Si un proyecto de inversión cuenta con la participación de Larry Page y Erich Schmidt de Google, más el capital del cineasta-explorador James Cameron, es porque se trata de algo muy grande.
En los próximos 18 a 24 meses, este grupo de súper inversionistas del mundo de la tecnología estarán inyectando de recursos a una de las exploraciones de metales más impresionantes en la historia.
La fiebre del oro californiana se quedará corta. La posibilidad de llevar la minería a los asteroides, será una realidad en unos 10 años.
Este es un paso casi de ciencia ficción en el campo de la minería, pero con costos multimillonarios. Según el Instituto Keck de Estudios Espaciales, citado recientemente por la revista The Economist, costaría 2.5 mil millones de dólares la “recolección” y el “traslado” hacia la Luna de un asteroide de 500 toneladas.
Es un negocio riesgoso, pero el retorno podría ser bastante cuantioso. Algo así como la exploración de petróleo; entre más grande sea la apuesta, mayor es la ganancia o la pérdida.
Se estima que para obtener resultados exitosos en la exploración y minería de asteroides, se necesita de un capital de por lo menos 100 mil millones de dólares.
“Un asteroide podría contener más platino del que se ha minado en toda nuestra historia”, según los cálculos de Planetary Resources Inc de Seattle, la empresa que ha sido creada para buscar -y eventualmente perforar- asteroides cercanos a la órbita de la Tierra con el potencial de ser minados.
Al frente están Eric Anderson y Peter Diamandis, los inversionistas detrás de Space Adventures que ofrece viajes espaciales “turísticos”. Ahora como consejeros e inversionistas de Planetary Resources, han convencido a personajes como Cameron, Schmidt y Page para invertir en lo que podría ser una mina de oro (espacial).
¿La ganancia? Oro, platino, otros materiales y agua. Minerales que están “orbitando” la Tierra en unos mil 500 asteroides que miden en promedio 50 metros.
La minería, el procesamiento de combustible y el reabastecimiento de combustible se haría con robots, sin la presencia física de seres humanos.