Ni aquí, ni ahora

Ser “olvidadizo” o tener “mala memoria” tiende a verse como defecto. En cambio, en una conversación entre amigos, la “memoria fotográfica” destaca como cualidad.

Cuando la incapacidad para recordar es producto de un daño cerebral, derivado de una complicación post-operatoria que afecta la calidad de vida del paciente, el “defecto” de “olvidadizo” es un “defecto” más.

Tal es el caso del español Jesús Rodríguez, quien sufrió lesiones en áreas de la corteza cerebral, como el lóbulo frontal y el hipocampo –donde se consolida la memoria y el aprendizaje–, tras ser operado de un tumor cerebral. Lesiones cerebrales cuyas secuelas lo llevaron a convertirse en “el hombre que olvida al instante”, título que recibe una de las seis historias narradas en el documental “El mal del cerebro”, dirigido por el periodista español Antonio Ramírez Ron.

Para Rodríguez ningún recuerdo deja huella. Si en el transcurso de la mañana estuvo en un café con un amigo y se levanta para dirigirse al sanitario, no será extraño que la persona con la que convivió le sea completamente ajena a su regreso.

“Hay una gran ventana de amnesia retrógrada (en Rodríguez) a la que no vamos a poder acceder nunca”, dice el neuropsicólogo Sergio García.

Aparatos electrónicos  le sirven de alarma para recordarle qué es lo que tiene que hacer a su regreso a casa.

En el documental, Francisco Rubia, catedrático de fisiología de la Universidad Complutense, explica que esto se debe a que Rodríguez no puede trasladar la memoria de corto plazo –que depende del hipocampo- a largo plazo, “(…) así que (Rodríguez) vive en el presente.”

Vivir en el pasado

Por el contrario, hay quienes viven presos de su pasado. Son aquellos que padecen del síndrome hipertiméstico, una condición que, dicen investigadores, se caracteriza por invertir una cantidad de tiempo excesiva (por no decir obsesiva) en el pensamiento del pasado personal, y en la que la persona goza de una “capacidad extraordinaria” para recordar acontecimientos específicos del pasado.

Una condición en la que la memoria autobiográfica es, literal, “fotográfica”, y que, lejos de ser vista como una “cualidad”, representa un pesar para quien la padece. Tal es el caso de una mujer conocida como “AJ” (el único que a la fecha había sido documentado en la literatura científica), reportado en 2006 por investigadores del Departamento de Neurología de la Universidad de California, en Irving, publicado por Psychology Press.

Con la misma instantaneidad que olvida Jesús, “AJ” tiene la capacidad de recordar, con suma claridad, qué fue lo que hizo en una fecha determinada. Una vez que recuerda algo, se da inicio inmediato a la “colecta” de una memoria que lleva a otra y a otra…, sin freno. “Sus recuerdos son automáticos y no están bajo un control consciente”, explican investigadores.

Cabe aclarar que a diferencia de casos de “memoria superior”, que se caracteriza por la capacidad de memorizar extensas listas de palabras o una gran cantidad de dígitos, la memoria de “AJ” es estrictamente autobiográfica. Su pesar reside en una memoria autobiográfica latente, con la que al parecer no hay oportunidad de perder de vista la identidad propia.

Una identidad que Rodríguez no tiene, pues “cuando la memoria autobiográfica desaparece, gran parte del “yo” también desaparece,” explica Rubia.

Así, mientras Rodríguez hace del desapego su estilo de vida, el caso de “AJ” demuestra una vida que se rige por un apego puro al pasado.

No ‘olvides’ el documental
http://bit.ly/xygg4D

El caso antes de Rodríguez, Henry Molaison
http://to.pbs.org/bK224U

El joven HK, nuevo caso de síndrome hipertiméstico
http://bit.ly/KlCDcN

Profundiza en el caso “AJ” completo
http://bit.ly/a9IsgH