Mal dormidos y reprobados

Cada regreso a clases trae consigo el reto de adaptarse a un nuevo horario. La recomendación suena muy fácil: si no te desvelas, no sufrirás a la mañana siguiente. 

Pero no se están considerando los horarios de entrada de las escuelas. 

Al menos en Estados Unidos, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) ya advirtieron a la población sobre los efectos negativos de comenzar clases antes de lo recomendado en la salud, la seguridad y el éxito académico de los estudiantes de escuelas secundarias y preparatorias.

Eugenia Rodríguez Eugenia Rodríguez Publicado el
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Cada regreso a clases trae consigo el reto de adaptarse a un nuevo horario. La recomendación suena muy fácil: si no te desvelas, no sufrirás a la mañana siguiente. 

Pero no se están considerando los horarios de entrada de las escuelas. 

Al menos en Estados Unidos, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) ya advirtieron a la población sobre los efectos negativos de comenzar clases antes de lo recomendado en la salud, la seguridad y el éxito académico de los estudiantes de escuelas secundarias y preparatorias.

Las escuelas que inician clases antes de las 8:30 de la mañana no permiten a los estudiantes la oportunidad de obtener la cantidad de sueño recomendada para los días escolares: entre 8.5 y 9.5 horas. 

Además, es más probable que un adolescente que no haya dormido bien sufra algún accidente al volante. 

De hecho, el año pasado la Academia Americana de Pediatría (AAP) también recomendó a las escuelas que sus horarios no deben comenzar antes de las 8:30 horas.

“La evidencia empírica (de) las repercusiones negativas de la pérdida crónica del sueño en la salud, seguridad y el desempeño en adolescentes (…) ha ido en aumento constante a lo largo de la última década”, dijo a The Atlantic la pediatra Judith Owens, autora del reporte de la AAP. 

Cita evidencia de un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Minnesota con más de nueve mil estudiantes de ocho preparatorias en tres estados del país, que “documentó los efectos positivos de retrasar la entrada a la escuela (…)”, como mejores calificaciones y hasta una reducción de entre 65 y 70 por ciento de accidentes automovilísticos. 

Además, “(…) la investigación deja claro que los adolescentes que duermen lo suficiente tienen un menor riesgo de tener sobrepeso o sufrir depresión (…) y una mejor calidad de vida en general”, apuntó Owens en un comunicado. 

Según reportó Scientific American, la investigación biológica demuestra claramente que los llamados ritmos circadianos –ciclos biológicos de 24 horas que controlan los procesos fisiológicos– cambian durante la adolescencia, por lo que los jóvenes suelen quedarse hasta tarde por la noche y dormir más tarde. 

Una tendencia que comienza alrededor de los 13 o 14 años de edad, con un pico entre los 17 y 19 años. 

En general, los adolescentes también necesitan dormir más, por lo que obligarlos de levantarse temprano para la escuela corta su tiempo y ritmo de sueño, señala la publicación. Lo que los deja menos preparados para aprender durante las primeras clases del día.

¿Y en México? 

En 2014, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicó un informe en el que revela que los maestros de educación media superior en México pasan 838 horas enseñando en el salón de clases que el promedio de la OCDE (655 horas).

Además, el país posee uno de los calendarios escolares con mayor número de días de enseñanza al año para maestros de primaria y secundaria: 200 días en ambos niveles en comparación con los promedios de la OCDE de 185 y 183 días, respectivamente. 

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