La clave está en creérsela

No hay mejor medicina para mantener sano al cerebro que hacer ejercicio y dormir lo suficiente.

Pero hay personas que no realizan actividad física alguna y que tampoco duermen lo que deben. Y aún así podrían obtener los beneficios de una vida sana, gracias al efecto placebo.

Así como algunos ensayos clínicos han demostrado que los tratamientos con placebo (o píldora de azúcar) arrojan resultados positivos en los pacientes que creen que lo que tomaron funciona, también podemos obtener el efecto placebo con el ejercicio y el sueño. 

No hay mejor medicina para mantener sano al cerebro que hacer ejercicio y dormir lo suficiente.

Pero hay personas que no realizan actividad física alguna y que tampoco duermen lo que deben. Y aún así podrían obtener los beneficios de una vida sana, gracias al efecto placebo.

Así como algunos ensayos clínicos han demostrado que los tratamientos con placebo (o píldora de azúcar) arrojan resultados positivos en los pacientes que creen que lo que tomaron funciona, también podemos obtener el efecto placebo con el ejercicio y el sueño. 

En un estudio realizado por Christina Draganich y Kristi Erdal, del Colorado College, se encontró que con tan solo considerar que pensar que se tuvo una buena noche de sueño 

–pese a que se haya experimentado lo contrario– puede mejorar las funciones cognitivas en algunas personas.

En un experimento, cuyos resultados fueron publicados en Journal Experimental Psychology: Learning, Memory and Cognition, las investigadoras sometieron a 164 estudiantes a una prueba para medir sus patrones de sueño. 

Y les dijeron que dicha prueba mediría el pulso, el ritmo cardíaco y la fase de sueño MOR (movimientos oculares rápidos), aunque en realidad se trataba de una mentira. 

Informaron a los participantes que la proporción promedio de sueño MOR en una noche es de entre 20 y 25 por ciento. 

Y les proporcionaron datos falsos: a un grupo se le dijo que obtuvo 16.2 por ciento de sueño MOR, por debajo de la calidad de sueño. 

A otro grupo de voluntarios se le informó que obtuvo 28.7 por ciento de esta fase de sueño, por encima de la calidad de sueño promedio. Luego,  se les aplicó una prueba que implicó trabajar con números. 

Se observó que aquellos participantes a los que se les hizo creer que habían tenido una buena calidad de sueño –o “sueño placebo”–, tuvieron un mejor desempeño en la prueba de ejercicios mentales, que medían su capacidad para procesar información. 

“Estos resultados apoyan la hipótesis de que la forma de pensar puede influir en los estados cognitivos tanto de manera positiva como negativa, lo que sugiere un medio para controlar la propia salud y la cognición”, señalan Christina Draganich y Kristi Erdal.

Por su parte, Eric Howitz, quien es un escritor especializado en ciencias sociales, agrega en su blog “Peer-reviewed by my neurons” que “si eres capaz de convencerte de que la rutina que llevas a cabo para irte a dormir está funcionando, ya sea leer, ejercitarte o comer miel, es posible que veas los beneficios cognitivos de una mejora en el sueño, incluso en las noches en donde realmente no duermes mejor”.  

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