El viacrucis del silencio

Tal vez esta columna debería de quedarse en blanco y solamente mostrar la pintura “Santa Verónica sosteniendo el velo”, en la que se ve a la mujer con la imagen de Cristo, cuadro que fue pintado por Doménikos Theotokópoulos (mejor conocido como El Greco), y solo unirse a la observación, al silencio.

Pero es necesario romper justamente el silencio para hablar de “Silencio”, el nuevo largometraje de Martin Scorsese que está por llegar a cines mexicanos el 24 de febrero y que ha sido poco favorecido por los galardones internacionales e inclusive con el boletaje en el resto del mundo.

Tal vez esta columna debería de quedarse en blanco y solamente mostrar la pintura “Santa Verónica sosteniendo el velo”, en la que se ve a la mujer con la imagen de Cristo, cuadro que fue pintado por Doménikos Theotokópoulos (mejor conocido como El Greco), y solo unirse a la observación, al silencio.

Pero es necesario romper justamente el silencio para hablar de “Silencio”, el nuevo largometraje de Martin Scorsese que está por llegar a cines mexicanos el 24 de febrero y que ha sido poco favorecido por los galardones internacionales e inclusive con el boletaje en el resto del mundo.

El filme fue visto por primera vez en Roma y después en el Vaticano en noviembre pasado, en Estados Unidos su estreno mantuvo un bajo perfil durante diciembre.

Al estrenarse a finales de 2016, “Silencio” no pudo contender en ningún festival como lo es Berlín, Venecia, Cannes entre otros, y en los Premios Oscar solo logró la nominación de Mejor Cinefotografía para el mexicano Rodrigo Prieto.

El empeño que Scorsese le ha metido a este proyecto se remonta hasta la realización de “La Última Tentación de Cristo” (1988), ya que ese mismo año el cineasta leyó la novela nipona de Shūsaku Endō publicada en 1966 y compró los derechos para hacer una cinta en 1990.

Pero al director neoyorquino se le llenó su escritorio de otras películas por hacer, dejando pendiente el guión que escribió junto a Jay Coocks y reescribiéndolo durante 15 años.

Con un presupuesto de 40 millones de dólares (mdd), Scorsese y su equipo de producción arrancaron la filmación en 2015, tras años de desarrollo y reelección del reparto que originalmente contempló a Daniel Day-Lewis, Benicio del Toro y Gael García Bernal. Los actores que quedaron a la cabeza fueron Liam Neeson, Adam Driver y Andrew Garfield.

En la ficción se sigue la historia de Sebastião Rodrigues (Garfield) y Francisco Garupe (Driver), dos curas que van al país del sol naciente buscando al sacerdote Cristóvão Ferreira (Neeson) quien se rumora decidió apostatar, ya que los japoneses no están dispuestos a aceptar la religión católica y lo han torturado logrando el fin de su fe.

Lamentablemente el gran proyecto de Scorsese que ofrece contemplación, duda ante la fe y la violencia descarnada que los japoneses ejercían sobre los infieles al budismo ha tenido una recepción baja en la taquilla internacional, pues hasta ahora solo ha recabado 14 mdd.

Podrá parecer un filme lento o aburrido para el ojo común, pero es un largometraje que vale la pena explorar, porque pone en intriga la religiosidad al estilo de “La Misión” (1986) de Roland Joffé, porque sus valores de producción le hacen auténtica, porque después del viacrucis que vivió Scorsese para hacer “Silencio”, merece cuestionarse en silencio.

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