Los juegos de la violencia
La saga de "Los juegos del hambre" no solo es un éxito literario cuya adaptación al cine recaudó casi 700 millones de dólares en las taquillas, ahora es una realidad que disparó la violencia entre niños y jóvenes.
En Florida, Estados Unidos, una escuela organizó un campamento de verano basado en esta historia, pero su idea tuvo que cambiar dada la violencia que se generó entre los pequeños participantes.
Su comportamiento y sus expresiones verbales fueron crudos y agresivos, lo que alertó a los organizadores y a los psicólogos involucrados.
María Alesandra PámanesLa saga de “Los juegos del hambre” no solo es un éxito literario cuya adaptación al cine recaudó casi 700 millones de dólares en las taquillas, ahora es una realidad que disparó la violencia entre niños y jóvenes.
En Florida, Estados Unidos, una escuela organizó un campamento de verano basado en esta historia, pero su idea tuvo que cambiar dada la violencia que se generó entre los pequeños participantes.
Su comportamiento y sus expresiones verbales fueron crudos y agresivos, lo que alertó a los organizadores y a los psicólogos involucrados.
Lisa Gartner, parte del staff del campamento, señaló que entre los comentarios de los niños estaban los de Sidney Martenfeld, de 14 años, quien gritó: “¿Qué vamos a hacer primero?” y “¿Nos vamos a matar unos a otros primero?”.
Según Vanity Fair, también se presentaron conflictos entre amigos, tales como el de Rylee Miller y Julianna Pettey, ambas de 12 años. Miller le dijo a Julianna: “No quiero matarte”.
Julianna le contestó: “Probablemente te mate primero”, después le puso las manos en los hombros a Rylee y le dijo: “Probablemente te apuñale”.
“Los juegos del hambre” muestra a niños y jóvenes de diferentes distritos que se enfrentan a muerte cada año hasta que uno de ellos quede con vida.
Pero ese no era el objetivo de este campamento de verano, los organizadores buscaban que se reforzara el trabajo en equipo, la cooperación y el esfuerzo de los niños.
Joey Royals, uno de los participantes, dijo a The Tampa Bay Times que si tenía que morir, quería que fuera “por un flechazo. No me mates con una espada. Prefiero un balazo”, declaración que sorprendió al comité organizador.
Aunque no hubo percances graves, este campamento de una semana cambió totalmente su enfoque y los niños en lugar de luchar –simbólicamente– a muerte, tuvieron que esforzarse por trabajar mejor con su equipo.