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A pesar de que el balance entre la casa, los hijos y la oficina es posible con dedicación y esfuerzo, lo cierto es que siempre hay sacrificios.
Para las mamás que trabajan, los sacrificios siempre están relacionados con sus hijos. Pero, aunque pareciera que la mayoría domina la situación, el sentimiento de culpa por el “abandono” es un hecho que afecta a la mayoría de las mujeres económicamente productivas.
En México, ocho de cada 10 madres trabajadoras que acuden al Centro de Especialización de Estudios Psicológicos en la Infancia (CEEPI) requieren terapia porque se sienten culpables por no dedicarle el tiempo debido a sus hijos.
El sentimiento de culpabilidad proviene de que las madres que trabajan, “impedidas de hacerlo (cuidarlos en casa) por las demandas de su empleo, sus hijos pasan gran parte del día en guarderías, en centros escolares, asistiendo a cursos por la tarde o son cuidados por algún familiar, o bien, permanecen en sus hogares solos o al cuidado de un hermano mayor”, señaló un comunicado del CEEPI.
La Dra. Claudia Sotelo Arias, directora del CEEPI, subrayó que “a veces las mamás se sienten extrañas ante la mirada de sus hijos. Aparece la culpa y ésta es la que rige las relaciones con los pequeños. A esto puede sumarse el chantaje que pueden manifestar los niños y adolescentes”.
En el comunicado, Sotelo Arias explicó que el sentimiento de culpa es común en madres solteras, divorciadas y en las que tienen un trabajo con un horario laboral de más de ocho horas al día.
Sin embargo, eso no excluye “a las profesionistas con puestos gerenciales, directivos o emprendedoras, ya que también tienen una rutina laboral intensa. Es un fenómeno de nuestros tiempos y es necesario hacer conciencia para matizar la culpa y así las madres puedan tener relaciones afectivas más sanas con sus hijos”, mencionó la Dra. Claudia Sotelo Arias.
La experta estableció que la mayoría no quiere (o no puede) dejar su lado profesional, pero que “hay otro grupo de mujeres que sí optaron por renunciar a su trabajo. Lo que sucede (…) es que se sienten sacrificadas y eso generará frustración en ellas y transmitirán culpas en los niños, porque sabemos que ‘el sacrificio’ produce chantajes a futuro a los hijos. Según lo que hemos notado en nuestra clínica, la mitad de las mamás que ya no trabajan y se concentran al cuidado de su hijos, manifestaron algún grado de frustración”.
Como en todo, la clave está en el balance de las prioridades en la vida, la especialista agregó que las mujeres deben comprender que hay tiempo para todo y “por las etapas del desarrollo psicológico infantil sabemos que los primeros cinco años de vida son fundamentales. De ahí se construirá la personalidad que regirá al ser humano el resto de su vida. En esta etapa las madres deben estar presentes sino con tiempo, sí con calidad. Después de ese lapso los niños se vuelven más autónomos y es el momento para que las madres emprendan nuevas metas y tareas”.
Es importante tomar en cuenta que las relaciones que se basan en sentimientos de culpa pueden generar problemas emocionales como Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), Síndrome del Emperador, adicciones, precocidad, así como hostilidad e introversión.
¿Hijos más felices?
Existen diversas razones por las que, en la actualidad, las mamás combinan su tiempo entre la casa (y los hijos), con el de la oficina o cualquier otra actividad laboral.
Las más comunes son el deseo de realización profesional y el apoyo económico que algunas parejas necesitan para criar una familia juntos.
Cada pareja y cada familia llevan su propio ritmo de vida, y cada vez son más las mujeres que optan por trabajar, dejando los hijos al cuidado de algún familiar o en una guardería.
Pese a los sentimientos de culpa por el “abandono” que pueden sentir algunas madres, un estudio comprobó que los hijos de mamás que trabajan son “más felices”. Y no sufren de traumas o problemas emocionales (y académicos).
La investigación a cargo del University College of London, indicó que las niñas que se quedan en casa con su mamá tiene doble propensión a padecer problemas emocionales y de comportamiento.
Para el estudio, se les hicieron entrevistas a 20 mil niños ingleses, a quienes les preguntaron sobre sus relaciones personales y familiares. Se demostró que los niños con relaciones más sanas fueron los que tenían ambos padres trabajadores.
Anne McMunn, autora del estudio, dijo que “aún no está clara la razón (…) pero podría ser que las mamás trabajadoras son un modelo a seguir para sus hijas, y ellas inconscientemente se sienten satisfechas con ello”.