Uno de los juguetes predilectos de los niños son las pistolas “de mentira”. Revólveres, metralletas, rifles… todos, reproducciones casi exactas pero hechas a base de plástico. Inofensivas.
Pues bien, esa noción de que el plástico es igual a juguete está a punto de cambiar.
La culpa la tiene Cody Wilson, un joven de 25 años que ha llevado al límite el debate legal, moral y de seguridad que representa la fabricación casera de armas de fuego.
Wilson es un innovador liberal, pero uno muy peligroso. La revista Wired lo incluyó en una lista de los 15 personajes más peligrosos del mundo; su nombre aparece junto al de Joaquín “El Chapo” Guzmán y el sirio Bashar Assad.
¿La razón? Wilson ha enfocado todas sus habilidades en la consecución de un retorcido avance tecnológico: la posibilidad de imprimir en 3D un arma de fuego.
Primero logró fabricar partes de un AR–15 hechas de polímero. El experimento resultó, aunque con contratiempos: después de disparar, las partes se desarmaban o rompían.
No conforme, Wilson perfeccionó sus diseños y hace un par de meses pudo disparar 600 tiros consecutivos con un AR-15 cuyo receptor fue diseñado en computadora e imprimido con termoplástico en una de las revolucionarias impresoras 3D.
Pero su meta siempre fue la de imprimir, en su totalidad, un arma de fuego a través de una de estas máquinas. Y no solo eso, compartir el archivo CAD en su sitio para que cualquiera lo pueda hacer.
Hace unos días lo logró. La imagen de arriba muestra el modelo “The Liberator”: estéticamente horrible, ese pedazo de plástico es capaz de disparar balas calibre .380 y, además, provocar un debate sobre el control de armas en tiempos de la impresión en 3D.