La física desvela que fue pintura casera común, no tradicional, la que utilizó el pintor español Pablo Picasso para dar vida a algunas de sus obras maestras.
Este nuevo hallazgo, arrojado a raíz de una colaboración entre el Instituto de Arte de Chicago y el Laboratorio Nacional de Argonne, contribuye a esclarecer el misterio respecto al tipo de pintura utilizada por el artista malagueño que por décadas fue objeto de debate entre los historiadores de arte.
Y es que por años se mantuvo la teoría de que Picasso fue uno de los artistas maestros pioneros en cambiar el material de pintura tradicional por pintura casera ordinaria, migrando de la clásica pintura al óleo, de lento secado, a una de tipo esmalte que favorece el rápido secado, lo que marcó el inicio de un nuevo estilo artístico protagonizado por un acabado brillante, sin rastro de marcas de pincel.
Como parte del estudio, publicado recientemente en el journal “Applied Physicis A: Materials Science & Processing”, investigadores se valieron del uso de un sofisticado instrumento de alta energía de rayos X desarrollado en la Fuente Avanzada de Fotones (APS, por sus siglas en inglés) del Departamento de Energía de los Estados Unidos y el Centro de Materiales a Nanoescala, ambos ubicados en Argonne.
Este poderoso instrumento (o la llamada tecnología “sincrotrón”) facilita a los científicos explorar a nanoescala, a nivel submicroscópico, la composición química de materiales que van desde la electrónica hasta estructuras biológicas, como los virus.
En este caso, al hacer una comparativa de muestras de pinturas de décadas de antigüedad con pinturas de Picasso, científicos encontraron que las partículas de pigmento en los lienzos del artista malagueño coincidían con las producidas por la famosa fábrica francesa de pinturas y esmaltes “Ripolin”.
De hecho, con la misma fuente de luz intensa proporcionada por el sincrotrón, los científicos lograron descubrir que el artista malagueño utilizó pintura de tipo esmalte para crear “Mujer en Silla Roja” (1931), expuesta en el Instituto de Arte de Chicago, además de conocer la marca de la pintura y la procedencia de su manufactura.
Francesca Casaido, conservadora científico senior en el Instituto de Arte de Chicago y coautora principal del estudio, dijo para el Laboratorio Nacional de Argonne que al estudiar la composición química de la materia en las obras de arte, los historiadores podrán aprender, además, sobre los movimientos comerciales en la antigüedad, determinar con mayor precisión el período de tiempo en el que se creó una pieza, e incluso aprender más sobre el artista en sí a través de su elección de los materiales.