Los 50 del Museo de Antropología
Así, el sexenio resultó en una explosión educativa. Se construyeron 30 mil escuelas para satisfacer la demanda de primarias rurales y a la vez se planeó dar un extra al conocimiento al proyectar muchos museos, ediciones de libros clásicos y de los nuevos escritores, y la institución del Libro de Texto Gratuito para la primera fase del ciclo escolar.
Norma Garzahttp://youtu.be/WtEdyV8KD1c
Así, el sexenio resultó en una explosión educativa. Se construyeron 30 mil escuelas para satisfacer la demanda de primarias rurales y a la vez se planeó dar un extra al conocimiento al proyectar muchos museos, ediciones de libros clásicos y de los nuevos escritores, y la institución del Libro de Texto Gratuito para la primera fase del ciclo escolar.
En esa época a Gogó surgieron los escritores del Boom, Juan José Arreola era el tutor de muchos noveles creativos, Carlos Fuentes prometía mucho y en pintura se decía adiós al nacionalismo para saludar las propuestas más audaces post Ruptura.
México se apostaba en una internacionalización y era también el momento de reconocer y dar el mejor lugar a lo nuestro. Reivindicar lo mexicano y exhibir nuestros cimientos.
La promoción cultural fue reconocida desde el nombramiento del diplomático e intelectual Torres Bodet, y se puso en marcha casi al inicio del sexenio con la planeación del Museo Nacional de Antropología (MNA), el Anahuacalli, la Pinacoteca Virreinal, el Museo de Historia Natural, el Museo de la Ciudad de México y el de Arte Moderno.
El más grande y ambicioso de todos, el Museo de Antropología, albergaría la enorme colección de piezas prehispánicas que por el espacio limitado no cabían ya en el antiguo Museo de la Calle de Moneda, en donde se catalogaban objetos descubiertos y apreciados desde el virreinato, en 1790.
En los tiempos de Maximiliano de Habsburgo, 100 años antes de la construcción del actual edificio de Chapultepec, que celebra 50 años, se ordenó que parte de las colecciones se trasladaran a Calle de Moneda 13, en donde se colocó una de las colosales cabezas Olmecas.
Ahí estaban los enormes monolitos encontradas en los sitios arqueológicos de las diferentes etapas y culturas del México ancestral, el original y el básico.
Nuevo edificio para 30 siglos de historia
Otro espacio para exhibir las piezas arqueológicas prehispánicas, llamado Museo Nacional, se creó en 1925. Ahí tenían el papel protagónico Coatlicue y la Piedra del Sol, que ocupó el lugar principal del edificio de Chapultepec, inaugurado el 17 de septiembre de 1964, después de un tiempo de construcción récord de un año y medio, según afirma la página del Museo.
Para la planeación, a partir de febrero de 1963, se formó un Consejo Ejecutivo de intelectuales especialistas en antropología, arqueología, equipo didáctico, museográfico, artístico para maquetas y el equipo arquitectónico. Todos ellos coordinados por el arquitecto Pedro Ramírez Vásquez (1919-2013).
El museo estaría en Bosque de Chapultepec, en donde el mismo arquitecto diseñó el Museo de Arte Moderno, inaugurado el 20 de septiembre de 1964.
Se designaron 30 mil metros cuadrados de exhibición y un total de 70 mil con áreas externas y las críticas surgieron. ¿Qué pretendían exhibir? ¿Qué tantas piezas había?
El tiempo le dio la razón a los precursores de la idea y las bodegas, que parecían inútiles de tan grandes, ahora están llenas de tesoros prehispánicos que de exhibirse podrían llenar dos espacios más de las mismas dimensiones.
Después de 50 años de inaugurado, y ahora con adaptaciones como la sala de exhibiciones temporales, dos auditorios, una biblioteca y la sala de restauración, se comprueba que el recurso arqueológico mexicano parece ser inagotable, y aunque es patrimonio nacional y no pueden salir del país ni comercializarse, además hay colecciones entre muchos particulares que aunque pueden guardarlas y conservarlas fuera del museo, tienen la obligación de registrarlas y en caso de ser solicitadas, entregarlas al Instituto Nacional de Antropología e Historia.
El proyecto incluía el patio central, inspirado en el Cuadrángulo de las Monjas, de la zona arqueológica de Uxmal, Yucatán. A los lados se encuentran las salas dedicadas a cada una de las culturas mesoamericanas de las regiones del país.
En cada una de ellas el punto central es la maqueta que reproduce el sitio de donde proceden las piezas en exhibición, elaboradas por artistas mexicanos convocados por el Consejo del proyecto.
La expectativa que se creó en la primera mitad de la década de los 60 fue enorme. La gente acudía a ver el avance de la obra, y se formaban vallas de personas para ver el traslado de los monolitos desde su sitio de origen o del antiguo museo.
Desde Coatlichan, en el Estado de México, llegó el monolito de Tláloc, el dios de la Lluvia, de 165 toneladas y siete metros de altura. La Piedra del Sol, pieza central del museo de la Calle de Moneda, hizo el recorrido desde el Zócalo, el Paseo de la Reforma y llegar al MNA.
En el comité de artistas estaba Rufino Tamayo, quien pintó el mural “El día y la noche”, Rhina Lazo hizo el gran caracol de bronce que antecede la Sala Mexica, José Chávez Morado la base del “Paraguas”, una escultura colgante que domina el área de acceso.
La museografía incluyó las salas de Antropología, Mesoamérica, 11 salas de las culturas mexicanas, y ocho de etnografía que incluye 50 grupos indígenas.
Según explicaba Ramírez Vázquez, trataba de hacer salas independientes que fueran visitadas según el interés, sin necesidad de recorrer todo el museo para llega a la cultura o época deseada. Y así fue.
Las salas tienen vida independiente, siendo la principal y la que abre, la de la cultura mexica, la última sobreviviente de la conquista y sobre la cual se han encontrado vestigios y grandes piezas en excelente estado de conservación.
Los mexicas ocupaban la Ciudad de México al llegar los españoles, y las piezas más significativas como la Coatlicue, y la Piedra del Sol, fueron rescatadas en trabajos de nivelación y restauración del la arquitectura del Centro Histórico de la capital en lo que fue el Templo Mayor.
Así empezaron a formarse las colecciones, desde el virreinato al final del Siglo 18, y ya superado el trauma de la conquista, los mismos virreyes, como Revillagigedo, tenían cuidado de conservar las piezas, exhibirlas y poco a poco, incrementar la colección de la Calle de la Moneda, ancestro del actual Museo Nacional de Antropología que tiene una historia de medio siglo y continúa como el museo más concurrido de México con más de 2 millones de visitantes por año.
Forma parte del proyecto de arte Google, que seleccionó a 250 museos de todo el mundo que incluye el Louvre de París, el Hermitage de Rusia y muchos famosos espacios que suman el Museo Dolores Olmedo, el Frida Kahlo Casa Azul y el Museo Nacional de Arte (Munal) al de Antropología que celebra su primer medio siglo de historia.
Y sigue creciendo. Los murales se han incrementado al paso de los años, las piezas se recuperan de coleccionistas extranjeros, aparecen en subastas internacionales, o se encuentran en exploraciones en los 38 mil sitios arqueológicos y se exhiben en las salas que se actualizan para utilizar los materiales más modernos de museografía para hacer la visita más enriquecedora.
Por eso es un must visitarlo una y otra vez en la Ciudad de México. La cultura mesoamericana es ancestral pero el mejor lugar para mostrarlo es aún joven. Tiene 50 años en el Bosque de Chapultepec y 30 siglos de historia rescatada del territorio nacional.
> 50 años del MNA
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