La muerte en el mundo

Si pensaste que al morir, tus cenizas podrían viajar por el mundo, ¡ya no es así!, pues la Iglesia Católica dictó nuevas normas para la cremación de sus fieles, y esparcir sus restos por doquier está prohibido. 

 

Fabiola Zurita Fabiola Zurita Publicado el
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El ser humano es la única especie que entierra a sus difuntos. En las sociedades han existido creencias sobre almas, espíritus y vida tras la muerte 

Si pensaste que al morir, tus cenizas podrían viajar por el mundo, ¡ya no es así!, pues la Iglesia Católica dictó nuevas normas para la cremación de sus fieles, y esparcir sus restos por doquier está prohibido. 

 

Sin embargo, en el mundo la muerte se vive de distintas formas: en México celebramos el Día de Muertos, los tibetanos realizan “entierros en las nubes”, es decir, al aire libre, o en la India los muertos pueden estar hasta dos años entre los vivos. Y es que los rituales mortuorios son diferentes de una cultura a otra, además dependen en mayor medida de la religión a la que pertenezcan las personas.

 

Los orígenes de los rituales funerarios datan desde hace más de tres mil años. Y se creía que la muerte no era el fin de la existencia humana, sino un cambio del mundo terrenal a otro espiritual.

 

Estas prácticas y costumbres no nada más tienen que ver con la preparación y despedida del ser querido, también con la satisfacción de los familiares y la permanencia del espíritu del fallecido entre ellos.

 

Por lo tanto, en las sociedades que creen que el cuerpo es una parte esencial de la persona, se realizan momificaciones -como en el antiguo Egipto-, se llenan las tumbas con ofrendas y objetos personales para que el alma viaje a la otra vida, los hebreos, judíos, árabes, cristianos y egipcios realizan este tipo de entierros.

 

Para las sociedades en las que el alma es primordial -budistas o hindúes-, las técnicas de cremación son ideales, pues el alma es anterior a este mundo y sobrevive para reencarnar tras la muerte.

 

De creencias antiguas

 

Los griegos celebraban los rituales sagrados en la ciudad natal y eran los familiares del fallecido los encargados de cubrir los gastos. Las mujeres de la familia bañaban el cuerpo, le untaban aceite, lo envolvían con un sudario y dejaban el rostro libre, luego lo adornaban con coronas y joyas. Además colocaban una moneda en la boca del muerto.

 

El cadáver se exponía en la casa del fallecido, con los pies hacia la puerta y se velaba uno o dos días. Las mujeres iban vestidas de negro y se lamentaban en voz alta. Al tercer día se inhumaba el cadáver en su lecho de muerte.

 

Tras el entierro, los participantes lavaban para purificarse y hacían un banquete.  

 

En el Imperio Romano el respeto y el temor dominaban en presencia de la muerte, que lo acababa todo, por lo que la única forma de lograr la inmortalidad era permanecer en la memoria de los seres humanos. Mujeres se lamentan en voz alta, los varones reprimían sus emociones. El cuerpo se trataba similar a los griegos. 

 

A la comitiva fúnebre la acompañaban flautas y trompetas. Se practicaba la inhumación, procedimiento que se convirtió en el único a la llegada del cristianismo.

 

Otro tiene la culpa: en África, la muerte de una persona siempre fue causa de otra. Intencional o no. 

 

El fallecido, de pie, se halla ante una especie de consejo que le pregunta quién le mató, si 

desobedeció a los dioses o violó alguna norma. El cadáver contesta sí, adelantándose, o retrocede para decir no. Y se acompañaba el velorio con oraciones, cantos y bailes.

 

Las prácticas modernas y México

 

El tiempo todo lo transforma, pero la muerte sigue siendo la misma que en antaño: el fin de la vida misma. Y mientras los hindúes, budistas y tibetanos siguen creyendo en la reencarnación, los cristianos continúan aspirando al paraíso o edén en la otra vida.

 

Ahora la diferencia radica en que los católicos deben apegarse a las nuevas normas impuestas por la Iglesia, si desean entrar al paraíso luego del Día del juicio final. Para las culturas que dan prioridad al alma, las cenizas de sus muertos podrán andar por el mundo.

 

México aún disfruta de su Día de Muertos entre carnavales, banquetes, ceremonias y Catrinas, además de realizar los servicios funerarios para el fallecido, que pueden ir desde el mismo día del deceso hasta tres días después.

 

Al parecer, nuestro país ha acogido parte de todas las culturas mencionadas pues se vela a los muertos, se realiza un banquete, se reza y llora ante el cuerpo, se canta, se dan ofrendas como flores, agua, café, veladoras e incluso algunas pertenencias personales son sepultadas con el cuerpo. 

 

Y con el tiempo, las familias se reúnen cada 1 y 2 de noviembre para ofrecer a los muertos, en su visita a este mundo, una fiesta llena de color y alegría. Luego se les despide con la esperanza de volver a tenerlos como invitados el próximo año. Así ha sido por cientos de años y la tradición está cobrando cada vez más auge.

 

‘La luz’ no es el fin del camino

 

Uno de los grandes misterios de la humanidad ha sido desde siempre el qué sucede con nosotros después de la muerte. La pregunta ha generado grandes polémicas. El sólo indicio de “algo” más allá del fallecimiento es tomado con gran suspicacia. 

 

Sin embargo la ciencia trata de explicar si existe algo, o no, más allá de la muerte. 

 

La Universidad de Southampton, en Inglaterra, podría descubrir “la luz al final del túnel”. Un estudio realizado a 2 mil 60 personas con problemas cardíacos demostró que un 40 por ciento de los que sobrevivieron al infarto dijeron estar conscientes y sus relatos de los tres minutos posteriores a ser declarados clínicamente muertos fueron precisos. 

 

Las investigaciones se realizaron durante cuatro años en personas que sufrieron paro cardíaco en clínicas del RU, Estados Unidos y Austria.

 

Los pacientes estuvieron clínicamente muertos durante, al menos, tres minutos antes de ser resucitados. Es decir, su corazón se detuvo y su cerebro dejó de funcionar.  

 

El doctor Sam Parnia, quien condujo la investigación, declaró “sabemos que el cerebro no puede funcionar cuando el corazón se detiene, pues sólo se mantiene ‘vivo’ durante 20 ó 30 segundos después del último latido (…)”. 

 

Entre lo más destacado de los resultados fue que la misteriosa luz al final del túnel sí existe, también el sentimiento de paz y tranquilidad.

 

Aunque hubo algunos casos en los que las experiencias fueron menos placenteras y dijeron sentir “ahogo” o ser llevados “a lo profundo del agua”.

 

La diferencia de esta investigación con respecto a otras toma relevancia por que se llevó a cabo a gran escala, y demuestra que la consciencia después del deceso es posible, pero muchas preguntas siguen en el aire.

 

Adiós online

 

Las nuevas tecnologías siguen ganando terreno. Ahora, en España nace la primera funeraria online, una plataforma que permitirá al usuario elegir el servicio fúnebre adecuado a cada situación con sólo un clic.

 

Además el portal brindará información sobre la gestión de los perfiles en las redes sociales de los fallecidos, así como también, con motivo de su lanzamiento, efuneraria.com invita a los usuarios que entren en su sitio web a publicar el que sería su “último post”.

 

De las ofrendas

 

No existen datos precisos, pero se cree que la práctica de ofrendar cosas a las personas fallecidas comenzó en China o Egipto, después fueron los árabes los que las continuaron en el siglo VIII y los moros de la Península Ibérica extendieron el ritual.

 

Diferentes ritos fúnebres

 

• Velatorio

 

• Entierro

 

•  Incineración

 

• Momificación

 

• Cremación

 

•  Realización de monumentos

 

• Sacrificios, entre otros

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