La película Éxodo: La última marea advierte sobre el daño irreversible que se le está haciendo a la Tierra
La película Éxodo: La última marea ejemplifica cómo podría ser el mundo en caso de que las guerras, el cambio climático y la naturaleza humana continúen perjudicándolo. El cineasta Tim Fehlbaum explica que más que generar conciencia, busca que haya una reflexión que lleve a la transformación del entorno, antes de que sea demasiado tarde
Hidalgo NeiraLa película Éxodo: La última marea ejemplifica cómo podría ser el mundo. En un futuro lejano, no se sabe bien cuándo, el mundo ya ha sido devastado por completo, las guerras, el calentamiento global y las pandemias han hecho de la Tierra un lugar inhóspito y, entonces, sólo aquellos que son poderosos y tienen recursos económicos huyeron a Kepler 209, un planeta que se encuentra a más de mil 913 años luz.
Dejaron a su suerte a millones, sin pensarlo ni tentarse el corazón; sin embargo, dos generaciones después, una misión espacial llamada Ulises retornó con exploradores para revisar las condiciones en las que ahora se encuentra el planeta; los ahora keplerianos redescubre un mundo inesperado.
La Tierra, ahora un lugar de cientos de kilómetros de lodo, debido a que de noche sube la marea, y habitada por nómadas con una lengua ininteligible, tienen un factor que es de suma importancia para estos astronautas y es que hay condiciones de fertilidad, lo que no sucede en Kepler 209, debido a la radiación excesiva de este nuevo hogar.
Todo esto es lo que tiene que procesar Louise Blake, la única sobreviviente del Ulises 2, porque, cuando la primera cápsula fue enviada a la Tierra, décadas atrás, nunca se supo lo que pasó con ella. Además, esta astronauta descubre cómo es que los humanos se organizan para sobrevivir ante la intempestiva y agreste hábitat del mundo futurista.
Con esta premisa, el cineasta suizo Tim Fehlbaum construyó Éxodo: La última marea, largometraje de ciencia ficción que sale de los estándares hollywoodenses y que deja en claro que, de seguir perjudicando a la Tierra como lo hacemos hasta ahora, este escenario de devastación podría suceder, pero más grave aún, porque todavía en la actualidad no tenemos la posibilidad de hacer viajes interestelares.
“Lo que intentamos fue darle a la audiencia una experiencia real a nivel físico, como de aventura, intentamos que fuera lo más desgarrador posible, que te sintieras junto a nuestra protagonista. Además de eso, tenemos algo que decir acerca de temas que son verdaderamente importantes ahora mismo, reflejar ciertas cosas, por ejemplo, que tal vez nunca encontremos un planeta que tenga las condiciones de vida de la Tierra para poder habitarlo”, comenta Fehlbaum, en entrevista con Reporte Índigo.
Al cuestionar al director sobre si lo que quería mostrar en su película era la condición humana, el cambio climático y la desesperanza, concuerda en que sí era su objetivo, pero además de esto busca cambiar el pesimismo por un mensaje positivo.
“Todo esto de lo que preguntas está ahí en la película, pero tal vez, me gustaría que en lugar de desesperanza, tengamos esperanza, y eso es algo increíble que creo que ofrece la ciencia ficción como género, que puedes tener estos temas tan difíciles, pero meterlos en un contexto de alto contenido, hablar de esto en un sentido metafórico, y es algo que se hace constantemente”, comparte en videollamada desde Suiza.
La fortaleza femenina
Para Tim Fehlbaum, el terreno de la ciencia ficción ha servido para fantasear acerca de roles protagónicos con carácter femenino, algo que cada vez sucede más en el cine o la literatura contemporánea. Esto ya ocurría desde los 70 en este género tan especial, ejemplifica que la primera gran heroína en pantalla grande la inmortalizó el cineasta Ridley Scott en una producción de 1979.
“Ahora estamos en el punto en el que no importa si el protagónico es una mujer o un hombre, además está esta tradición en ciencia ficción, que impuso el más grande personaje femenino en toda la ciencia ficción para mí, que es Ellen Ripley en Alien: el octavo pasajero”, refiere el cineasta suizo.
Otro dato que comparte el creativo fílmico es que él creció rodeado de mujeres en su familia, lo que fue un ejemplo a seguir, por ello tanto en su anterior filme Hell (2011), como en Éxodo: La última marea, ha decidido hacer este tributo especial y tener como protagónicos a mujeres.
Éxodo: La última marea, ficción basada en la realidad
Lo que expone Tim Fehlbaum en su largometraje, pese a que podría parecer bastante futurista, lo adapta de situaciones o experiencias que realmente ya pasan en este momento, por ejemplo, para recrear las arduas labores que tienen que hacer los sobrevivientes en la Tierra, al punto de casi la esclavitud, observó a detalle el documental Workingman’s Death (2005), de Michael Glawogger, en el que se exhibe los trabajos más demandantes que suceden en el mundo.
“Es un documental que tienen que ver, es de los cinco trabajos más difíciles en todo el mundo, ¿te lo puedes imaginar? En un punto vemos a un periodista reporteando en una de estas playas desoladoras que están al norte de Alemania”, comenta.
Otra de las fuentes de inspiración para el cineasta y que llegó a través de uno de sus productores, Thomas Wöbke, fue el libro Keiko, del fotógrafo Tomasz Gudzowaty y publicado en 2012, que muestra la ardua labor de los llamados “destazadores de barcos” en Bangladesh, quienes en condiciones infrahumanas tienen que desmantelar las naves gigantes, con pagas raquíticas para sobrevivir.
“Este libro de fotos, Keiko, nos inspiró para crear el mundo postapocalíptico con barcos varados en la playa (…) Hay muchas películas, además de ciencia ficción, que me pudieron a inspirar y que adoro, pero creo que una que no es tan obvia y me impactó fue Under the skin (2013)” refiere el director.
Para él, era importante reflejar cómo es que los humanos, pese a que ahora vienen de Kepler 209, son ajenos a lo que fue su mundo natal, por eso resalta la producción de 2013 que habla de esto y también tiene el protagónico de otra mujer, Scarlett Johansson, sobre de otras cintas de ciencia ficción que podrían ser obvias como Mad Max (1979) o Mundo acuático (1995).