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El humo del cigarro resulta sumamente molesto para las personas que no fuman. Pero también es considerablemente dañino para las mismas.
Y es que está compuesto por una gran cantidad de sustancias peligrosas, de las cuales más de 50 afectan la salud y más de 10 de ellas son cancerígenas, según Rodolfo Sosa Echeverría, quien es investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.
La American Cancer Society indicó que el humo exhalado por fumadores contiene más de 7 mil compuestos químicos que ponen en riesgo tanto a las personas que fuman, como a los llamados “fumadores pasivos”, cuya exposición al humo “afecta inmediatamente al corazón, los vasos sanguíneos y la circulación sanguínea en una manera perjudicial. Con el paso del tiempo, puede causar enfermedad cardiaca, derrame cerebral y ataques al corazón”, dice la asociación.
La organización sin fines de lucro añadió que aspirar el humo del cigarro causó, tan solo en Estados Unidos, 42 mil muertes por enfermedades cardiacas. Ninguna de esas personas fumaban.
La Agencia de Protección Medioambiental (EPA) de Estados Unidos aseguró que ser fumador pasivo aumenta el riesgo de –a corto plazo– padecer tos, problemas dentales, dolor de cabeza, irritación en los ojos y garganta.
A mediano plazo, el fumador pasivo podría sufrir de hipertensión arterial, Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), enfisema pulmonar y asma.
Mientras que a largo plazo, aumenta el riesgo de padecer distintos tipos de cáncer, entre ellos pulmonar, de mama, de garganta, de lengua, entre otros.
De ‘tercera mano’
Tal vez no fumes, pero si convives en lugares en los que está permitido hacerlo o bien, pasas largos ratos con personas fumadoras, estás expuesto al llamado “humo de tercera mano”.
De acuerdo a un estudio realizado por investigadores de la Universidad de California, exponerse a la nicotina residual daña los pulmones y el hígado.
El termino de “humo de tercera mano” fue acuñado por el pediatra Jonathan Winickoff y su equipo del Centro de Cáncer de Harvard Dana-Farber, en el 2009.
Este humo está definido como la “contaminación que permanece después de que un cigarro ha sido extinguido”, de acuerdo a la revista Scientific American.
