Letras en resistencia

La noticia de la quiebra de uno de los emporios libreros más importantes en EU abrió el debate en México sobre cuál es el destino de las editoriales en un país donde hubo 200 millones de pesos en pérdidas en 2016; empresarios piden al próximo presidente apoyarlos y realmente impulsar la lectura
Hidalgo Neira Hidalgo Neira Publicado el
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[kaltura-widget uiconfid=”38045831″ entryid=”0_30a6ahkm” responsive=”true” hoveringControls=”true” width=”100%” height=”75%” /] Todo comenzó con la columna de opinión de David Leonhardt en The New York Times el 6 de mayo pasado. Desde su título vaticinaba una alerta inminente: “Save Barnes & Noble!” (¡Salvar a Barnes & Noble! en español), en la que explicaba que el conglomerado más grande de venta de libros en Estados Unidos está al borde de la quiebra.

Después vino lo peor, las acciones del negocio librero han caído 32 millones de dólares en Wall Street, ¿acaso este emporio dedicado a los libros está destinado a morir?

“Sí, Barnes & Noble va a desaparecer indudablemente, porque están encontrando otros modelos de negocio, la venta vía electrónica, la venta digital, lo está sustituyendo”, responde Carlos Anaya Rosique, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (CANIEM) en entrevista con Reporte Indigo.

Ahora entra la incertidumbre al terreno mexicano, ¿Qué futuro les depara a las distribuidoras de libros? ¿se vive realmente de venderlos? ¿hay ganancia para las compañías que los fabrican?

Según las cifras presentadas por la CANIEM en “Indicadores del sector editorial privado en México 2016”, 30 millones de libros se dejaron de imprimir entre el 2015 y 2016, lo cual equivale a 200 millones de pesos en pérdidas, según un cálculo de Anaya Rosique.

Las editoriales Almadía, Leetra y Sexto Piso dicen a Reporte Indigo que han logrado subsistir en un mercado dominado por firmas transnacionales como Penguin Random House, Océano o Planeta, pese a que en sus primeros años hubo pérdidas y lo que recupera actualmente se vuelve a invertir para salir a flote.

Las librerías independientes mexicanas se ven opacadas por las grandes distribuidoras internacionales, contra las que no pueden competir

“No perdemos dinero, dejamos de perder dinero como en el año cinco (2007). No tenemos ganancias porque todo lo reinvertimos –entre las tres empresas que tenemos– pero facturamos cerca de 50 millones de pesos (anuales)”, explica Diego Rabasa, director editorial de Sexto Piso.

Para el dirigente de la casa editorial independiente la respuesta es sencilla, los lectores pertenecen a un selecto margen de la sociedad, no queda más que seguir adelante con los proyectos editoriales y defender las letras desde su trinchera.

“Yo creo que la lectura nunca ha sido una actividad masiva, siempre ha sido una actividad que le gusta a un segmento específico de la población y la sociedad salvo los grandes best sellers (…) creo que todo mundo está asfixiado, cansado, enojado, enajenado y veo en ciertas zonas la lectura como una especie de acto de resistencia”, dice.

El caso de Leetra que apenas llevan 4 años en el mercado y se dedica a publicar obras infantiles es similar al que presentaba Sexto Piso en su inicio, pero al día de hoy sus números son rojos.

“No hemos recuperado nuestra inversión, eso es una realidad (…) quizá apenas hemos recuperado la mitad o ni siquiera la mitad de la inversión que hemos hecho”, indica Erika Olvera, gerente general de la editorial.

Ante el presente año electoral, Anaya Rosique apunta a que el nuevo gobierno debe tomar acción para apoyar al negocio editorial y realmente impulsar la lectura en el país.

“Frente al nuevo gobierno –no sé cual será– pero cualquiera de ellos tiene que considerar a la industria editorial como una industria estratégica para el desarrollo del país. No somos unos mercenarios que vendemos, generamos cultura, tenemos una misión y una visión económica, pero también tenemos una visión cultural, eso el Estado debe entenderlo y hacer promoción de la lectura y hacer programas para el desarrollo de librerías”, explica el presidente de la CANIEM.

El reto de convencer a los padres

Erika Olvera decidió apostar por los niños. Su editorial Leetra ofrece títulos como “El secreto” de Émilie Vast,  y “Mi taza de té”, escrito por Dror Burstein e ilustrado por Meir Appelfeld. Pero no es suficiente con sacar al mercado a autores internacionales, ella se ha topado con trabas al momento de vender las obras.

“A veces cuando vamos a las librerías nos topamos con la sorpresa de que nuestros libros ni siquiera los han sacado de las cajas, entonces ni siquiera tenemos la oportunidad de ser exhibidos y que la gente de manera natural nos conozca”
Erika OlveraEditorial Leetra

Uno de los argumentos con los que constantemente se topa es que los padres no están dispuestos a pagar por un libro que es ilustrado y tiene poco diálogo porque se les hace caro.

“La librería Gonvill de Guadalajara, justamente me dijeron –la chica de compras– ‘es que tus libros están muy caros para tan poco texto que traen’. Entonces le dije ‘pues muchas gracias, no vamos a trabajar con ustedes’”, recuerda la gerente de Leetra.

Un ejemplar de “Se renta departamento” escrito por Lea Goldberg e ilustrado por Eva Sánchez Gómez que es publicado por la editorial Leetra puede costar en Librerías Gandhi alrededor de 280 pesos, dinero con el que se pudiesen comprar tres boletos de cine (2 adultos y un niño) más un combo de palomitas y refrescos.

Carlos Anaya Rosique, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana A veces cuando vamos a las librerías nos topamos con la sorpresa de que nuestros libros ni siquiera los han sacado de las cajas, entonces ni siquiera tenemos la oportunidad de ser exhibidos” Erika Olvera Editorial Leetra (CANIEM), dice que uno de los problemas en México es que no se valora al libro porque se piensa que debe de ser gratuito, ya que se entrega como herramienta de estudio desde la formación básica en las escuelas públicas.

“No es por un problema de precio, es por un tema que desde siempre a todas las generaciones, cuando menos las últimas 4 generaciones, cuando menos los últimos 60 años, los libros a los niños se les ha regalado y nunca se les dijo que eran el resultado del esfuerzo y de los impuestos de sus papás”, señala.

Librerías independientes: el pendiente

¿Cuántas veces llegamos a Gandhi, al Péndulo o el Sótano y lo primero que se ve en novedades son libros de editorial Planeta, Random House u Océano? ¿Dónde quedan los sellos independientes? El editor de Almadía, Luis Jorge Boone, explica que estas grandes librerías dan preferencia a los grandes imperios trasnacionales de las letras.

“Las distribuidoras que funcionan no están pensadas para las editoriales independientes y por eso en las librerías vemos casi siempre lo mismo”, comenta.

Aunque ha notado que sí hay más espacios de venta de libros en la Ciudad de México, éstos están centralizados a las colonias de siempre, como La Condesa o La Roma.

“Hay muchas ciudades, regiones, estados donde prácticamente las librerías son un museo o son una especie de fósil de otra época, donde no se consigue casi nada, yo creo que esas son las librerías que deberían de abrirse”, expresa Boone.

Diego Rabasa, director editorial de Sexto Piso, es más crítico ante esta realidad y compara cómo está la situación respecto a otros países y cómo es que se deberían aperturar más espacios de venta de corte independiente.

“México tiene uno de los peores índices de librerías per cápita en toda Latinoamérica, hay una librería más o menos cada 110 mil habitantes, para que te des una idea en Alemania hay una cada 7 mil, en España hay una cada 12 mil, en Argentina hay una cada 25 mil o sea es raquítico y desastroso (…)”, señala Rabasa.

La repartición del libro

El negocio detrás de un texto publicado se maneja prácticamente con una misma fórmula universal, tanto las editoriales como la CANIEM convergieron en que funciona de manera similar para todos:

10% son las regalías del autor

40% va para la librería o distribuidora que vende el libro

50% es para la casa editorial y sus gastos se dividen en

15% para gastos administrativos

5% se invierte en promoción

20% es para recuperar el costo de producción

6% se va en impuestos

4% es la utilidad de la publicación para la editorial

eBook ¿aliado o enemigo?

Para el editor de Almadía, Luis Jorge Boone, el uso del libro electrónico debería ser un soporte para el lector moderno, auxiliar para conseguir ciertos textos y sería mejor si sólo sirviera para textos académicos.

El también autor nacido en Monclova, Coahuila, confiesa que sí lee ejemplares de manera electrónica, sobre todo obras que están fuera de catálogo o son inconseguibles en México, pues considera al libro como un objeto insustituible.

“Yo siempre he dicho, bueno pero ¿cómo me va a firmar el autor mi libro electrónico? (risas) incluso lo digo de broma pero hay una relación de fetichismo, de coleccionismo que el libro electrónico no puede ejercer”, agrega.

Carlos Anaya Rosique, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (CANIEM), ve al eBook como otra manera de vender textos a quienes lo requieran, que es funcional para cierto público y sigue promoviendo la lectura en sus consumidores.

“No es ni aliado ni enemigo, es un modelo de negocio, las editoriales tenemos libro físico, libro electrónico, son modelos de negocio, habrá quien decida irse por ahí (…) hoy tenemos a muchos jóvenes leyendo y demandando libro en papel y señores grandes que demandamos libro electrónico porque podemos ampliarle la letra”.

Millennials ¿realmente leen?

Se dice que los jóvenes leen al utilizar redes sociales y hacer uso del celular todo el tiempo, pero ¿cuál es la realidad? El escritor y editor Luis Jorge Boone ve prácticas distintas entre las generaciones y ejemplifica con su hija de 14 años de edad la manera de cómo se lee en la actualidad.

“No lee exactamente lo mismo que yo, no lo hace de la misma manera que yo, no lo hace con la misma periodicidad que yo, ni con la misma duración pero yo no podría decir que no lee (…) lo que sí creo es que nunca como ahorita, en ningún momento de la historia había habido tantos recursos para hacerse de información”.

Carlos Anaya Rosique, presidente de la CANIEM, resalta las palabras del antropólogo argentino Néstor García Canclini para hablar del tema: “Hay las lecturas, no la lectura. Se lee en un celular, se lee periódico, revista ¿de qué estamos hablando? Esa es la dimensión”.

El titular de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana indica que esta lectura virtual es superficial y no profundiza ni invita al sano debate, “acaba siempre –con mucho respeto– mentándose la madre él uno al otro. No acaba en una reflexión que los llevara a la investigación, ese es el problema”.

“Nunca en la vida se había leído tanto como se ha leído ahora, nunca en la vida se había escrito tan mal como se escribe ahora, lectura y escritura van juntas”
Carlos Anaya RosiquePresidente de la CANIEM

Periodista de profesión, Anaya Rosique resalta que las novelas gráficas sirven para ser un primer puente de lectura hacia textos más avanzados y aplaude que los jóvenes se acerquen a ellos.

“Que bueno que hoy están los comics ¿por qué? Porque es la entrada a la lectura, nuestra responsabilidad, la de la industria la de la sociedad civil y la del Estado es que sobrepasen ese nivel, que después de leer comics lean otras cosas (…) Sí, los millennials leen, muchos jóvenes prefieren el papel cuando tienen que leer algo enserio”, reflexiona.

El monopolio del papel

Un problema al momento de llevar los textos a imprimir es el costo del papel, el nuevo oro blanco, ya que solo en México se producen bond y couché, cualquier otro tipo de material tiene que ser importado y esto alza el precio al momento de realizar un libro.

Al menos 2 de cada 10 libros son piratas en México, lo que equivale entre 500 y 700 millones de pesos en pérdidas, según la CANIEM

“Ahí hay un monopolio que tienen algunas imprentas, también sucede lo mismo que con las editoriales, se vuelven grupos cada vez más poderosos. Si tú quieres imprimir en otro tipo de papel, que obviamente te da otro tipo de calidad también, es carísimo”, dice Erika Olvera, de Editorial Leetra.

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