La debacle ¿por venir?
Acciones, inversiones, compra-venta, puntos, mercado, inflación, riesgo, bancos, finanzas, hacienda, dinero, impuestos, palabras simples que definen conceptos complicados dependiendo del acomodo de las mismas.
¿Quiénes entienden realmente su significado? Prácticamente una efímera parte de la población mundial.
Hidalgo Neira
Acciones, inversiones, compra-venta, puntos, mercado, inflación, riesgo, bancos, finanzas, hacienda, dinero, impuestos, palabras simples que definen conceptos complicados dependiendo del acomodo de las mismas.
¿Quiénes entienden realmente su significado? Prácticamente una efímera parte de la población mundial.
Cuando hablamos de los CDO Sintéticos y de cómo explicarlo ante las masas, se convierte de por sí en un tema aburrido, complicado y tedioso, tal como una clase de matemáticas con una maestra que lleva 40 años frente a un pizarrón y que ya perdió entusiasmo debido al gis que lo ha empolvado año tras año.
Incluso hasta pereza da para entenderlo, ¿cierto?
Pero cuando tenemos a Selena Gomez ante una mesa de cartas, Anthony Bourdain en el ajetreo de una cocina o a Margot Robbie en una tina de burbujas explicándonos cuales son los comportamientos del mercado financiero, nuestra atención cambia y parece que el mundo económico se vuelve simple.
Esto es lo que ofrece la película “La gran apue$ta”, misma que se estrena hoy en México y trae de nuevo a discusión el tema de la debacle financiera de 2007 en Estados Unidos, causada por el mercado inmobiliario y la burbuja financiera que nadie –o casi nadie– supo predecir qué sucedería.
¿A dónde se fue el dinero en 2007?
Estados Unidos pareciera ser el titán indestructible de las finanzas a nivel mundial, el controlador de conglomerados trasnacionales que sobrevuelan los mercados de especulación monetaria sin riesgo a perder un centavo de dólar pero no, el país del Tío Sam también ha tenido sus tropiezos económicos que le ha hecho caer del pedestal de la efímera seguridad de estabilidad bursátil.
La Gran Depresión es el marco ineludible por el que los estadounidenses pasaron a finales de la década de 1920 y que se llegó a prolongar hasta entrados los siguientes 10 años, ¿cómo superar un terror financiero de esta magnitud? La Segunda Guerra Mundial acrecentó la industria bélica que en parte logró sacar adelante a dicho país.
Pero, ¿qué causó que Estados Unidos cayera en picada después de la bonanza que logró tener al final de la Primera Guerra Mundial? La burbuja de especulación basada en el crédito se hizo presente de manera silenciosa sin que fuera detectada, y en 1929 ya era demasiado tarde como para revertir el cambio.
A mediados de la primera década del nuevo milenio, Estados Unidos vivía en una aparente calma económica de la que todos parecían gozar en sus créditos hipotecarios, era 2005 y el mercado inmobiliario parecía tener pujanza y estabilidad en el capitalismo norteamericano.
¿Qué sucede cuando un gestor financiero descubre que todo el mercado de bienes raíces se sostiene de préstamos que pocos estadounidenses llevan al corriente o han dejado de pagar? ¿Quién iba a esperar que la solidez inmobiliaria fuera tan frágil que nadie la podía ver? Es ahí cuando se empieza a visualizar una nueva burbuja de riesgo económico. ¿Quién sale perdiendo? ¿Quién sale ganando? ¿Dónde está el dinero?
Actualmente la nación liderada por Barack Obama ha salido adelante de su desplome económico, pero no se encuentra exenta de volver a caer en otra burbuja especulativa, y eso es lo que “La gran apue$ta” explica de manera que los cinéfilos lo entiendan de manera entretenida y con la moraleja de cuidar sus finanzas a futuro.
Rompiendo la cuarta pared
En “La gran apue$ta” se quiebra la narrativa tradicional de una película: al espectador se le habla desde la ficción, transgrediendo al cinéfilo como si fuera parte de lo que ocurre en escena.
Ryan Gosling interpreta a un comerciante bursátil que se vuelve el eje narrativo de la historia, rompiendo la cuarta pared y hablando directamente hacia el público, siendo más que invasivo, una manera de invitar a que se abrace el tema del que resulta complicado entender a simple vista: las finanzas y el detrás de cómo éstas operan en el mercado.
Es aquí, en los momentos más complejos entre números y términos económicos, cuando hay un rompimiento total en la narrativa. Se hace una pausa en la historia y se empieza a explicar de manera entendible como funciona una burbuja de especulación económica.
La cinta está basada en el libro homónimo de Michael Lewis, publicado en 2010, en el cual se explica a detalle cómo es que sucedió esta caída financiera y las personas clave que pudieron darse cuenta de este fallo económico y empezaron a apostar en contra del mercado.
Esta es una película donde no hay buenos y malos como en cualquier ficción, es un filme donde se expone la realidad de lo que sucedió con el desplome bursátil inmobiliario de 2007 y quienes tuvieron gran culpa de que todo colapsara fueron los bancos que siguieron manteniendo la mentira de una estabilidad inexistente, al final todo es parte de la especulación de una gran apuesta.
¿Qué demonios es un CDO?
Una obligación garantizada por deuda –mejor conocida en inglés como Collateralized Debt Obligation o CDO– es un fondo financiero estructurado que tiene sustento en activos financieros de tipo bono de titulización o asset-backed security (ABS, por sus siglas en inglés).
Los CDO se conforman con cientos de hipotecas individuales, en las que al haber un déficit de rendimiento o una baja en su paga moratoria, se aumenta el riesgo de creer que en ese CDO hay estabilidad financiera, eso es lo que convierte a la burbuja en una cortina de humo, a menos de que expertos en el tema entren al CDO a verificar las hipotecas que van al corriente de sus plazos.
Actualmente los CDO han escalado a ser un bespoke tranche opportunity, lo que podría traducirse como un tramo de oportunidad hecho a la medida, este nuevo producto financiero estructurado permite a los inversores colocar las apuestas de sobre el resultado de préstamos, bonos, créditos y valores en los que directamente no se ha invertido.
¿Qué quiere decir esto? Que un inversionista le dice al banco que mezcla específica de derivados de una apuesta quiere hacer y el banco acumula el producto personalizado con un único tramo para satisfacer las necesidades del inversor.
¿Acaso la debacle financiera en Estados Unidos está en un nuevo porvenir?
¿Quién es quién en ‘La gran apue$ta’?
Jared Vennet
– Ryan Gosling
Basado en la persona real Greg Lippmann, quien trabajó para Deutsche Bank AG, él presenta los CDO a otros administradores monetarios para invertir en contra del mercado y tener a su favor el desplome de la burbuja económica, pero los bancos no permitieron que los movimientos bursátiles funcionaran como él lo preveía.
Michale Burry
– Christian Bale
Neurólogo de profesión pero entusiasta financiero por gusto, fue un gestor de fondos de cobertura durante años, entre 2003 y 2005 analizó los créditos hipotecarios estadounidenses, descubriendo la tendencia usurera de los bancos y la baja en el pago de hipotecas, lo que le hizo también ir en contra del mercado inmobiliario estadounidense.
Mark Baum
– Steve Carell
Inspirado en el financiero Steve Eisman, que estuvo al frente de FrontPoint Partners LLC, gestoría de inversiones de propiedad, apostó contra la crisis de hipotecas por invitación de Jared Vennett. En la ficción Baum explora e investiga el mercado de manera escéptica hasta que descubre que la burbuja de especulación resulta cierta.
Ben Rickert
– Brad Pitt
Llamado en la vida real Ben Hockett, es un banquero retirado que vive en la paranoia de la persecución informática, que decide ayudar a dos jóvenes emprendedores dentro del mercado financiero. Su monomanía le ayuda certeramente a descubrir la caída macroeconómica de Estados Unidos pero decide seguir a las sombras del mercado.
‘Fue impactante y esclarecedor’
Desde Londres, el actor Steve Carell habló en exclusiva sobre su experiencia de filmación junto al director Adam McKay y cómo es que se involucró en el proyecto de “La gran apue$ta”
Saliendo de sus papeles de estereotipo cómico, Steve Carell ha empezado a despuntar en actuaciones serias en su trayectoria hollywoodense, tal es el ejemplo de “Foxcatcher” del 2014, “Pequeña Miss Sunshine”, estrenada en 2006, el drama del año pasado “No sin ella” que llegará este 2016, entre otras.
Carell platicó en exclusiva para Reporte Indigo acerca de cómo fue su experiencia al encarnar a Mark Baum, el conocer el léxico utilizado en el mundo de las finanzas y la enseñanza que le dejó participar en “La gran apue$ta”.
> ¿El personaje que interpretas, Mark Baum, se basa libremente en una figura de la vida real?
Bueno, más que basado libremente, el nombre fue esencialmente cambiado. Pero su look se basa en esta persona de la vida real, y la personalidad del personaje se deriva de este tipo. Usted sabe, él dirige un fondo de cobertura. Está muy obstinado; una clase de pit bull (risas). No soporta a los tontos. Es alguien que creo que era, en ese momento, inflexible acerca de la búsqueda de la verdad y de descubrir lo que realmente estaba pasando con estos grandes bancos.
> ¿Lo conociste?
Si, pasé algún tiempo con él y él vino al set un par de veces también. El era claramente la persona que todos pensamos que iba a ser. Cuando llegó al plató, en cuestión de minutos se había acomodado a sí mismo a través del monitor.
Él le estaba dando notas a Adam McKay. Él me estaba dando notas. Es un hombre muy confiado sin ser arrogante, sin ser desagradable de ninguna manera (risas ). Y, por cierto, todas sus notas eran certeras. Nunca antes había estado en un set de producción, pero tenía una afinidad inmediata para ello.
> ¿Qué tanto supiste de la crisis financiera de 2008 que vemos en la película?
Yo no sé mucho de este mundo. Creo que sabía tanto como la mayoría de la gente sabía en el momento de la caída. Para prepararme leí el libro de Michael Lewis y estudié la terminología. Adam McKay fue también una fuente de información, ya que realmente entiende la complejidad de este mundo.
Como director, a él le gustaba tener la improvisación en el set con el fin de hacer que todos comprendiéramos realmente de lo que estábamos hablando.
Adam McKay tomó un enfoque alternativo para el rodaje de la película por si misma, tengo entendido.
Era una manera interesante de trabajar como actor, porque nunca se tuvo un sentido en cuanto a donde se ponía la cámara. Se podía estar haciendo una escena y darse cuenta al final de la misma que la cámara había estado apuntando a la escritura a mano de alguien en un pedazo de papel (risas).
(…) El resultado fue que se te olvida que la cámara estaba allí y era más como hacer una obra de teatro. En cierto modo estar sin presión.
> ¿Cuál fue el mayor desafío al hacer la película?
Probablemente aprender la jerga. No es la forma normal que la gente habla. El lenguaje y los conceptos detrás de la industria eran muy extraño para mí.
Y, aparentemente, muy frecuente a propósito
Al principio de la película, el personaje de Ryan Gosling voltea hacia el público y esencialmente dice: “Usted está confundido, ¿no es así? Esto te hace sentir estúpido. Bueno, ha sido diseñado para hacerte sentir estúpido. Los bancos han creado esta lengua con el fin de evitar que cuestionen lo que están haciendo”.
Creo que hay una verdad en eso (…), cuando tu analizas cómo Adam hace esta película, lo hace que sea accesible.
> ¿Qué fue lo más sorprendente que has aprendido?
El nivel de la conducta fraudulenta que estaba pasando. Creo que la mayoría de la gente sabía que había un colapso y un rescate –obviamente– un sinnúmero de personas se vieron afectadas por el mismo. Pero más allá de que yo no tenía una idea real de lo que estos bancos estaban haciendo. El nivel de engaño que estaba pasando. Fue impactante y esclarecedor.
> ¿Crees que hemos aprendido de nuestros errores?
Me gustaría pensar que sí. Pero parece que no ha cambiado mucho desde entonces. Creo que en ese sentido la película es un cuento con moraleja (…), cuando hablas con los homólogos de la vida real de estos personajes , todos ellos están todavía enojados. Tu puedes sentirlo. Hay una desconfianza palpable, creo, y una indignación que nada ha cambiado y de la cual nadie se hace responsable.