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¿Quién es el charro misterioso?

Psicópata, militar, policía, mujeriego, charro, vanidoso, empresario, asesino, cantante, asaltabancos.

Declarado por las autoridades mexicanas como el “enemigo público número uno” y fugado tres veces de la justicia: del Centro de Readaptación Social de Pachuca en diciembre del 1982, Santa Martha Acatitla en noviembre de 1983  y finalmente del reclusorio sur el 22 de noviembre de 1986 en una espectacular huída “de película”, cuando comparecía una diligencia en el juzgado 33.

16
de octubre es la fecha de estreno de la cinta
1978-1985 fue el periodo aproximado de actividad de Ríos Galeana como asaltante bancario
El monto de sus robos asciende a más de 350 millones de pesos, aunque se rumora que pudieron ser más de mil millones de pesos (viejos pesos)
Según datos extraoficiales, entre 150 y 200 robos realizó Ríos Galeana y su camarilla de secuaces

Psicópata, militar, policía, mujeriego, charro, vanidoso, empresario, asesino, cantante, asaltabancos.

Declarado por las autoridades mexicanas como el “enemigo público número uno” y fugado tres veces de la justicia: del Centro de Readaptación Social de Pachuca en diciembre del 1982, Santa Martha Acatitla en noviembre de 1983  y finalmente del reclusorio sur el 22 de noviembre de 1986 en una espectacular huída “de película”, cuando comparecía una diligencia en el juzgado 33.

Una comitiva de armas largas conformada por siete hombres y tres mujeres se abalanzó contra la seguridad del inmueble, lanzando una granada contra la rejilla de prácticas. Ríos Galeana se mantendría prófugo de la ley por casi 20 años.

Pero un error le costó su libertad el 11 de julio del 2005 cuando en el estado de California, en Estados Unidos, el delincuente tramitó la renovación de su licencia de manejo. 

Sus huellas dactilares no mintieron pero su nombre sí, en el momento de su aprehensión se hacía llamar Arturo Montoya.

Con domicilio en la Calle Santa Ana #2759 en South Gate, del condado de Los Ángeles, Ríos Galeana fue detenido por las autoridades estadounidenses y extraditado a solo 12 horas de su captura. 

Al menos esto cuenta la versión oficial.

Alfredo Ríos Galeana se encuentra hoy preso en el Centro Federal de Readaptación No. 1 “Altiplano” (Antes llamado “La Palma”), cumpliendo una condena de 25 años por homicidio. 

El resto de cargos se encontraban prescritos.

¿Cómo es que Ríos Galeana logró burlar a la autoridad? ¿Porqué se convirtió en una figura mítica del robo nacional? ¿Cuál es la verdadera historia detrás del personaje, ladrón y además cantante?

Preparándose para delinquir profesionalmente

De pasado oscuro y dudoso 

–algunos aseveran que era de Costa Chica, otros de los pueblos Arenal de Álvarez o hasta Arenal del centro ubicados en el municipio San Jerónimo de Juárez en Guerrero– se sospecha que Alfredo Ríos Galeana llegó a la capital a los 17 años.

Se rumora que era apodado “El Feyo”, “El Toro” o “El Requesón”, lo que sí es comprobable es que se enlistó en el ejército donde perteneció a la Brigada de Fusileros Paracaidistas, llegó al rango de Sargento Segundo. 

Enfundado con el verde olivo empezó los atracos en las colonias de opulencia del Distrito Federal: robaba vehículos en Polanco y Lomas de Chapultepec que posteriormente vendía en el estado de Guerrero.

Para ese entonces “El Feyo” ya tenía a sus personas de confianza con las que operaba sus robos. 

Para el último trimestre de 1974 Ríos Galeana fue detenido por el Servicio Secreto del Distrito Federal para refundirlo en el Palacio Negro de Lecumberri.

Lecumberri: El expediente perdido

Se le trasladó al Reclusorio Oriente, pasó dos años tras las rejas, y misteriosamente fue liberado declarado inocente de todos los cargos.

Las teorías de la conspiración dicen que el guerrerense pactó con el Servicio Secreto su salida y desertó al cuerpo militar. 

Para 1977 se convirtió en comandante del Batallón de Radio Patrullas (Barapem), que de 1975 a 1981 daba seguridad a la banca y la industria en Estado de México (y extraoficialmente hizo labores de espionaje durante la “Guerra Sucia”).

A partir de entonces el dominio de Ríos Galeana se volvió absoluto en los estados de Puebla, Ciudad de México e Hidalgo, ya que con su rango controló las radiofrecuencias para su conveniencia y extender su red criminal entre sus compañeros de confianza. 

Renuncia a la fuerza policial en 1978.

El mote de el “enemigo público número uno” fue bautizado por Arturo “El Negro” Durazo Moreno cuando se refería a “El Toro” como un John Dillinger a la mexicana, esto documenta el periodista Humberto Padgett en su libro “Jauría: La verdadera historia del secuestro en México”.

Cuando fue detenido en 1985, en la rueda de prensa surgió un cuestionamiento de los periodistas:

‑¿Es fácil ser asaltante?, le preguntaron.

–Si fuera fácil –respondió soberbio– usted no sería reportero.

Ladrón que roba a ladrón: La cantada, su pasión

Dentro de la fortaleza del aguerrido roble de un metro ochenta se esconde una fragilidad que quienes lo han conocido aseveran que no es un rumor, es una realidad: su tartamudez.

Pero cuando “El Requezón” entraba en personaje para cantar sus rancheras, su inhabilidad vocal se desvanecía. 

“Alfredo del Río” sería en teoría el pseudónimo para su primer disco de 1982 y él se autodenominaba como “La voz que le canta al corazón”. 

Entre sus otros nombres artísticos figuraban Luis Fernando Gutiérrez Martínez o Luis Fernando Verber Ocampo.

Aunque el verdadero alter ego lo plagió de su cantante favorito, Javier Solís quien en algunas ocasiones se hacía llamar “El Charro del misterio”.

“El Feyo” tenía una vanidad exacerbada, se intervino bajo el bisturí en varias ocasiones para desaparecer arrugas de la edad, adelgazarse los labios, operarse la nariz, pómulos y más detalles faciales.

Cuando llegaba a cantar con el nombre y la máscara de tipo luchador de “El Charro del misterio” lo confundían con el cantante José Martín, quien tomó el pseudónimo de Solís cuando falleció.

Martín cantó durante 13 años en la “Taberna del Greco” que se encontraba al interior del extinto Hotel Regis –que cayó en el sismo de 1985– , el charro tenía el acompañamiento del Mariachi México en sus presentaciones.

Alfredo Ríos Galeana lanzó discos de temas desde la cárcel en 2006 con temática cristiana, “Transformado por Dios” fue el título de su disco ranchero.

Los Invasores de Nuevo León le dedicaron un corrido con su nombre el mismo año de su aprehensión.

Un nuevo renacer

En 2005 cuando se le privó de su libertad en Estados Unidos, Alfredo Ríos Galeana era conocido como Arturo Montoya, alias que se dice empezó a utilizar después de su escape en 1986.

Se convirtió al cristianismo en 1987 al ser bautizado en el Lago de Guadalupe en Cuautitlán Izcalli, a partir de su conversión se mantuvo a la sombra del escándalo, dejando enfriar el pasado que construyó al borde del éxito.

Montoya ahora era un administrador de dos microbuses, poco a poco tomó fuerza en la congregación, dejó las balas y las armas para tomar el agua bendita y la biblia.

Ríos Galeana bajo su nueva identidad era otro líder distinto al de su pasado, su palabra atraía a los fieles de Jesucristo a la iglesia pastoral.

Pero para los inicios de los 90 su pasado vino a recordarle que era un prófugo perseguido, una portada en La Prensa le enfrentó a la luz pública y despertó sospechas en el grupo religioso. Huyó a Estados Unidos.

Ahí empezó de nuevo desde abajo, gracias a la ayuda de su pastor en México, Abraham Chapa, que lo conectó con Melvin Acevedo, director de la iglesia de Ebenezer, en Huntington según documentó la revista Chilango en un reportaje de investigación.

 Para sobrevivir se volvió afanador de limpieza y con la ayuda de su familia en este rubro se consolidaron para formar la empresa Génesis que llegó a constar de 40 empleados.

Sus vecinos en South Gate lo consideraban un hombre ejemplar, nunca se imaginarían que el hombre de amplia estatura cargaría un pasado manchado de sangre, excesos, robos y homicidios a mano armada.

La carta robada: La ficción detrás de la realidad

El estudiante del CUEC (Centro Universitario de Estudios Cinematográficos) José Manuel Cravioto nunca se imaginó que Alfredo Ríos Galeana fuera a ser capturado en el momento que él se encontraba terminando de producir su corto documental basado en la vida del asaltabancos.

Hace 10 años el cineasta sacó “El Charro Misterioso” en el que recaba la información antes y durante la captura de “El Feyo”.

Cravioto siendo director novel filmó en el estado de Chihuahua y la ciudad de México durante siete semanas, lo que resultó en el largometraje basado en la historia del ladrón más buscado del país.

Títulada primero como “El charro misterioso”, rebautizada como “El más buscado” y finalmente nombrada como “Mexican Gangster” llega este viernes la película estelarizada por Tenoch Huerta en el papel del famoso asaltante.

La película ha tenido un retrazo considerable en las carteleras comerciales y curiosamente el filme ha circulado de manera clandestina en sitios de descarga y hasta en YouTube está lista para su reproducción.

Esta cinta cuida a la perfección los detalles de producción de la época, emulando el sentido de nostalgia por los años 80 con su fotografía en tonos sepia, aparte de tener un soundtrack atinado que amalgama junto con su entramado.

El carisma que Ríos Galeana tenía en la realidad es transportado a la ficción con eficacia por parte de Tenoch Huerta, claro reflejo de que el histrión estudió a profundidad su personaje.

Una narrativa con juego de flashbacks es como Cravioto lleva al espectador a través de la historia de el guerrerense ya que la película inicia con la detención del fugitivo.

El estudio Lemon Films –Que trajo la cinta “Matando Cabos” en 2004– se lleva las palmas con esta cinta de grandes valores de producción. La distribución es manejada por Videocine para toda la república mexicana.

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