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He llegado a darme cuenta que no tengo ninguna preferencia sexual. Me refiero a esto después de haber estado en la cama con más personas de las que puedo contar con mis dedos en el transcurso del mes pasado. Todo lo hice con un impulso de sentir eso que dicen mis amigos que sienten cuando están con alguien que les gusta o acaban de conocer.
“No importa con cuántos o cuantas ligue, nunca termino de hablar con nadie en término de novios o novias, sino en términos de amistades o networking con las cuales no me siento de ninguna manera atraída sexualmente, ni antes, ni durante, ni después del sexo (…)”.
Así se lee un extracto anónimo recogido de un texto titulado “Confesiones de una puta asexual”, de una plataforma especializada en temas de sexualidad y género.
La plataforma se llama The Asexual Visibility and Education Network (AVEN), y fue fundada en 2001 por David Jay, un joven de 22 años que jamás había tenido deseos sexuales, con el objetivo de crear conciencia y acercar al público y a la comunidad asexual a la aceptación de esta inclinación.
Y es que cada vez más especialistas y académicos consideran a la asexualidad como una orientación sexual, y no una incapacidad física o un desorden psicológico.
Asexual. No-sexual. Anti-sexual. Celibato. Estos términos tienen diferentes connotaciones dependiendo de con quién se hable, y en diferentes momentos, todos ellos se han aplicado a esta orientación.
Pero no importa cómo se defina la “condición”, todo se puede resumir en una sola frase: no querer tener sexo. Simple y llanamente.
La asexualidad se puede definir como una falta permanente de la atracción sexual. Por lo tanto, las personas asexuales no encuentran a otras personas sexualmente atractivas. Y tal vez nunca lo hagan.
Continúa el relato anónimo, “(…) nunca me he sentido realmente cómoda utilizando la palabra ‘asexual’ en consulta con mis terapeutas. Hay una terapeuta –mi más reciente–, con quien tuve que discutir el asunto, y todo ello implicó tratar con una gran cantidad de culpa y preocupaciones acerca de ser o no adecuada como amante, o incluso activa como una”.
Y, “aunque nunca he sentido una repulsión total por el sexo, siempre he visto el acto como algo hecho para otras personas; personas por las que podría estar atraída solo románticamente, platónicamente o intelectualmente… y con quienes siempre tiendo a prolongar el encuentro sexual, hasta llegar a ése punto en el que el sexo parece ser el único paso que queda por dar en la relación. Y el problema es que yo nunca digo que no”.
El testimonio asevera que no se niega por el deseo a hacer feliz a la pareja.
Y señala que además tiene que lidiar “con la presión que me causa la idea de que debo tener un impulso innato por perseguir el sexo, incluso si es disfuncional, decepcionante y emocionalmente desastroso, como la mayoría de mis encuentros durante la adolescencia (…)”.
SIN DESEO SEXUAL
Algunos consideran la “asexualidad” como la categoría de una orientación sexual distinta de la heterosexualidad, la homosexualidad, la bisexualidad o la pansexualidad.
También existe evidencia reciente de que la etiqueta de “asexual” se puede utilizar de una manera más amplia que no solo se reduce a “una falta de deseo sexual”. Hay personas que dicen que sienten atracción sexual hacia los demás, pero indican que es un deseo tan débil que se auto-identifican como asexuales.
Esto difiere completamente del celibato, el cual se refiere a la abstinencia sexual por elección, pero no quiere decir que la atracción sexual y el deseo desaparezcan.
La asexualidad es una carencia de atracción o falta de deseo sexual permanente hacia cualquier persona de cualquier género.
NATURALMENTE ASEXUALES
Hasta hace poco tiempo, estas personas se sentían aisladas. Pero gracias, en gran parte, al foro The Asexual Visibility and Education Network (AVEN) se están encontrando entre sí y se identifican con una etiqueta común.
“En esta plataforma la comunidad asexual pueda encontrar información, además de un foro de discusión de personas que han experimentado sentirse así toda su vida”, afirma David Jay, activista y fundador del sitio que comenzó con menos de 50 miembros, pero ahora cuenta con gente de todo el mundo desde Arabia Saudita hasta Japón y Cuba.
“Se nos dice que el descubrimiento de nuestra sexualidad es un proceso perfectamente normal que debe ser celebrado. Por eso, los médicos nos dicen que si perdemos interés en el sexo hay que buscar ayuda. Y como era de esperarse, una de las cosas más difíciles acerca de ser asexual es convencer a otros de que no hay nada malo en ti. Todo mundo te mira con incredulidad”, dice Jay en entrevista para la revista New Scientist.
“Esto no tiene nada que ver con la capacidad de experimentar la excitación corporal, algunos asexuales lo hacen. Tienen erecciones y algunos o algunas se masturban, pero incluso si experimentan las señales físicas de la excitación, nunca hay un impulso para hacer algo sexual con otra persona. Un gran número de asexuales afirma que ver porno o mirar imágenes eróticas eran experiencias incómodas con las cuales no podían relacionarse”, agrega.
David Jay ha estado trabajando duro en la sensibilización del tema: dando charlas, haciendo trabajo en las redes sociales y de la mano con otras organizaciones para conseguir que el tema de la asexualidad sea difundido en los medios de comunicación.
“Es interesante el crecimiento que ha tenido la comunidad, ya que por lo general nos ponen a la sombra del movimiento homosexual. La buena noticia es que ahora más que nunca hay una cultura que está lista para aceptar la diversidad sexual mucho más fácilmente de lo que era antes”.
Sin embargo, la discusión de la asexualidad en los círculos académicos es prácticamente inexistente, salvo si se trata de discutir sobre plantas, gusanos y otras criaturas.
E incluso cuando los investigadores estudian a las personas que no están teniendo relaciones sexuales, siempre se entiende que la inactividad sexual es un problema que necesita ser tratado bajo la categoría de “deseo sexual hipoactivo”, un desorden que aparece en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV) –la “Biblia” de los psicólogos y psiquiatras.
El manual dice que esto puede ocurrir durante la adolescencia y persiste durante toda la vida de una persona, pero que es considerado un trastorno siempre y cuando cause angustia y estrés en el paciente.
El problema con etiquetar la asexualidad como “deseo sexual hipoactivo” es que no reconoce a las personas que sí son felices y sanas, que no muestran ningún trauma, como violencia o ataque sexual, y que aun así, tienen poca o ninguna disposición hacia el sexo y tampoco sienten atracción hacia hombres o mujeres.
“Es esta minoría de la población cuya verdadera identidad sexual no ha sido reconocida”, sostiene David Jay.
SALIENDO ‘DEL CLÓSET’
Cada vez hay más personas que se autodenominan asexuales y que están “saliendo del closet” con sus padres y seres queridos, declarando que su asexualidad es tan válida como cualquier otra orientación sexual: algo con lo que nacen, que no se modifica con el tiempo, ni terapia, que no fue consecuencia de un hecho traumático y que se sienten felices de vivir como tal. El concepto de “A-pride” y lo que significa ser “A-sex” anuncia al mundo que no se sienten defectuosos, o sexualmente disfuncionales y, que de lo contrario, tienen una identidad sexual que no debe seguir siendo ignorada.
Según New Scientist, estudios sobre el comportamiento asexual en los mamíferos revela que esta inclinación hacia el sexo no es rara. Y por primera vez en la sexualidad humana se publicaron las primeras cifras provisionales para el número de personas asexuales en la población, lo que sugiere que podría haber casi tantas personas asexuales como las que se identifican como homosexuales.
CONVENCIENDO A LOS ESCÉPTICOS
“Se trata de una categoría que todavía no ha sido elaborada socialmente”, dice el sociólogo Edward Laumann, de la Universidad de Chicago, y uno de los principales expertos del mundo sobre la sexualidad humana.
En 1994, Laumann publicó una de las encuestas sobre sexualidad más conocidas en Estados Unidos, “The Social Organization of Sexuality: Sexual Practices in the United States”, un estudio que se basó en las respuestas de casi 3 mil 500 estadounidenses alrededor de todo el país y en todos los ámbitos de la vida.
La encuesta mostró que alrededor del 13 por ciento de los encuestados no había tenido relaciones sexuales en un año. El 40 por ciento de esas personas se decían sentirse “extremadamente” o “muy felices” de no haberlo hecho.
El estudio también reveló, según Laumann, que alrededor del 2 por ciento de toda la población adulta nunca había tenido una experiencia sexual, lo que no necesariamente indica si estas personas alguna vez quisieron tener sexo.
Por eso, recientemente la investigación de la sexualidad ha comenzado a centrarse más en el deseo de la gente y menos en el comportamiento, como una mejor medida de su preferencia sexual.
Las causas de su falta de deseo sexual son diversas. Algunos asexuales pueden tener simplemente niveles extremadamente bajos de libido, a pesar de una orientación innata hacia hombres o mujeres.
No existe una definición oficial de la asexualidad aún, “pero es probable que se necesite tomar en cuenta todas estas variaciones de respuesta hacia el sexo”, dice Anthony F. Bogaert, psicólogo y experto en temas de sexualidad de la Universidad Brock en St. Catharines, Canadá.
Anthony Bogaert escribió uno de los primeros libros sobre el tema dirigido a los lectores en general, “Understanding Asexuality” (2012), y es el primero en examinar los aspectos históricos, biológicos y sociales de la asexualidad.
En su libro incluye relatos de primera mano de las personas que se identifican como tales, y permite una mejor comprensión de una minoría sexual poco reconocida, pero también ofrece una oportunidad para examinar y comprender mejor la sexualidad humana.
Bogaert hizo un estudio sobre la estimación de la asexualidad en la población publicado a través del “The Journal of Sex Research”, (vol 41, p 279).
En su análisis, Anthony se centró en otro estudio sobre las prácticas sexuales que se realizaron a 18 mil personas en el Reino Unido. Aunque ese estudio no se dirige específicamente al tema de la asexualidad, Bogaert se centró en una sección en donde los encuestados fueron cuestionados sobre su deseo sexual.
Una de las opciones decía: “Yo nunca me he sentido atraído sexualmente hacia nadie”. Bogaert vio que un sorprendentemente 1 por ciento de los encuestados había elegido esta última opción, una cifra muy cercana a los que afirmaron tener atracción a personas del mismo sexo, que fue alrededor del 3 por ciento, lo que indica que la asexualidad es una minoría fuerte.
“Cada vez son más los que se identifican como asexuales y están ‘saliendo del closet’, para unirse y forjar una identidad común. Este es el momento adecuado para tener una mejor comprensión de esta orientación sexual”, afirma Bogaert.
Y las personas se preguntan: ¿por qué los asexuales tienen que “salir del closet”?. Porque la insoportable presión de una sociedad excesivamente sexuada obliga a muchos asexuales a mentir para ser aceptado y permanecer en el “closet”.
Pero ahora que la cifra aumenta en el espectro de esta minoría, ¿estaremos a punto de presenciar el nacimiento de la revolución asexual?