Presionados social y sexualmente

Hace no más de 15 años, si un adolescente quería encajar socialmente –o ganar puntos de popularidad entre sus amistades y compañeros de la escuela–, solo tenía que mentir sobre el “alocado” fin de semana que había tenido, la “borrachera” que agarró y la insoportable “cruda” que pasó al día siguiente. 

¿Quién no recuerda al personaje de Mena Suvari en “Belleza americana”? la clásica chica rebelde que resultó ser la típica adolescente cuyas precocidades son “de dientes para afuera”.

50%
De los adultos utiliza su teléfono inteligente para 'sexting'
La necesidad de popularidad también fue vinculada con el uso de la pornografía en celular entre las niñas
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Hace no más de 15 años, si un adolescente quería encajar socialmente –o ganar puntos de popularidad entre sus amistades y compañeros de la escuela–, solo tenía que mentir sobre el “alocado” fin de semana que había tenido, la “borrachera” que agarró y la insoportable “cruda” que pasó al día siguiente. 

¿Quién no recuerda al personaje de Mena Suvari en “Belleza americana”? la clásica chica rebelde que resultó ser la típica adolescente cuyas precocidades son “de dientes para afuera”.

Y es que solo bastaba con que un adolescente contestara “yo también”, para ser aceptado o sentir que encajaba en los grupo populares,

Pero los jóvenes de hoy son más exigentes. Esa intoxicación por alcohol tiene que ser probada, medida –como sucede en el caso de los populares y letales drinking games– y, por supuesto, documentada a través de fotos o video para subirse a la Red. 

Aquel que teme ser objeto de exclusión social y/o bullying no se salva con simples palabras. Se requieren pruebas. 

El sentido de pertenencia tiene un precio, como involucrarse en todo tipo de prácticas de sexting pese a los riesgos a los que se los jóvenes están expuestos. 

Los adolescentes comparten contenido erótico y/o sexual –imágenes, videos y textos– por presión social, revela un estudio publicado en la edición “Sex and Media” de la revista científica Media Psychology.

“Sentimos que una posible explicación para el hecho de que los adolescentes se involucran en prácticas de sexting a pesar de los riesgos evidentes, podría estar en el papel de las poderosas dinámicas de los miembros de un grupo, tales como la presión social y la popularidad”, señaló en un comunicado la doctora Mariek Vanden Abeele, de la Escuela de Investigación en Comunicación de Masas de la Universidad de Leuven, en Bélgica, y autora del estudio. 

Lo mismo sucede en el caso del consumo de pornografía a través de los smartphones y otros dispositivos móviles  como tabletas.

En este estudio, se evaluaron cuatro aspectos considerados clave en la dinámica de los grupos que están asociados con ambas prácticas entre los jóvenes: popularidad entre personas del mismo sexo, la popularidad de otro sexo, presión de grupo percibida y la necesidad de popularidad. 

Vanden Abeele reportó que para ellos, el “sexting” se asocia con una mayor autopercepción de popularidad tanto entre sus congéneres como entre las niñas, mientras que aquellas que se involucran en esta práctica indicaron que se sienten más populares entre los hombres, pero no entre las mujeres. 

Otro hallazgo fue que el uso de pornografía móvil fue casi exclusiva de ellos, “particularmente por los niños que experimentaron mayor presión social”, explicó la especialista. 

Y aquellos que se perciben a sí mismos más populares con las mujeres y que a la vez tienen más necesidad de ser admirados, son más propensos a hacer uso de este tipo de pornografía. 

Agregó que este resultado va de acuerdo con lo que se ha demostrado sobre el consumo de revistas y video con contenido pornográfico entre los hombres, para quienes “descargar e intercambiar pornografía móvil para probar su ‘hombría’ es tan importante como excitarse”. 

Por otro lado, la necesidad de popularidad también fue vinculada con el uso de la pornografía en celular entre las niñas. 

El uso de la pornografía móvil y el “sexting”, que “pueden poner a los adolescentes en riesgo de consecuencias legales, sociales y psicológicos”, fueron evaluados en la investigación a través de una amplia encuesta en la que participaron mil 943 jóvenes de entre 11 y 20 años de edad.

Padres, no dramaticen

La preocupación excesiva que han desarrollado los padres de familia respecto al uso de Internet por parte de los jóvenes, guarda un tono similar al de las alarmas que continuamente se lanzan de que la tecnología nos está haciendo más “tontos” o que está generando adolescentes más violentos.

Pero, una década de investigación realizada con adolescentes dan a Danah Boyle, profesora asistente de investigación de Medios, Cultura y Comunicación de la Universidad de Nueva York, las herramientas para decir a los padres de adolescentes internautas con toda seguridad de que es hora de abordar la tecnología bajo otra perspectiva. Y no a través de temor y ansiedad.

Porque son “ansiedades que siguen creando una pared entre los niños y los padres”, dijo Boyle a la revista Slate. 

En su libro “It’s complicated: the social lives of networked teens”, la también investigadora de Microsoft Research, argumentó que, lejos de que la Red sea una perdición para los jóvenes, el mundo virtual ofrece a los adolescentes un espacio para forjar lazos y crear su independencia.

Además, como dijo Boyle al sitio Fast Company, “reconoce que los adolescentes están bajo una cantidad de estrés y presión enorme. No sumes más y ayúdalos a plantear formas de estar más tranquilos. Ayúdalos a involucrarse de manera servicial y productiva con las tecnologías que les rodean y con las oportunidades para convivir en ambientes cara a cara”. 

Y sugiere “utilizar la tecnología como una oportunidad para hacer una diferencia en sus vidas”. 

Los adultos también ‘sextean’

El “sexting” no es solo cosa de adolescentes. De acuerdo a la encuesta realizada por McAfee, a más de mil 500 consumidores titulada “Amor, relaciones y tecnología 2014”, cerca de 50 por ciento de adultos ha utilizado su smartphone para compartir o recibir mensajes de texto, correos y fotos íntimos o sexuales. Y 14 por ciento han filmado contenido sexual con sus dispositivos móviles.  

También se encontró que 50 por ciento de las personas dijo que han guardado este tipo de contenido recibido en sus dispositivos móviles, lo “que deja su reputación en juego”. 

De hecho, la firma de seguridad reportó que el 50 por ciento las parejas, además de compartir contraseñas, comparte contenido del celular, mientras que 48 por ciento comparte cuentas de correo. Pero solo 32 por ciento de las personas pide a sus parejas borrar la información cuando terminan la relación. 

La encuesta, que abarcó una muestra de personas de entre 18 y 54 años de edad, reveló que 77 por ciento de los encuestados ha enviado contenido íntimo a su pareja. Incluso uno de cada 10 individuos ha hecho lo mismo con un completo extraño.  

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