Señorita 89, el peligro en los certámenes de belleza

La serie Señorita 89, que exhibe el lado oscuro de los certámenes de belleza, es un drama de intriga que plantea las presiones y violencias a las que serán sometidas 32 aspirantes a la corona nacional
Karina Corona Karina Corona Publicado el
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“Todo el mundo cree que la belleza es algo que sucede sin ningún esfuerzo. Pregúntenles a estas niñas y puedo asegurarles que si estas mujeres son hermosas es porque han luchado muy duro para serlo y eso las convierte en unas reinas”, son las palabras con las que inicia Señorita 89, serie que se estrenó en la plataforma Starzplay.

La producción mexicana, a cargo de Lucía Puenzo, gira en torno a los concursos de belleza, y su objetivo es sacar a la luz la violencia desarrollada en estos certámenes durante los años 80.

“Cuando Lucía me invitó a ser escritora en jefe me pareció fascinante deconstruir el mundo de la belleza, tomar el pretexto de este concurso, darle la vuelta y utilizarlo como caballo de Troya para hablar sobre la violencia contra las mujeres y del uso y abuso de nuestros cuerpos”, platica María Renné Prudencio, coescritora de la serie.

La premisa es exhibir todas las agresiones y acoso sexual existente detrás de estos concursos; sin embargo, María Renné abunda que, con la simple realización de los certámenes, la violencia ya se ejercía frente a los ojos de todas y todos, pues la naturaleza de estos es juzgar a las mujeres.

“Es una medida racista y clasista, porque regula los cuerpos, colores, presentación de género, la violencia está en primer plano, pero éramos incapaces de verla porque estaba normalizada”, aclara.

Ilse Salas, Ximena Romo, Bárbara López, Natasha Dupeyrón, Flor Edwarda Gurrola, Leidi Gutiérrez y Coty Camacho participan en la serie

El peso del poder

Jimena Montemayor es, junto con Nicolás Puenzo y Silvia Quer, una de las directoras de la serie y platica a Reporte Índigo que si bien se ubica en un México del pasado, se trata de algo que sucedía en otros países y, lastimosamente, son prácticas aún vigentes.

También hace referencia al llamado “Cuarto Poder”, ejercido por los medios de comunicación, los cuales muestran a las mujeres como un objeto para el goce, principalmente, de los hombres.

“La serie señala los intereses de las televisoras y cómo estaban relacionados con políticos, en este caso, con el único partido fuerte con el que vivimos tantos años. Las niñas al ingresar a este mundo de farándula, de alguna manera, se veían obligadas a relacionarse con la política”, abunda Jimena.

Por su parte, María Renné agrega que “el poder político es básicamente patriarcal y capitalista y eso se trata en la serie, el uso de las mujeres es una estrategia del poder”.

Señorita 89 revela cómo la política y los medios de comunicación de la época dictaban los ideales, aspiraciones y el statu quo de la sociedad. No obstante, ambas creadoras concuerdan en que todavía, al día de hoy, las televisoras repiten y reproducen estas acciones de sometimiento.

También, reafirman que no podían dejar de abordar todas las violencias ejercidas alrededor de estos certámenes, pues no solamente se trata de hablar sobre el género, la raza o color.

“Las violencias son interseccionales, siempre se cruzan. Quisimos hablar de esta belleza que, lamentablemente, los países enarbolan como el ‘ideal’, blanca, delgada, europea. Además de eso, someten a las mujeres a un solo propósito, a modelos tremendamente discriminatorios”, explica Prudencio.

“El regalo más maravilloso de esta serie fue el equipo de escritoras que armamos, porque siempre que hablamos de feminismo y la lucha hay una cosa dolorosa y sombría, porque implica hablar de violencias, pero también hay que hacer hincapié en el goce”
María Renné PrudencioEscritora

Señorita 89, una ficción basada en hechos reales

La serie cuenta la historia de 32 reinas de bellezas provenientes de diferentes estados de la República. Ellas deben prepararse para el certamen aisladas de sus familias con el único fin de convertirse en la próxima Miss México.

Parte de la trama se centra en algunas contendientes, como Miss Oaxaca, Guerrero y Chihuahua, estados en los que existe pobreza extrema, donde hay más feminicidios y en los que las mujeres indígenas son doblemente discriminadas.

“Yo dirigí los capítulos de Natasha Dupeyrón (Miss Yucatán) y Flor Edwarda (Luisa) y el personaje de Natasha es muy complejo, logramos llevarlo a un lugar donde no queríamos que recibiera juicios. Tiene un arco muy sorpresivo y pasa por un proceso que involucra la política y la iglesia, donde las mujeres no tendrían que ser juzgadas por sus decisiones”, expresa Jimena.

María Renné expresa que, aunque actualmente hay una toma de conciencia cada vez más fuerte y profunda, no cree que haya cambiado el orden del poder. Un ejemplo son las redes sociales, las cuales promueven imágenes nocivas del cuerpo femenino, provocando que las chicas tengan problemas alimenticios al seguir falsos ideales.

Por ello, afirma que aún no se ha logrado solucionar el problema, y cada vez hay más movimientos de reclamo y justicia.

“Somos un país donde cada día se cometen feminicidios, la violencia en pandemia, específicamente, ha subido por los cielos, por eso no creo que haya un cambio profundo, sí hay una conciencia y un reclamo por parte de las mujeres de que este orden sea abolido una vez por todas, pero no estamos para nada fuera del peligro”, comenta María.

La directora confiesa que es complicado vislumbrar la cancelación de prácticas donde se califica la apariencia y el cuerpo de las mujeres, pues es parte de una herencia de hace años. Sin embargo, cree que el trabajo está en una misma, examinarse y cambiar, si es necesario con ideas y preceptos.

“Tampoco se trata de juzgar a las mujeres que no hayan tenido experiencias desagradables en estos certámenes, aunque me encantaría que no haya concursos donde se califica la apariencia de una mujer, donde los hombres tienen el poder sobre ellas”, opina Montemayor.

Finalmente, Renné opina que una de las estrategias más efectivas para hacer un ejercicio de solidaridad y no permitir que se violente a ninguna mujer, es ser conscientes de los propios prejuicios y desarticularse de las violencias que se ejercen en la vida cotidiana, además de no consumir contenidos o productos que discriminen o dañen a alguna comunidad.

“Debemos exigir que el poder no caiga en simulacros, porque ahorita está muy de moda el discurso feminista y tanto las corporaciones, poderes económicos y políticos, se llenan la boca en campañas y actos que, al final, son absolutamente vacíos, no generan movimientos reales”.

“Los poderes tienen una regresión misógina y bastante cavernícola, por eso creo no hay que dejar la lucha, accionar en lo íntimo y no dejárselo a los gobiernos”, puntualiza María Renné Prudencio.

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