De entre las múltiples complicaciones que se pueden presentar por una diabetes sin control glucémico adecuado, el pie diabético es de las más conocidas y temidas por los pacientes que viven con dicho padecimiento.
“Es fundamental adoptar un estilo de vida saludable y modificar hábitos con ese fin desde el momento del diagnóstico, basados en los tres pilares para su tratamiento: alimentación, ejercicio y tratamiento farmacológico para lograr la mejor calidad de vida posible, evitando o retrasando cualquier complicación”, explica Arlette Ramírez, educadora en diabetes de BD Ultra- Fine.
“La insulinización temprana juega un papel sustancial, ya que mejorará positivamente el curso de la enfermedad de manera considerable. En caso de que el médico indique una terapia con insulina, una técnica de inyección correcta ayudará a que el tratamiento sea aprovechado de forma óptima y eficiente”, menciona la educadora.
Casi el 80 por ciento de las personas con diabetes tienen neuropatía diabética periférica (reconocida como entumecimiento en los pies). El daño a los nervios puede reducir la conciencia de las personas sobre las lesiones y puede provocar una úlcera en el pie que se conoce como pie diabético.
La enfermedad arterial periférica afecta principalmente a los vasos de las extremidades inferiores y es de uno a tres veces más frecuente en personas con diabetes, factor que contribuye de forma importante al desarrollo y evolución adversa de las úlceras.
Las neuropatías de origen diabético que afectan los pies, combinadas con la reducción del flujo sanguíneo, elevan la probabilidad de sufrir úlceras e infecciones que, en última instancia, requieran la amputación de la extremidad.
“Todo esto sucede en los pies porque son las extremidades más lejanas del cuerpo, por lo que es primordial prestar especial atención en sus cuidados”, dice la experta.
Para una acertada revisión, se recomienda consultar con un angiólogo, entre otros posibles especialistas, ya que se dedican al estudio, tratamiento y prevención de los trastornos que afectan a los vasos sanguíneos, que incluyen las arterias y las venas.