-Nos trajo un señor –responde una niña de siete años de origen guatemalteco.
-¿Un coyote?
-No, un señor, afirma la criatura.
Manu, con 17 años cumplidos y proveniente de Honduras, es parco en sus palabras al indicar que su país no ve por sus habitantes. “¿Con mi gobierno? Ponle ahí en tu libreta que no hacen nada por nadie como yo, que ése es el problema”, expresa con enojo el menor de edad.
-¿Y cómo termina la historia de esos niños perdidos? –pregunta Maia, la hija de seis años de Valeria Luiselli.
-Todavía no sé cómo termina –le responde a su hija.
Luiselli, quien vive en Nueva York, trabaja como intérprete en la Corte Federal de Inmigración y es de sus vivencias personales que nace “Los niños perdidos (Un ensayo en cuarenta preguntas)”, publicado por Sexto Piso. En este libro recopila su experiencia al tratar con los inmigrantes infantes y adolescentes ante su proceso legal en Estados Unidos.
“México no tiene el aparato, la transparencia que se requiere para tener un conteo y una visión más clara, el horror sucede aquí y en Estados Unidos también”, dice y cuestiona cómo es que no hay una estadística precisa para saber cuántos niños no logran cruzar la frontera y se quedan varados para lograr el sueño americano.
De estos testimonios Luiselli decidió formular este ensayo personal y dejó en pausa una novela que hasta hoy sigue en el tintero, la prioridad se convirtió en hablar de estos casos inauditos de vivencias transfronterizas.
Un adolescente migrante le dijo a la escritora: “mi mamá siempre me dice que nací con buena suerte”, en referencia a que la Border Patrol le encontró antes de morir deshidratado en el desierto. Ese es el mejor escenario posible para los menores que después enfrentan a la ley estadounidense.
-¿Por qué viniste a Estados Unidos? –le pregunta Luiselli a otra niña anónima.
-Porque quería llegar.
Más preguntas que respuestas
Del ensayo de Luiselli, Jon Lee Anderson pronuncia “no hay respuestas, tan solo más preguntas”, en el prólogo que da inicio a “Los niños perdidos”. De las pocas estadísticas que se tienen en México, la Comisión Nacional de Derechos Humanos publicó que 11 mil 333 personas han sido víctimas de secuestro en su paso migrante, hasta 2011.
Además se estima que desde hace 10 años han desaparecido más de 120 mil indocumentados en su tránsito por México.
“La gran mayoría viene huyendo precisamente del intento de reclutamiento de las `gangas’ como les dicen a las pandillas, entonces naturalmente son casi todos adolescentes”, aclara la autora.
Una de las grandes preocupaciones de Luiselli es que debido a la falta de estudios en nuestro país, no se tiene un censo de cuántos niños se quedan varados en el camino, siendo presas del tráfico de personas, muertos al subir a “La Bestia”, entre otras circunstancias.
Transformando al odio
De la xenofobia, la segregación y el discurso de odio que Donald Trump invocó en sus discursos de campaña para la presidencia, Luiselli cree que todo esto puede generar organización y un cambio en la sociedad civil.
“Años de humillaciones, opresiones y odio pueden –bien encausadas y si hay un buen líder– acabar con la esclavitud o alzar un movimiento de derechos civiles”, comenta.
Luiselli explora que parte de las ventas del libro puedan servir para ser donadas a las patronas, las mujeres que ayudan con comida a los migrantes en Veracruz y con estos esfuerzos marcar una diferencia a futuro desde México.
“No es heroico, no es altruismo, son acciones chiquititas, la suma de esas cosa genera como sociedades más comprometidas los unos con los otros, como esperanza de fuerza política frente a gobiernos que incluso no eligieron”, declara.
Improbable la deportación
Para Luiselli una de las políticas de Trump, como pudiera ser la deportación masiva si se lo propusiera, sería improbable porque representaría un costo exorbitante para Estados Unidos y además tardaría décadas.
“Es muy improbable que Trump deporte a los 11.9 millones de indocumentados, eso tardaría más de 20 años, es como una estadística bien formada en muchos medios la reproducen, y costaría entre 500 y 600 billones de dólares, le cuesta mucho más a Estados Unidos deportar a sus indocumentados que legalizarlos, además ya pagan impuestos con cada cosa que compran”, pronuncia.
Impotencia mexicana
Luiselli se sintió impotente al ver la situación de los mexicanos en EU, cuando ganó Trump.
“Un chavillo de gorra ‘Make America great again’ en el tren (…), era el día 9, me senté enfrente de él, fui yo la idiota que lo confrontó, le dije ‘¿no tienes el mínimo de empatía por las muchas comunidades que viven en tu país? ¿qué han sido humilladas consistentemente el último año? Yo estaba como quebradiza, llorosa y se empezó a cagar de risa (…) la gente que no sentía que podía expresar abiertamente su racismo, ahora siente que tiene todo el derecho”.
Lo indispensable para el paisano
Valeria Luiselli enumera en tres puntos clave lo que todo indocumentado debe de saber al permanecer en Estados Unidos:
1 No hay que tener miedo.
2 Acudir a centros de apoyo.
3 La palabra ‘ilegal’ es incorrecta, ya que cruzar la frontera no es un crimen, es una falta administrativa.