Lo cool
 de ser papá

Debo confesar que escribo desde la ignorancia. No tengo hijos y ciertamente la simple idea de llegar a serlo en estos momentos activa una serie de alarmas que, en conjunto, pueden abrumarme, como a muchos otros hombres. 

La salida fácil es decir a los cuatro vientos que no estamos cerrados a la posibilidad de, pero eso solo reafirma la postergación del evento natural más trascendental en la vida del hombre (claro, esto también incluye el magnánimo y noble acto de la adopción). 

Juan Antonio Zertuche Juan Antonio Zertuche Publicado el
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 "Antes de convertirme en papá, todo mundo me decía lo difícil que sería (…) Pero cuando mi hijo nació, nadie me dijo que en realidad disfrutaría de esto"
David M.PerezRevista Kindling

Debo confesar que escribo desde la ignorancia. No tengo hijos y ciertamente la simple idea de llegar a serlo en estos momentos activa una serie de alarmas que, en conjunto, pueden abrumarme, como a muchos otros hombres. 

La salida fácil es decir a los cuatro vientos que no estamos cerrados a la posibilidad de, pero eso solo reafirma la postergación del evento natural más trascendental en la vida del hombre (claro, esto también incluye el magnánimo y noble acto de la adopción). 

El tema de la paternidad, desde la postura de la soltería, está llena de prejuicios y clichés. Por un lado está el temor de perder un estilo de vida cómodo, en donde las desveladas, las salidas al cine o las horas de sueño interrumpidas son defendidas con celo sagrado; por otro, el sinfín de anécdotas escatológicas pueden ahuyentar a más de uno. 

Pero las satisfacciones personales, emocionales y hasta intelectuales que acompañan al proceso de la paternidad, son poco ventilados y discutidos. 

Además, a estas alturas, la paternidad no necesariamente está relacionada a la “tradicional” formación matrimonial; ni tampoco necesariamente a los roles de madre y padre. 

En esta ecuación de la paternidad moderna entran en juego factores como el desempeño económico de pareja (quizá uno de los factores más importantes –y populares– a considerar), o el fenómeno de las madres y padres solteros; hasta la orientación sexual de los padres. Hoy más que nunca, la idea del modelo único de paternidad es obsoleta. 

Otros fenómenos también están cambiando la concepción tradicional de la paternidad. En una moderna relación de pareja heterosexual, hombres y mujeres comparten roles y tareas como padres de familia no solo por mutuo acuerdo, también por el cada vez más común desempeño profesional de las mujeres. 

Así que ser padre implica mucho más que llevar el sustento al hogar. Hay que cambiar pañales, cargar la carreola, despertarse de madrugada, etcétera. 

Paternidad
2.0 

“Antes de convertirme en papá, todo mundo me decía lo difícil que sería (…) Pero cuando mi hijo nació, nadie me dijo que en realidad disfrutaría de esto”, le confesó recientemente David Michael Perez, editor en jefe de Kindling Quarterly, a The New York Times.

Perez, de 32 años de edad, está al frente de una nueva revista editada en Nueva York que “presenta un diálogo reflexivo sobre la paternidad que no se encuentra en el paisaje cultural actual”. 

La existencia de una revista como Kindling solo confirma una nueva tendencia que, bajo los prejuicios antes mencionados, resulta difícil de vender: ser papá es cool. 

“A través de ensayos, entrevistas, editoriales, arte y fotografía, resaltamos a los individuos creativos cuyas vidas y trabajo son inseparables de su rol como padres”, reza la descripción del proyecto. 

No solo eso, Wired mantiene “Geek Dad”, un popular blog cuya descripción de su cuenta en Twitter podría definir al concepto del padre moderno: “Criando a la generación 2.0 de geeks. Somos padres de familia y geeks de todo el mundo, escribiendo sobre lo que más amamos”. 

Lo vemos todos los días, con niños –e incluso a veces bebés– usando casi de manera instintiva iPads, jugando con apps en el iPhone o en cualquier otra tecnología que usamos.

Y es que a diferencia de nuestros papás (spoiler: pertenezco a la generación millennial), miembros de la generación Baby Boomer, quizá no haya un momento en la historia reciente en que la brecha generacional entre padres e hijos sea tan cerrada como en ésta. En materia de entretenimiento, cultura y tecnología, los padres de hoy comparten muchas más cosas con sus hijos que los de las generaciones anteriores. 

Sin denostar, de hecho al contrario, parece que está surgiendo en algunos sectores un aprecio entre geek y hipster de la paternidad. La lectura de revistas como el caso de Kindling, blogs, libros, apps y otras herramientas o guías de paternidad, podrían estar cambiando ese temor inicial por hacerse de una responsabilidad como la de un papá. 

Responsabilidad que puede resultar más cool de lo que imaginamos. Una editorial reciente en The Atlantic incluso sugiere que “podríamos redescubrir nuestra capacidad para la diversión” al ser padres.

Padres de testosterona 
baja

Un estudio publicado en septiembre de 2011 en Proceedings of the National Academy of Sciences, encontró que los niveles de testosterona de los hombres caen estrepitosamente en el momento de ser padres. 

Incluso hasta cinco años después de haberse convertido en padres, los niveles de testosterona registrados disminuyeron hasta un 34 por ciento. Los descensos más marcados de  se asociaron a aquellos padres que le dedicaron más tiempo de cariño a sus hijos. 

¿Eso significa que dejan de ser machos? No, pero quizá una pareja celosa podrá dormir en paz con esto: “Un papá con bajos niveles de testosterona es tal vez un poco más sensible a señales que vengan de su hijo, y tal vez es un poco menos sensible a las señales que le envíe una mujer que acaba de conocer en un bar”, dice el antropólogo Peter Gray de la Universidad de Nevada. 

Cuerpo sano, 
espermatozoides abundantes

Si ya estás convencido de que ser papá es algo cool y estás en vías de buscarlo, tal vez esto te interese. 

La Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard concluyó en un estudio reciente que el ejercicio aumenta la probabilidad de paternidad.

Los hombres que se ejercitan 15 horas o más por semana, “a un ritmo de moderado a vigoroso”, cuentan, en promedio, con 73 por ciento más número de espermatozoides que aquellos hombres que se ejercitan 5 horas o menos a la semana. 

Y no solo el ejercicio esporádico o leve no tuvo ningún efecto, sino que el sedentarismo prendió los focos rojos de alerta: aquellos hombres que veían 20 o más horas por semana la televisión tenían 44 por ciento menos número de espermatozoides que aquellos que la veían muy poco. 

“Lo que creemos que está pasando es que el estar físicamente activos incrementa la exposición de encimas antioxidantes, que sabemos incrementa la cuenta de esperma (…) Estar inactivo es lo opuesto: está relacionado a mayores niveles de estrés oxidativo, relacionado a una pobre producción de esperma”, señala Jorge Chavarro, profesor asistente de nutrición en Harvard. 

Pero cuidado. Antes de ponerse intensos con el ejercicio –por cuenta propia o por “presión” de pareja– es importante aclarar que otros estudios apuntan a que el ejercicio en extremo (o de alto rendimiento), puede afectar la producción de esperma.

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