Metro Last Light y el valor artístico de los videojuegos

Subestimar a los videojuegos es un error, puesto que su valor artístico cada vez es más fuerte y su producción genera más ingresos que el estreno de una película

Estar en aquellos túneles es estar en la boca del infierno, en los intestinos de Satanás y en la pura oscuridad que carcome la vista. Por eso, jugar Metro Last Light no es sólo colocarse un par de botas militares, una mascarilla de gas y un rifle que congela las manos; sino también es recorrer largos tramos de vías envueltas en túneles donde habitan criaturas que desollan a sus presas.

Salir a la luz podría parecer la mejor salida; sin embargo, es peor, ya que los multiformes animales que habitan en las calles deshabitadas de Moscú acaban con un humano apenas este se asoma a la superficie.

BASADO EN UN LIBRO

En estos días, la industria ARTÍSTICA de los videojuegos es, cada vez más sólida. Los estudios ya no escatiman en agregar al desarrollo de sus juegos a guionistas, músicos y artistas de calibre.

Hay una seguidilla de videojuegos que han marcado un legado reciente en lo que a este aspecto se refiere. The Last Of Us, God of War y Red Dead Redemption son títulos que al nombrarse en el nicho gamer recuerdan sentimientos encontrados, ya que el contenido de los mismos está integrado por un talento artístico innegable.

Sin embargo, Metro Last Light tiene la curiosa particularidad de estar basado en un libro: Metro 2033, del escritor ruso Dmitry Glukhovsky.

¿DE QUÉ VA?

Hay que decirlo: Metro Last Light es la secuela del videojuego Metro 2033, que también se basa en el libro pero que no destacó.

En esta entrega, se sigue la vida del soldado ruso Artyom, quien hace un año envió una serie de misiles a la colmena de una raza de deformes conocida como ”Los Oscuros”.

Y es que la sociedad rusa trata de sobrevivir bajo los túneles del Metro de Moscú; pero, dividida en tres facciones por sus ideologías: Los fascistas, los comunistas y los capitalistas.

Bajo este escenario, Artyom descubrirá que la raza de “Los Oscuros” puede no ser lo que aparente, y los propios humanos pueden convertirse en sus peores enemigos.

AL FINAL DEL TÚNEL

El filósofo Thomas Hobbes escribió: “El hombre es el lobo del hombre”. Esta es, probablemente, la esencia de Metro Last Light y del libro de Glukhovsky.

Si bien el juego tiene una corta duración, ocho horas comparadas con las 16 o 20 de un juego promedio, la originalidad de Metro radica en su valor artístico.

No es una simple balacera a la mitad de un enfrentamiento contra comunistas y criaturas aladas con fauces teñidas de sangre; es el ejemplo de cómo una obra literaria puede ser calcada a un ámbito aparentemente contrario como lo son los videojuegos.

Con sus fallas, claro; pero, es indudable que Metro Last Light marca un precedente en cuanto a la faceta artística de los videojuegos que hoy en día existen.

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