La vida fácil del robo, el momento Snapchat, el ser princesas de barrio, ese es el día a día de Dounia y Maimouna en las calles de París, dos adolescentes que se revelan contra la adultez y se aventuran en el libertinaje sin consecuencias a futuro.
Bajo la dirección de la france sa Houda Benyamina “Divines” llega al público comercial en la plataforma de Netflix, después de su estreno en el Festival Internacional de Cine de Cannes, en la sección Quincena de Realizadores, donde ganó la Cámara de Oro, además de su presentación en el Festival Internacional de Cine de Toronto.
La cineasta se atreve en su filme a mostrar otra atmósfera parisina, esa que está alejada de Montparnasse y los parajes turísticos que normalmente se frecuentan en el cine francés, metiéndose al realismo del manejo de la droga, los barrios hacinados de inmigrantes y mezquitas musulmanas de la clase baja.
El largometraje, que tuvo un presupuesto de 2.4 millones deeuros, fue co-producido entre Francia y Qatar.
La falsa historia de hadas
Dounia no es una chica como cualquier otra, es guerrera, indomable e independiente, ya que ante sus atracos al supermercado, revende la mercancía que logra esconderentre sus túnicas musulmanas.
En lugar de esperar al príncipe encantador, Dounia se abre camino junto a su amiga Maimouna , quien le ayuda a sortear los peligros del robo, pero cuando conocen a Rebecca , quien tiene su propia red de narcomenudeo y pequeños negocios ilícitos, sus oportunidades de forrarse en euros crece desmesuradamente.
Con un camino vertiginoso, la historia de Dounia se presenta como propuesta refrescante en el cine actual, ya que aunque se le dé la oportunidad del romance, ella decide ir por su cuenta, sin necesitad de un hombre que la defienda de las adversidades contemporáneas.
Navegar por sueños rotos
Todos lo sabemos, el crimenno paga, pero eso no le importa a Dounia ni a Maimou- na , quienes sueñan con una vida llena de lujos, tenis de marca y vehículos deportivos inalcanzables para su vida de princesas de clase baja.
La directora se inspiró en sus propias vivencias de cuando se vivía en un ambiente parisino agitado en 2005.
Y que además a ella le tocó vivir fuera de las comodidades francesas.
“Éramos pobres entre los pobres, pero inclusive ellos son más pobres”, refiere Benyamina en el diario The Guardian con respecto a las comunidades que fueron a filmar, siendo locaciones reales sin necesidad de recrear escenarios ficticios.
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