La ‘fuente’ de la juventud

Aún no se sabe de algún ser humano que haya encontrado la “fuente de la juventud", pero sí de hallazgos científicos recientes que podrían ayudar a evitar los estragos del envejecimiento.

El secreto podría estar en los hábitos alimenticios, el ejercicio y el balance de las emociones,  pues llevar un estilo de vida sano podría modificar nuestra genética.

María Alesandra Pámanes María Alesandra Pámanes Publicado el
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Una dieta baja en grasa, ejercicio moderado y el buen manejo del estrés detienen el deterioro y envejecimiento de las células
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Aún no se sabe de algún ser humano que haya encontrado la “fuente de la juventud”, pero sí de hallazgos científicos recientes que podrían ayudar a evitar los estragos del envejecimiento.

El secreto podría estar en los hábitos alimenticios, el ejercicio y el balance de las emociones,  pues llevar un estilo de vida sano podría modificar nuestra genética.

Un estudio publicado recientemente en The Lancet Oncology establece que hacer ejercicio, no fumar y comer sanamente repercute directamente sobre los telómeros –los hace más extensos–, que son protectores ubicados en los extremos de los cromosomas y que afectan de manera directa en el envejecimiento de las células.

Como dice Alice Park, de la revista TIME, aunque “no es la fuente de la juventud, sí puede ser el río que nos lleve a ella”.

Cada vez que se divide una célula, surge una sección de telómeros. Y cuando las telómeros se agotan, también lo hace la vida de la célula, enfatiza Park.

Dean Ornish, del Preventive Medicine Research Institute y la Universidad de California, en San Francisco, señala que “a menudo la gente piensa que si tiene malos genes, no hay nada que pueda hacer al respecto”. Pero los resultados del estudio que lideró Ornish “indican que los telómeros pueden prolongarse en la medida en que la gente cambia la forma en la que vive (…) y que los telómeros más largos se asocian con menos enfermedades y una vida más larga”.

“El acortamiento de los telómeros aumenta el riesgo de una amplia variedad de enfermedades crónicas. Creemos que el aumento de longitud de los telómeros puede ayudar a prevenir estas enfermedades e incluso prolongar la vida”, menciona Peter R. Carroll, profesor y director del Departamento de Urología de universidad mencionada.

El valor de los telómeros ha sido objeto de estudio durante años, de acuerdo al diario español ABC. Pero, a raíz del estudio a cargo de Dean Ornish se comprobó la repercusión de la longitud de los telómeros en la edad biológica, a nivel genético.

De hecho, ya hay centros de investigación que se encargan de medir la extensión de los telómeros.

Entre más cortos sean, hay mayor riesgo de muerte por enfermedades relacionadas con la edad, entre ellas algunos tipos de cáncer, obesidad, demencia, diabetes e infartos cerebrales.

Así que para mantener tus células “jóvenes”, nada mejor que llevar una vida sana, ejercitarse con moderación y tratar de manejar el estrés y las emociones que se encienden día con día. 

No solo es salud que alarga la vida –y la calidad de la misma–, sino que estéticamente es un boost a tu atractivo.

Larga vida a las células

Dean Ornish y su equipo recomiendan que para tener células que no envejezcan, las personas deben llevar una dieta baja en grasas, pero no una cualquiera, sino una en la que solamente el 10 por ciento de las calorías diarias esté compuesto por grasa.

Para el estudio de Ornish se analizaron 35 hombres, a lo largo de cinco años. Los voluntarios habían sido diagnosticados con cáncer de próstata.

Diez de ellos cambiaron su estilo de vida y dejaron la comida chatarra. En su lugar llegó una dieta baja en grasa, rica en frutas, verduras y carbohidratos refinados. 

También hicieron 30 minutos de ejercicio al día, seis días de la semana. Y ayudaron a que su cuerpo manejara mejor el estrés y las emociones con actividades como yoga y ejercicios de respiración y meditación.

Los 25 restantes no llevaron a cabo cambios en su estilo de vida y se quedaron como grupo control.

Los resultados demostraron que los 10 hombres que hicieron ejercicio, manejaron su estrés y sus emociones, y se alimentaron con una dieta saludable, tuvieron menos progresión del cáncer.

El grupo de 10 participantes que tuvieron mejoría tras los cambios positivos, fueron quienes demostraron en sus análisis que tenían niveles más altos de telómeros en sus células, en comparación con los que no hicieron esos cambios positivos en sus estilos de vida.

Y es que cambiar positivamente el estilo de vida contribuye a que se extiendan los telómeros en sus células y, por ende, a que se alargue la vida de las mismas.

Los telómeros de los participantes que mejoraron su estilo de vida crecieron hasta 10 por ciento en el lapso de cinco años.  Mientras que los 25 voluntarios del grupo control demostraron un incremento de solo el 3 por ciento.

Alimentos creados para ser saludables

Seguramente estarás pensando: “¿Cómo le hago para cambiar el estilo de vida por uno sano?”, más allá de inscribirte en un gimnasio y de hacer una hora completa de yoga y meditación, trata por caminar durante 30 minutos, seis días de la semana, tal como los participantes del estudio.

Pero, lo más importante, intenta llevar una dieta baja en grasas y rica en frutas y verduras. Sobre todo si se toma en cuenta que, en la actualidad, los alimentos están cargados de hormonas y conservadores.

Para contrarrestar los alimentos que brindan más problemas que beneficios para el cuerpo, han llegado nuevas propuestas de alimentos cuyo cultivo está modificado genéticamente o bien, son creados en un laboratorio para optimizar sus propiedades nutritivas.

Un ejemplo es la carne de la hamburguesa in vitro, la cual fue creada a base de células madre de tejido vacuno, evita el sufrimiento animal y no atenta contra el medio ambiente, pues su producción reduce la emisión de gases de efecto invernadero.

También están los granos del arroz transgénico, que contiene un gen –anticuerpo– para prevenir y proteger a los niños del rotavirus, una enfermedad que, al año, se cobra la vida de 500 mil niños.

Por otro lado, hay otra iniciativa en Filipinas que se traduce en la modificación de los granos de arroz para que contengan vitamina A, lo que ayuda a prevenir la ceguera y a reforzar al sistema inmunológico.

Y qué decir del brócoli creado en el laboratorio, cuya característica principal es acelerar el trabajo del metabolismo en el cuerpo, evitando que las personas desarrollen padecimientos como obesidad.

La BBC los describió como “superalimentos”, y lo cierto es que este tipo de alimentos cultivados y modificados desde que son creados traen consigo una tendencia que revierte las consecuencias de producir y consumir alimentos con conservadores. Y, pese a que modificar los alimentos para optimizar algunas de sus propiedades no es algo nuevo, esta práctica sí podría contrarrestar las cifras de desnutrición en los países menos desarrollados.  A su vez, los alimentos modificados forman parte de una alternativa que podría disminuir problemas de preocupación y alerta global como diabetes, sobrepeso y obesidad.

Esta industria de tecnología y alimentación emergente también identifica características de las variedades de los cultivos y los cruza para potencializar las propiedades de los alimentos.

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