Pachuco rebelde

Bigote, sombrero de ala ancha con plumas de pavorreal, camisa abierta con traje de corte amplio, pantalones bombachos y zapatos bicolor. 

Un estilo de vestir que a nadie sorprende actualmente y se ha convertido un estereotipo del denominado pachuco, adaptado por grupos de rock alternativo como Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio.

“¡Aaaaaaaaay ahaaaa oigaaaan, ya llegó su pachucoteee!”, grita una voz dicharachera y así inicia el estruendo musical de la banda capitalina que le hiciera oda a este movimiento generacional con su canción “Pachuco”. 

Hidalgo Neira Hidalgo Neira Publicado el
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“Ay amor cómo me has ponido... todo flaco, guango y entelerido”
Germán “Tin Tan” Valdés

Bigote, sombrero de ala ancha con plumas de pavorreal, camisa abierta con traje de corte amplio, pantalones bombachos y zapatos bicolor. 

Un estilo de vestir que a nadie sorprende actualmente y se ha convertido un estereotipo del denominado pachuco, adaptado por grupos de rock alternativo como Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio.

“¡Aaaaaaaaay ahaaaa oigaaaan, ya llegó su pachucoteee!”, grita una voz dicharachera y así inicia el estruendo musical de la banda capitalina que le hiciera oda a este movimiento generacional con su canción “Pachuco”. 

Este rescate cultural y social no solo incluye indumentaria, pues también manifiesta una postura ante el clasismo, es realizado por Germán “Tin Tan” Valdés, al inicio de su carrera.

Octavio Paz daría su propia definición de este estrato social en su “Laberinto de la soledad” en el ensayo “El pachuco y otros extremos”, publicado en 1950.

“El pachuco no quiere volver a su origen mexicano; tampoco –al menos en apariencia– desea fundirse a la vida estadounidense. Todo en él es impulso que se niega a sí mismo, nudo de contradicciones, enigma. Y el primer enigma es su nombre mismo: pachuco, vocablo de incierta filiación, que dice nada y dice todo… Queramos o no, estos seres son mexicanos, uno de los extremos a que puede llegar el mexicano”.

En 1940, en Los Ángeles, la inmigración latina ya era un suceso remarcable entre sus calles. Los mexicanos al igual que la comunidad de color, se volvieron marginados en una tierra de la que se aferraban para vivir.

Ahí, en la precaria condición económica, la adaptación del lenguaje y la adopción de la vida americana surge de manera sublevada la efigie combativa que representó al chicano inclusive antes de que este se definiera como tal.

El nacimiento del Pachuco 

El 19 de septiembre de 1915, en el Distrito Federal, Germán Genaro Cipriano Valdés Castillo vio la luz por primera vez y fue el segundo hijo de nueve del matrimonio Rafael Gómez Valdés Angelín y Guadalupe Castillo.

Siendo agente aduanal, su padre le dio a la familia Valdés Castillo la movilidad de vivir en Veracruz durante los primeros años de la infancia de Germán, se dice que ahí surgiría una relación de amor interminable con las olas y el mar.

La familia se trasladaría después a Ciudad Juárez, Chihuahua, donde el joven Germán tomaría la inspiración para crear el personaje que inmortalizó su comicidad.

Apodado “La Chiva”, Germán Valdés causaba barullo entre los pasillo de la XEJ, estación de radio de Ciudad Juárez, donde el hijo de Rafael Gómez Valdés empezó como barrendero, mandadero entre otros, gracias a que contaba con el compadrazgo de Pedro Meneses, dueño de la emisora.

Un día Germán reparaba un micrófono averiado en cabina, el joven para probar la funcionalidad del receptor empezó a hacer la imitación de la voz de Agustín Lara. 

Para su suerte el dispositivo auditivo estaba abierto y al aire por lo que Meneses escuchó la transmisión, decidiendo darle un espacio en la estación como locutor a Valdés y ahí nace el personaje del Pachuco Topillo Tapas.

Cuando el teatro de variedades del ventrículo uruguayo Paco Miller hace una escala en la ciudad fronteriza en 1943, este visita la estación de radio y conoce a Valdés, a quien le ofrece unirse a la gira artística por Estados Unidos y México. 

Al visitar California, Valdés estuvo en contacto con la cultura del pachuco de primera mano, tomando lo insurrecto que los latinos representaban en su manera de vestir, lo contestatario en la forma de expresar el lenguaje en su caló y lo rebelde de manifestarse en pos transgresora hacia el estadounidense, convirtiéndose en un intruso en su propia patria, que ha sido símbolo de los excluidos, los que no tenían voz en la sociedad, los de abajo.

El “riddim” -proveniente del inglés rhythm “ritmo” que hace alusión a la herencia musical de los inmigrantes de color a Estados Unidos- también fue esa amplia influencia que Germán absorbería de su vida en la frontera, para tararear y cantar en sus melodías, que acompañaría al actor en sus películas por siempre.

Ni muy muy, ni tan tan…

Miller no estaba convencido del pseudónimo del comediante, por lo que sin su autorización le cambió el nombre a “Tin Tan”,  que a su vez lo tomó de Juan Muñoz Leyva quien se hacía llamar “El niño de Tin Tan” en 1933, en Chile.

Ambos trabajaron en un programa de radio, Muñoz Leyva contaba monólogos y al finalizar  su acto, tocaba unos vasos con agua con una cuchara que a golpearlos hacían el sonido “tin tan”. 

Al desarrollar los números cómicos, Miller introduce a Marcelo Chávez con Germán para armar un dúo el cual funcionó a la perfección, ya que mientras el pachuco hablaba un atropellado español, Marcelo se encargaba de ser su interprete o traductor de lo que en verdad quería decir.

Terminando la gira artística, el cineasta Humberto Gómez Landero se encargaría de llevar el personaje de “El Pachuco” a la pantalla grande, y Germán Valdés contaría con su Carnal Marcelo para hacer la dupla cómica a cuadro que inició en 1945 con la cinta “El hijo desobediente”.

Fuera de órbita

Tin Tan contaba con la irreverencia a flor de piel y en sus películas no escatimaba para hacer uso de ella.

Tal es el caso de “El Rey del Barrio” (1949), de Gilberto Agustín Martínez Solares, donde en conjunto con su Carnal Marcelo ambos hablan directo a la cámara retando al público en una escena etílica donde el primero acusa diciendo: “Mire nomás, cuanto ratero millonario anda por ahí suelto, nomás mire” a lo que Tin Tan responde “Dispénselo, está tomado, ¿qué no ves que el señor pagó por su asiento? Espere ¡No se vaya!”.

En 1947 filmó “El Niño Perdido” con la dirección de Gómez Landero,  y en el personaje que encarna Valdés hace parodia de la figura de Charro que era Jorge Negrete, ya que lo imita a cuadro al interpretar la canción “Cocula” y cantando volteando directo a cámara.

Para la cinta “El Revoltoso” de Martínez Solares, Tin Tan se burla de sí mismo en una escena en la que al invitar a una chica al cine el actor menciona a cuadro: “¡Es que a la noche van a dar un programa monstruo! Van a dar ‘El Gavilán Pollero’ con Pedro Infante, ‘Las Mujeres Mandan’ con Garrido y Piñeiro y van a dar ‘La Marca del Zorrillo’ con el Tin Tan”, a lo que la mujer responde: “¿El trompudo ese que se parece a ti?” y Valdés arremete: “¡Órale órale no me ande comparando con el hocicón ese!”.

Pasión por el mar

El Tintavento fue el yate en el que Tin Tan navegó con aventura y gusto por el Pacífico, el actor tuvo inclusive otras dos embarcaciones con el mismo nombre, de las que solo cambiaron por su terminación en número romano.

Valdés filmó en el Tintavento II “Tintansón Crusoe” en 1964, en la que fungió como escritor y productor. A pesar de que la cinta no tuvo el éxito esperado, Tin Tan salió a cuadro junto a su hermano Manuel “El Loco” Valdés.

En 1969 produce, escribe, dirige y actúa “El Capitán Mantarraya”, cinta que contó con el apoyo de su familia y hermanos, ya que “El Loco” y Ramón Valdés participaron en la única película que dirigió su hermano mayor.

Acapulco sirvió como escenario en estas producciones en las que Germán Valdés ya estaba en el ocaso de su carrera. 

Tin-Tan falleció un 29 de junio en 1973 de una cirrosis hepática, más las complicaciones de un cáncer de páncreas. Su vida de excesos etílicos le dieron pase a la guadaña a los 57 años de edad.

El quinteto fuera del pachuco

Germán Valdés fue Tin Tan en la mayoría de sus cintas, sin embargo hay películas que vale la pena recordar fuera de su arquetipo tradicional.

“Simbad el mareado” (1950)

Un vago acapulqueño se enreda con una banda de maleantes, aunado a que el costeño se aferra a ligar con las turistas. Tin Tan hace un guiño personal a su amor por el mar, el cual se rumora que es un reflejo de su infancia en Veracruz.

“El ceniciento” (1951)

En esta comedia Tin Tan hace una crítica hacia el clasismo mexicano ya que él interpreta a Valentín Gaytán, quien proviene de Chiapas y llega a “la gran ciudad”, donde es discriminado por su pobreza y trabaja limpiando la casa de Marcelo y Sirenia.

“El bello durmiente” (1952)

En la era de las cavernas, Triquitrán (Valdés) se encuentra en disputa con Tracatrá (Wolf Ruvinskis) por el amor de Jade (Lilia del Valle). Tracatrá le surte una pócima a Triquitrán que le hará dormir hasta la época moderna y despertar confundido.

“El vagabundo” (1953)

Germán Valdés vuelve a usar el apodo de “La Chiva” que usase en los tiempos de cuando vivió en Ciudad Juárez. En esta cinta interpreta a un desamparado de la calle con buen corazón, aunque termina trabajando para un circo lleno de enredos.

“Las aventuras de Pito Pérez” (1956)

Basada en la novela de José Rubén Romero “La vida inútil de Pito Pérez”, Valdés encarna a Pito Pérez, quien es un paria marginado que deambula por Michoacán al estilo de la novela picaresca española. Una de sus actuaciones de corte alterno.

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