María Lorena Ramírez nació y creció rodeada de naturaleza, viendo un escenario repleto de flora y fauna que sólo las sierras tarahumaras pueden ofrecer. Sus costumbres familiares, de raíces originarias, la hicieron acoplarse a ciertas actividades, como correr largas distancias para arribar de un pueblo a otro o simplemente por placer, para disfrutar del clima del campo, caluroso con vientos ligeros.
Este estilo de vida campestre fue capturado por el director Juan Carlos Rulfo, quien hace sólo un par de días expuso el resultado final: Lorena, la de los pies ligeros, un documental presentado en Netflix con el propósito de reflejar la vida de una deportista nacional.
Lorena ha corrido por diferentes partes del país y del mundo. Su primer carrera fuera de México fue en 2017 en la isla canaria Tenerife, en España. Vestida con falda, o sipúchaka de pliegues, recorrió 100 kilómetro. Sus sandalias de plástico, los únicos zapatos con los que corre, no salieron perjudicados.
“La primera vez que mi padre me llevó a Guachochi (población del estado de Chihuahua) fue para una carrera de 10 kilómetros (…) Estaba contenta porque nadie me podía seguir el ritmo”, se le escucha decir a Lorena Ramírez, en el proyecto de 28 minutos de duración.
En una de las escenas, la joven está sentada en un par de rocas y le muestra a la cámara una bolsa negra repleta de cajas de tenis de marca para correr. Aunque los aceptó, confirmó que no los usará, pues todos a quienes se los ha visto puestos van detrás de ella en la mayoría de las carreras.
Para el académico de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, Fernando García Aguirre, especialista en televisión, este proyecto muestra múltiples riquezas, y una de ellas es la realidad de una etnia que está viviendo en la sierra tarahumara, una población que, de acuerdo con la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, llega a carecer de necesidades alimentarias básicas, como el agua.
Y es que la familia de la ultramaratonista vive alejada de la ciudad y del desarrollo tecnológico. Lo único que rodea a su casa son árboles, caballos y borregos, a los que Lorena, junto a sus hermanos, arrea.
Sin embargo, a la corredora se le ve feliz en ese escenario, un campo que ya conoce y que sabe cómo manejar. Cuando está frente a la cámaras, por otra parte, sus gestos parecen duros, como si estuviera contando el tiempo para terminar una carrera e irse a las montañas, a su hogar.
“Su gesto duro comunica mucho y a la vez no comunica nada, parece harta de la popularidad y manifiesta hasta un poco de inconsciencia en lo que está haciendo, en lo que ha logrado, pero regresa a su lugar de origen y su rostro se transforma en uno suave, hasta sonríe”, enfatiza el académico.
Uno de los aspectos más importantes para el especialista es cómo se le refleja a Lorena Ramírez en este documental, pues más allá de la deportista nacional, se demuestra que es una mujer valiente, con carácter, y que es la integrante de un grupo social considerado como vulnerable y olvidado.
En el ensayo Cultura mística de la sierra tarahumara (Universidad Iberoamericana, 2016) de la comunicóloga Lucila Navarrete Turrent, enfatiza que los tarahumaras son la única tribu numéricamente importante (con un total de 60 mil, ubicados en la sierra tarahumara) que ha logrado mantener su cultura prácticamente estática, a pesar del tiempo.
Documental sobre Lorena Ramírez Rompe esquemas televisivos
En entrevista con Reporte Índigo, el catedrático Fernando García Aguirre comparte que este proyecto rompe con los esquemas televisivos porque no es el tipo de material que la gente está acostumbrada a ver, pues es un documental que plasma más cosas de las que se pueden llegar a apreciar a primera vista.
En ese sentido, el académico destaca la utilización de una lengua indígena, la estética de la fotografía, la alimentación que tiene la familia y la vestimenta que utilizan. Todos estos elementos, confirma García Aguirre, son puestos al televidente para mostrarle rasgos que poca gente ve, específicamente aquella que ha visto toda su vida televisión comercial.
“Es un género que nos provoca hacer una lectura, una apreciación más allá de lo evidente, más allá de lo que nos muestra la pantalla”, dice el profesor.