El ataque al blanco de las células cancerígenas a escala microscópica está liberando a los pacientes de los indeseables efectos secundarios de tratamientos convencionales contra la enfermedad, tales como la radioterapia y la quimioterapia.
Los acelerados avances en la nanomedicina están empujando a la comunidad científica a cambiar de estrategia en el combate al cáncer.
Un estudio realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de Pensilvania es uno de los ejemplos más recientes de lo que hoy se concibe como “engaño microscópico”.
Este método de “burla” consiste en introducir en el organismo nanopartículas, es decir, partículas microscópicas encargadas de suministrar dosis precisas de fármacos en el punto exacto donde se encuentra el tumor, sin ser detectadas y atacadas por el sistema inmune. De otro modo, estas son identificadas como intrusos, al igual que los virus y bacterias.
“Con nuestro trabajo buscamos que los dispositivos terapéuticos, las suturas o las nanopartículas para el suministro de medicamentos no causen una respuesta inflamatoria por parte del sistema inmune”, dijo para la Agencia SINC Diego Pantano, uno de los autores del estudio.
Otro innovador hallazgo en el mundo de la nanociencia –con prometedoras aplicaciones en el tratamiento del cáncer– es una nanopartícula que de forma no tóxica podría eliminar el linfoma de células tipo B del cuerpo, sin tener que recurrir a la quimioterapia.
Se trata de una nanopartícula dotada de cinco porciones diminutas de oro en su núcleo, descubierta por un grupo de investigadores de la Universidad de Northwestern, en Estados Unidos, que también logra engañar a las células de este tipo de cáncer, haciéndoles creer que disponen de colesterol –alimento del que dependen para sobrevivir– cuando en realidad se están nutriendo de oro, que bloquea el paso de esta lipoproteína.
Al privar de alimento a las células del linfoma, estas mueren finalmente.