Narradora como pocas, observadora y análitica como ninguna, apasionada y muy audiovisual, así es Catalina Aguilar Mastretta. Y así era la escritora británica Jane Austen.
De niña, Catalina no pensaba que le daría rienda suelta a la pluma, a pesar de tener en casa al mejor ejemplo que se podría tener: sus padres son Héctor Aguilar Camín y Ángeles Mastretta.
Sin embargo, una observadora por naturaleza como Catalina, echó a volar su imaginación para darle vida a “Todos los días son nuestros”, su novela debut.
“(Escribir) es una de esas cosas que haces sin darte cuenta de que las estás empezando a hacer (…)”, señala la cineasta en entrevista para Reporte Indigo. Y compara esta actividad con una necesidad y una acción que se elabora casi por inercia.
Y lo mismo le pasó con el cine. “Hacía yo cortos en la prepa y salían todos mis amigos de mis actores, pero nunca se me ocurrió necesariamente que eso se iba a volver mi carrera”, comenta la joven que al hablar irradia frescura, inteligencia, dedicación y talento.
Escribir era tan natural para ella en la niñez (creció rodeada de letras y periodismo), que nunca se le ocurrió “que sería un trabajo para mí”.
Al igual que Austen, Catalina es una extraordinaria narradora de su entorno, cualidad que la distingue en el cine y ahora en la literatura. Simplemente nació para contar historias.
La diferencia de crear historias para cine y la literatura puede ser muy obvia, pero para la guionista la mayor característica que hace distintas a estas artes es la libertad. “Escribir prosa tiene más libertad, el cine es rígido en todos los sentidos, de formato sobre todo al escribir un guión, el cual está hecho para que se convierta en otra cosa. El guión es una guía y no está hecho para ser el producto final”, explica Aguilar Mastretta.
“En cambio la novela es completa, tienes control sobre toda la historia y todos sus elementos. Es una relación quizá más íntima entre la audiencia y los libros”, agrega.
Y es que una película ahí está, es fácil que alguien experimente con ella porque tienes muchos elementos para que las personas conecten con la misma, “en cambio, un libro necesita que alguien lo abra, es una promesa que alguien más necesita cumplir (…)”, comenta Catalina, quien reside gran parte del año en Los Ángeles, California.
Con su sonrisa característica, la cineasta indica que “una película te la topas en la tele, en cambio, un libro es una decisión”.
La Austen de nuestra era
Catalina suele hacer cine –y ahora literatura– realista. “De relaciones humanas, del drama y el humor que viene con esas cosas, de asomarse al mundo con especificidad, que es lo que me gusta también en otros autores”.
Esas relaciones humanas, aunque han sido similares por los siglos de los siglos, hoy son más intensas (pero efímeras).
“Desde Jane Austen que escribió hace 200 años y en otro país y es capaz de que la leemos ahorita y lo que describe del mundo y de la gente, a pesar de que las reglas son muy distintas, describe a una persona y dices ‘ah, ese tipo de persona existe ahorita en Monterrey’ y eso me parece fantástico, me parece como una conexión increíble de seres humanos, a la mera hora somos muy parecidos y lo que nos une es muchísimo más que lo que nos separa”, narra con la misma naturalidad que se refleja en su ópera prima literaria, “Todos los días son nuestros”.
“A mí me interesa hablar de relaciones humanas, familiares, de por qué la gente se quiere como se quiere y eso lo puedes poner en cualquier universo”, comenta Aguilar Mastretta.
Y es que precisamente así como Jane Austen observó y narró a las mujeres de su época en novelas como “Orgullo y Prejuicio” y “Sensatez y Sentimientos”, Catalina Aguilar Mastretta observa al mundo y hace una introspección a la vida de María y Emiliano, quienes atraviesan la secuela de una ruptura amorosa.
En esta historia de amor moderno, el lector se adentra en la mirada y en la perspectiva tanto femenina como masculina, de una manera fresca, natural, espontánea y con la que cualquiera se puede llegar a identificar. “Todos los días son nuestros” invita a la reflexión del mundo, un ejercicio psicológico con el lector, es digerible y fresco, pero profundo.
De la misma manera en la que se lee hoy, en pleno año 2017 a Jane Austen y se siente lo que los personajes atraviesan como si se tratara de un texto recién publicado, así se experimentará con el trabajo de Catalina Aguilar Mastretta en unos 200 años, al otro lado del mundo.
Cineasta, novelista y viceversa
Lo que tiene Catalina Aguilar Mastretta de cineasta, lo tiene de novelista… y viceversa. Como directora y guionista, logra plasmar la magia de cada persona en cada escena. Y como novelista hace partícipe al lector en una dinámica de introspección instantánea.
Aguilar Mastretta sabe construir y manejar a los personajes a la perfección y gran parte de ello se debe a que, por un lado, lo trae en las venas. Por otro, a que es una mujer que ve al mundo con una mirada audiovisual, como si caminara a un ritmo de “24 por segundo”.
“Es lo divertido de la ficción, como autor, finalmente todos los personajes eres tú porque salieron de tu cabeza, pero se vuelven ejercicios de imaginación en donde puedes agarrar lo que te dé la gana”, comenta Catalina.
Cuando se le “juntaron” el cine y la literatura, se dio cuenta de que no son tan distintos, “todo es contar historias y todo es tratar de contarlas de la manera más honesta posible para darle a la audiencia una experiencia catártica”, dice, “(…) suena cursi pero te enseña a vivir, contar historias y oír historias te vuelve empático con el resto de la humanidad”.
Catalina en breve
>> Nació en la Ciudad de México, en 1984.
>> Estudió Licenciada en Comunicación con especialización en medios audiovisuales en la Universidad Iberoamericana.
>> También estudió cine y televisión en la Tisch School of the Arts, en Nueva York.
>> Reside y trabaja en Los Ángeles, California.
Tan de su padre como de su madre
Creció y se crió entre dos de las plumas más destacadas de América Latina, sus padres no son sus
mejores críticos, pues como cualquier padre de familia, Héctor y Ángeles son cariñosos con su hija. Razón por la que les mostró el libro (“Todos los días son nuestros”) una vez que estaba terminado.
Si llevara a la pantalla grande una de las icónicas historias de su madre, Catalina elegiría “‘Mal de amores’, sin duda”, dice, “ahora que las series están tan bien hechas y tan de moda… creo que no sería una buena película porque es demasiado extenso, sería una increíble miniserie, si alguien la quiere hacer, yo sería la más feliz en adaptarla y dirigirla porque es una historia que siento que la entiendo muy bien desde la primera vez que la leí cuando tenía 10 años”, señala convencida y sin titubear.
De hecho, es su libro favorito de los que comprenden la bibliografía de su madre.
“Es imposible que ese libro no me pegue de un modo muy especial (…) creo que tiene un lugar en mi corazón muy presente”, concluye.
¿Su libro favorito? “‘Orgullo y Prejuicio’, sin duda”.