los jóvenes para que no las consuman, porque regularizar las drogas o legalizarlas no significa que sean buenas”, comenta durante la entrevista.
Ejemplifica con el consumo de alcohol y tabaco, que están al alcance de cualquiera, pero esto no quiere decir que beneficien a la salud, al contrario son la causa de padecimientos y muertes en todo el mundo.
“¿Tenemos que volver a prohibir el alcohol? ¿Queremos ver a Lucky Luciano y Al Capone repartiendo licor y balas por todas las esquinas? Yo no lo creo. Alcohol nos venden hasta en los aviones y en todas partes nos quieren meter el alcohol como si fuera una bendición, eso no quiere decir que el alcohol sea bueno, quiere decir que hay que ser responsable a la hora de hacer uso de cualquier sustancia”, sentencia.
El mito del capo
Pablo Escobar no es lo que retrató Netflix con la actuación de Wager Moura en la serie “Narcos” y de ello deja huella su hijo en el nuevo libro, donde dedica un capítulo entero a hablar de la figura de su padre en la ficción.
“Hay una gran diferencia entre la televisión y la realidad, y si quieren entender las verdaderas historias ahí están los libros para consultarlas”, refiere.
Respecto a hacer la verdadera historia del capo colombiano, Juan Pablo Escobar está abierto a las ofertas pero dice que “no tienen el coraje suficiente para liberar de agendas políticas la historia de mi padre”.
El hombre de 40 años de edad también se hace llamar Juan Sebastián Marroquín Santos, pero indica que esto fue más por un escape de la violencia que una decisión personal.
“Nunca fue una renuncia ni al parentesco, ni al amor por mi padre simplemente fue una herramienta legal que encontramos para escapar de esa violencia, hoy no tiene sentido manejar un nombre u otro somos exactamente la misma persona”, dice.
Narcoseries: ‘Quiero ser Pablo Escobar’
El boom de las series que abordan el tema del narcotráfico es un suceso mundial y para el hijo de Pablo Escobar esto es una mala educación que no está midiendo las consecuencias de la violencia.
“Desde Nepal, desde diferentes lugares me dicen ‘quiero ser Pablo Escobar porque acabo de ver la serie’ (…) Yo no me opongo a que se cuenten historias relacionadas con mi padre, pero si manifiesto una abierta oposición a que se glorifique su actividad como criminal y al agregarle este glamour”, acusa Marroquín.
En tiempos en donde hacía falta calor y el frío imperaba en Colombia, se dice que Escobar tomaba fajos de dólares para quemarlos y calentar a su familia, pero Marroquín ríe ante este mito y aclara que es sólo ficción.
“La realidad es que mi padre nunca quemó dólares (…) pero si ocurrió que nos empezamos a morir de hambre cuando la policía estaba muy cerca de nuestra y esa es una de las lecciones que trato de transmitirle a los jóvenes, teníamos 4 millones de dólares en efectivo y estábamos físicamente muriéndonos de hambre porque no teníamos la libertad para salir de nuestra casa”.
Escobar inédito
Juan Pablo Escobar describe que un momento que le marcó con su padre fue cuando se mostraba sensible a la pobreza de su país y habló de un capítulo que resulta inédito hasta el día de hoy.
“Recuerdo aquella vez que él me llevó en vísperas de Navidad, fuimos como en dos o tres helicópteros llenos de regalos para las partes más pobres de Colombia donde ni siquiera había carreteras. Me llevó porque él quería que yo tomara conciencia de la miseria en la que vivían.
Burlando al FBI
En el libro “Pablo Escobar in fraganti” se muestra una fotografía del narcotraficante y su hijo con la Casa Blanca de fondo en Washington, Marroquín explica que esta imagen era un trofeo para su padre y del viaje a Estados Unidos recuerda otro pasaje, el de su visita al cuartel del FBI.
“Esa fotografía reflejaba la permisividad y el beneplácito con el que se recibía a mi padre en EU. Ese mismo día visitamos el FBI y él entró con un pasaporte falso. Es muy real, más que la ficción que nos muestran de él”.
Perdón y empatía
Marroquín no se declara como víctima de Pablo Escobar, ya que le parece una falta de respeto a los dañados por la violencia ejercida por su padre en Colombia, cada que puede les pide perdón a los damnificados.
“No hay una fórmula para eso, lo único es poner el corazón y la máxima humildad que puedas alcanzar para cada palabra porque hay que respetar que lleva dentro de sí un dolor absolutamente legítimo”, enuncia.
A pesar de que Sebastián Marroquín quisiera ser deslindado de la imagen de su padre, le resulta imposible además de que esto le ha impedido volver a radicar en Colombia.
“Es difícil por la sombra tan grande que dejó mi padre, es muy difícil correr de una sombra que además hoy es más grande que nunca por el fenómeno de las narcoseries, a mi a veces se me presenta como: profesión ‘hijo de Pablo Escobar’”, puntualiza.