Hace 20 años, se denunciaba que había “gente que vive en la pobreza”, a quien “la gente de arriba” detestaba, se amenazaba que “si le das más poder al poder, más duro te van a venir a cog…” a través de la letra de “Gimme the power”, la canción con la que la irreverente banda mexicana Molotov criticó directamente al gobierno y al Partido Revolucionario Institucional (PRI).
“Gimme the power” hoy es un himno universal de protesta, junto con “Voto latino”, la cual habla de la discriminación de los paisanos que radican en Estados Unidos. Como dice una publicación en El País, Molotov se convirtió en la catarsis de una generación, “no sólo abordaron temas que eran censurados en la prensa, sino que también lo hicieron con un lenguaje cotidiano lleno de groserías. Escuchar su música te convertía en un completo rebelde”.
A dos décadas, la música sigue convirtiendo en rebeldes a quienes entonan estrofas con el fin de catarsis, acción política, crítica, inconformidad y protesta.
Si Molotov pedía “el power” para darle en la madre a la opresión, la corrupción y la injusticia en México, actualmente bandas se han pronunciado –junto con figuras públicas, la opinión pública y otros gobiernos– en contra del presidente número 45 de Estados Unidos (EU), Donald Trump.
El grupo canadiense Arcade Fire no pide el “power” como lo hizo Molotov y en su lugar “da ese power” con la letra de la canción “I give the power”. Este sencillo está considerado un himno anti-Trump que ni siquiera menciona al magnate convertido en mandatario.
Pero entonar “I give the power” no solamente es subirse a los trenes virales de Internet o “echarle” al discriminador de Trump, es también participar y apoyar la causa de manera activa y representativa, ya que todas las ganancias de este tema –que fue lanzado el mismo día en que Trump fue elegido como presidente de EU– serán destinadas a la organización sin fines de lucro, Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, en inglés), cuya misión es defender y preservar los derechos individuales “y las libertades garantizadas a cada persona en este país por la Constitución y las leyes de Estados Unidos”.
Tras haber lanzado la canción, la agrupación canadiense declaró en Twitter que es importante “que nos mantengamos unidos y cuidemos los unos de los otros”.
Arcade Fire tenía cuatro años sin lanzar material nuevo hasta “I give the power”.
Y otra agrupación también se ha pronunciado como la banda canadiense, y tampoco es estadounidense. Se trata de los británicos que conforman Gorillaz, quienes lanzaron “Hallelujah Money”.
Gorillaz publicó que en estos tiempos oscuros, “necesitamos tener a alguien a quien admirar. A mí. Por esa razón les doy esta nueva canción, un destello de verdad en medio de la noche oscura”. Y en su sencillo se alude a la construcción de muros, como el que Trump desea ver edificado en la frontera con México.
En la letra de su sencillo, Gorillaz dice que “creía que lo mejor para mejorar nuestro árbol era construir muros”. Y en el videoclip –que se volvió viral– se ve a un hombre de raza negra, sosteniendo un libro en las manos y detrás de él se proyectan imágenes del Ku Klux Klan, junto con otros elementos de racismo y cultura pop.
Curiosamente, antes de la llegada de Trump al poder, ni Arcade Fire ni Gorillaz habían compuesto –y/o lanzado– material con tintes políticos.
La protesta se expresa
Y es que allá en las décadas 60 y 70 nació lo que en la actualidad se conoce como canción de protesta, con la que se entonaban melodías sobre índole política y social.
En países como España, Cuba, Puerto Rico y, en los años 90, en México, sobresalió este tipo de música que enalteció a las masas que se volvieron resistencia ya sea activa o pasivamente.
Y más recientemente, artistas como Moby, Kendrick Lamar y Kanye West han compuesto temas contra el racismo, el abuso de las autoridades y la xenofobia, males que acechan a la sociedad estadounidense.
También están Calle 13, Sex Pistols, Caifanes, Panteón Rococó, Café Tacvba, Jaguares y, por supuesto, Pink Floyd.
Bandas de todo el mundo se han pronunciado contra sus respectivos sistemas, opresores y males que aquejan a una sociedad, a una nación entera.
Y es que así como la música, otras artes también se han vuelto medios y canales de catarsis y protesta a nivel universal. Desde la pintura, hasta el cine, los seres humanos se han expresado para transmitir mensajes cargados de fuerza, la cual inyecta ese “chip” de activismo social que enciende a las masas, con el fin de detener el abuso y la opresión.