Sensorama, teatro para los sentidos

Este proyecto busca ofrecer espectáculos incluyentes a través de una técnica que propone silenciar la mirada para que la sensación en sí misma sea el vehículo del discurso artístico
Luz Rangel Luz Rangel Publicado el
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Pies descalzos y ojos cubiertos por un antifaz son los requisitos para ser partícipe de una función y convertirse en un ‘sensonauta’ que no ve, sólo siente; así como el millón 561 mil mexicanos que padecen discapacidad visual, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), y que no tienen acceso a un espectáculo teatral.

Sensorama es un teatro incluyente. La compañía mexicana sigue la corriente contemporánea. Su técnica propone silenciar la mirada para que la sensación en sí misma sea el vehículo del discurso artístico.

“Este término de incluyente es muy interesante, porque nosotros como normovisuales usamos la vista para todo, pero una persona que es ciega encuentra formas de involucrar otros sentidos. Para mí, inclusión es apertura”
Héctor Manuel FernándezFundador

“Les pido, por favor, que se coloquen este antifaz para empezar con la función. Vamos a cerrar el 90 por ciento de su percepción visual. En la obra apenas podrán ver algunas luces”, menciona uno de los 14 ‘sensoguías’ que integran este proyecto

Mientras empieza el espectáculo en la sede permanente de la colonia Roma, los visitantes deben tomar asiento en la colchoneta, servirse café o té para relajarse y quitarse los zapatos y calcetines.

“La gente que viene no está sentada viendo la obra, sino que es parte de ella. Su cuerpo va a ser el escenario, para que se sienta menos rígido. Todos los días cerramos los ojos cuando dormimos y aquí es muy similar, hay que echar a andar el lado del cerebro de la imaginación que está empolvado”, promueve Héctor Manuel Fernández Piña.

Al entrar a las salas escénicas especializadas, únicas en el país y en Latinoamérica, el espectador-actor sabe que si el ‘sensoguía’ roza su barbilla, es una señal para abrir la boca. Entonces, en una cuchara dan a probar un alimento desconocido. La persona a cargo también indica si hay que sentarse, acostarse o bailar al ritmo de la música que no tiene letra.

Sensorama es una experiencia íntima, con una atención especial a cada asistente a la función, explica Fernández Piña, el también director general

“Es una de las pocas obras de teatro en las cuales alguien está contigo todo el tiempo, te está dando de comer, te está procurando. Totalmente contrario a lo que es el teatro ahora, que es masivo, que es gigante”, señala.

La compañía mexicana, que surgió desde hace cerca de 25 años, se dedica a realizar teatro de inmersión sensorial. Por eso en este foro estimulan el olfato con esencias y el tacto con objetos que frotan en la espalda, la cara y las manos.

El teatro lleva el apellido de Sensorial Sinestésico. Esto significa, por una parte, que es relativo a la sensibilidad de los sentidos. Por otra, la sinestesia se refiere a sensaciones de diferentes sentidos en un mismo acto perceptivo.

Cada obra de Sensorama dura, aproximadamente, una hora. La cartelera comprende presentaciones como Cuatro Elementos, la primera creación, ¿De qué color es lo intangible? y Zacatecas. La ampliación más reciente de la cartelera incluye funciones pensadas para niños o para parejas.

Por la festividad a los fieles difuntos, hay funciones especiales como Éxtasis 9:05, un poema para el fin del mundo y la obra maestra Cosas que sólo de muertos se saben, en la que se simula un entierro en vida.

“Cosas que sólo de muertos se saben la creé una vez que me estrellé y casi muero, vino de algo muy personal. La parte teatral siempre está ligada a la parte humana”, platica el fundador y director general

El sueño hecho realidad

Héctor Fernández confiesa lo mucho que le llamó la atención el fenómeno de los sueños lúcidos. Narra que decidió vendarse los ojos un día completo para experimentar esa sensación y le pidió acompañamiento a sus amigos, anécdota que hace 25 años dio origen a Sensorama.

“Piensas que te caes y te despiertas como si eso estuviera pasando realmente. Se me hizo muy interesante el puente que hay entre lo inmaterial, que es el pensamiento, y lo material que es el cuerpo físico, ese puente que hay entre lo que imaginas y cómo afecta a la realidad”, comenta.

Héctor estudió la Licenciatura en Ciencias Técnicas de la Información y su tesis lleva el título de Proceso desimbolizador sensorama. Balance e integración de lenguajes más allá de sus umbrales, investigación que le ayudó a darle forma su proyecto de vida.

Su formación lo llevó, hace 17 años, a tener un programa de radio en WFM llamado Noche Mágica, donde ofrecía a sus radioescuchas experiencias sensoriales.

“Por ejemplo, a la gente le decía que podía meterse a bañar en el transcurso del programa y ponía música para ese ambiente. Empecé a invitar gente a la cabina y le vendaba los ojos, entonces ahí me di cuenta que podía tener una dramaturgia y contar una historia distinta a como se había contado, sí de manera literaria pero a través de los sentidos”, recuerda.

Después de ese tipo de investigaciones y experimentos como el Audiovideorama en Parque Hundido, llegaron las funciones itinerantes en museos como Dolores Olmedo, Templo Mayor, Soumaya, Franz Mayer y José Luis Cuevas. La más significativa fue en mayo de 1994 en el Museo de Arte Carrillo Gil, que está en San Ángel.

Luego Héctor convenció a sus amigos para que le prestaran dinero para rentar un lugar fijo, donde cada cuarto de la propiedad albergaba una experiencia distinta. Esto es el antecedente de la obra Cuatro Elementos.

“Ahí me di cuenta de que se podía armar una estructura, como un guión sensorial y conseguí dinero y la primera función fue en un bar que se llama La iguana azul, aquí en la Roma, pero no tenía logística”, reconoce. En 1995 se sumó el director artístico Demian Lerma.

“Es una persona muy importante, él hace teatro, es actor de formación y le empezó a dar un giro a Sensorama, porque mi tendencia era más psicológica y de comunicación”, elogia Héctor Fernández.

De este espectáculo ha habido funciones itinerantes nacionales e internacionales gracias al recibimiento que le dan en festivales culturales. Pero Fernández reconoce que sus esfuerzos se concretaron en el Festival Internacional de Teatro Sensorial por la Inclusión en 2016, donde se dieron cita compañías de diversos países.

Sensorama volteó a ver opciones más allá de las puestas en escena gracias a la integración de Erick Bernal, creativo de cuentas de SensoMarketing. La compañía hace investigación y lleva el desarrollo sensorial a ámbitos artísticos, sociales, formativos y terapéuticos.

Héctor, Demian y Erick se encargan de realizar los espectáculos escénicos, talleres de capacitación y formación y experiencias terapéuticas desde sus experiencias personales o específicas para algún festival, como la Fiesta de las Ciencias y las Humanidades 2018 de la UNAM o la Sengunda Invasión Espacios Mórbidos, que son las presentaciones más recientes.

“Somos un teatro muy chiquito, pero independiente, es una proeza sobrevivir 25 años en México con un teatro sensorial. No somos un teatro comercial, pero ahora que estamos un poco más maduros, sí veo las necesidades que hay en el mercado. Por ejemplo, habrá unas ‘sensomeditaciones’, donde combinamos el arte y la terapia, vienen ‘sensoconciertos’ muy interesantes y estamos añadiendo más tecnología”
Héctor Manuel Fernández PiñaFundador
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