Sus memorias se remiten a la década de los años 80, cuando en televisión llegó a ver las series Combate y Los intocables, producciones monocromáticas epígrafes de la pelea constante entre el bien y el mal, de lo dictado por la ética estadounidense, aunado a esto, los reflejos literarios de Peter Pan y Las aventuras de Huckleberr y Finn lo forjaron desde su infancia.
Pero lo que sería la joya de la corona en su inspiración, es la película postapocalíptica Mad Max (1979), de George Miller, así fue como Julio Hernández Cordón aglutinó estos ingredientes para, tres décadas después, realizar una cinta que hace eco sobre una realidad nacional que aqueja a la sociedad mexicana y para la que urge una respuesta.
“Siempre pensé en hacer una película en la que me divirtiera; a pesar de que es un tema como denso, es un proyecto en el que metí inspiraciones o influencias que me marcaron de niño”, comenta Julio Hernández Cordón de su filme Cómprame un revólver, en entrevista para Reporte Índigo.
En la ficción, Hernández Cordón habla de un México atemporal, donde cada vez hay menos mujeres y las pocas que viven están en manos del narcotráfico, por lo que Huck se disfraza de niño para pasar desapercibida, mientras su padre hace lo que puede para ocultarla del crimen organizado, de quienes, por cierto, son esclavos.
“Fui investigando más en el cine criminal o en el cine noir, y siento que México es un escenario ideal para eso, por vivir todo esto del narco y porque creo que las películas tienen que dialogar con lo que está sucediendo con el presente”, asegura.
Para Hernández Cordón, producciones como Cómprame un revólver, en las que lejos de hacer una apología del crimen, visibilizan la violencia del narco, son necesarias.
La cinta presentada en Cannes el año pasado tuvo su paso por múltiples circuitos de premiación internacional a lo largo de 2018, ahora llega a carteleras independientes de México a través de Cinépolis Distribución.
‘Hasta la madre’
Largometrajes y series que exaltan al crimen organizado son la oferta de los últimos años para el público latinoamericano, mostrando a los grandes capos de la droga como héroes bien parecidos y redentores contra el gobierno.
Hernández Cordón dice que no le parecen ese tipo de visiones y pide que haya una mayor denuncia de los ciudadanos hacia el Estado mexicano.
“No estoy de acuerdo con la manera en que abordan el tema, eso creo que es diferente, y sí, la gente está hasta la madre, pero no le exige a las autoridades que hagan un alto, no reflexionan por quién votan, no investigan cuáles son los candidatos y sus vínculos, no le exigen al ejército que no sea parte del crimen organizado”, opina el director.
Además, Hernández Cordón cuestiona las conductas de atropello que suceden en este círculo criminal y que ya están siendo normalizadas en la sociedad actual.
“La saña con la que hacen las cosas no tiene sentido, es como una enfermedad, te pueden asaltar, te pueden hacer cosas pero no por eso te tienen que violentar, si de todos modos te van a dar lo que te están pidiendo”, dice.
No es otra película de narcos
Huck —claro homenaje a Huckleberry Finn— es quien narra Cómprame un revólver desde una mirada inocente, aunque consciente de que su padre está secuestrado por los malhechores de estupefacientes y su madre ha sido raptada por ellos, por lo que el rol de los antagonistas queda marcado: los malos de la película son los zares de la droga.
Para representar a Huck, el también guionista del filme le pidió a su hija Matilde que tomara el papel, además argumentó a los productores que él no la pondría en riesgo emocional, lo que lo orilló a hacer un trabajo arduo como padre y realizador durante tres meses de rodaje en Hermosillo, Sonora.
“Escribí muchas cosas pensando en ella, en como camina, para la gente que no ha visto la película, ella es sumamente maternal con el padre y Matilde es así conmigo, me pareció como lógico que ella actuara”, finaliza el cineasta mexicano.
Sí a las drogas
Para frenar al narcotráfico, el realizador está convencido de que se debe impulsar la legislación de estupefacientes, para poder hacer un mercado formal de ello y detener el comercio ilícito que es controlado por los capos.
“Creo que una manera de exigir un cambio o poder pedirlo es que se legalicen las drogas, es muy injusto que México pague con muertos el consumo mundial de las drogas, porque las drogas se consumen en todo el mundo, pero México pone los muertos”, reitera Hernández Cordón.