En la cinta mexicana Marioneta se muestra el submundo mafioso que existe en la Ciudad de México, específicamente en las entrañas del Transporte Colectivo Metro.
Ilusionado, ingenuo y con hambre de triunfo, así llega Ernesto de La Habana, Cuba, con la promesa de que tendrá un papel en una puesta en escena en México, ya que él es un talento consagrado en la isla del Caribe. Sin embargo, todo se frustra cuando se topa de frente un problema que lo hace perder la audición: su acento.
Tras perder su oportunidad, Ernesto decide viajar en el Metro, donde observa a una chica que pide dinero en los vagones, pues, dice, ha sufrido un accidente. Pero él no le cree. Días después, la mujer asegura tener el brazo supuestamente fracturado.
Cuando Ernesto se encuentra con Belén, la mujer del transporte público, éste la aborda queriéndola ayudar, pero el cubano se adentra entonces a un círculo oscuro y desconocido, una mafia que controla a los limosneros y vendedores ambulantes; se queda atrapado al ofrecer su método de actuación a Torrico, la cabeza de este grupo que es una especie de leyenda urbana.
Esta es la premisa que ofrece Marioneta, segunda película de ficción de Álvaro Curiel, en la que el cineasta decide retratar una realidad diaria en la capital.
Además, afirma que las autoridades están coludidas para que exista esta esclavitud moderna, tanto al interior del transporte como en las calles de la ciudad.
“Por supuesto, no hay forma. Pensar que un vagonero nada más entra y no hay moche no es posible. Torrico ese ese personaje, todo mundo reporta a un jefe y ese jefe tiene todo tipo de escalafones”, platica Curiel, en entrevista con Reporte Índigo.
El realizador tuvo que incurrir en la clandestinidad para poder sacar adelante su película, ya que bajo la administración capitalina de Miguel Ángel Mancera afirma que se enfrentó a permisos negados o apócrifos.
Después de pasar por el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, entre otros circuitos internacionales de muestras fílmicas, Marioneta al fin se estrena en salas nacionales hoy, 17 de enero, de manera independiente.
Sociedad de mentiras, engaños y corrupción
Administraciones gubernamentales van y vienen en la Ciudad de México y no ha habido nadie que haya frenado a los vendedores que van de tren en tren, pidiendo dinero por una supuesta enfermedad, o a aquellos payasos, magos o artistas callejeros que rondan en el Metro.
¿Por qué persiste esto en la capital? ¿ De quién es la culpa? ¿Esto se frenará bajo el mando de la actual jefa de gobierno Claudia Sheinbaum? De acuerdo con Curiel, el asunto es más complejo que el solo hecho de apuntar hacia los funcionarios públicos.
“Pensar que el gobierno no es parte de una sociedad para mí es rarísimo. Es decir, la administración es igual que la persona que está en la calle diciendo ‘me brinco el alto y pago una mordida como castigo’. Somos una sociedad bastante corrupta”, platica el director.
Curiel escala el problema a la educación de la sociedad de todo México y recuerda que cuando grabó su documental inédito Querido Carlos, en 2013, el cual habla del empresario Carlos Slim, al entrevistar a políticos de la India, éstos le indicaron que ellos veían por el bien de su país a décadas de distancia, algo que no sucede en el país azteca.
“Dime ¿qué político mexicano tiene un plan más allá de de dos o tres años? ¿Quién es tan generoso para decir ‘vamos a hacer un plan a 70 años y ver qué continuidad le damos?’. Entra (Andrés Manel) López Obrador y va para afuera todo lo de (Enrique) Peña Nieto, y ya fuera todo lo anterior, eso es lo que le da en toda la madre al país. México no se resuelve en 5 años, ni en 10 ni en 20”, explica.
El doble filo de una moneda retratado en Marioneta
Lo que Curiel retrata en Marioneta es un un tema añejo en todos los aspectos, él mismo admite que en la película de Jorge Fons, El callejón de los milagros (1995), hay una escena donde se entrena a pordioseros, además existen ejemplos internacionales como Quisiera ser millonario (2008), de Danny Boyle, donde también se muestra la trata a niños enseñados a pedir limosna.
“La ficción solo ordenó los elementos, y quien sea tan inocente de no darse cuenta que un vagonero del Metro, por el solo hecho de que esté ahí adentro, significa que él no pertenece a un grupo, eso es no querer ver la realidad”, argumenta.
El dinero que se les otorga a estas personas en posible situación de calle debe ser cuestionado por la sociedad mexicana, observa el realizador, quien además dice que su largometraje no es de denuncia social, él cree que es una reflexión profunda de México.
“Muchas veces queremos lavar nuestras culpas dando una moneda y no sabemos realmente qué tanto daño puede hacer o ayudar. Cualquier persona que vea esta película lo va a reconocer y se va a quedar reflexionando”, platica.