Quieren estar solteros, pero quieren libertad. Pero no por el hecho de tener “libertad” o de no tener responsabilidades, tampoco se trata de egoísmo, sino de una vida en la que jóvenes tienen intereses románticos pero desean nunca concretar una relación formal con los mismos.
De acuerdo al libro “Alone Together” de Paul Amato, citado por Psychology Today, si se compara a las parejas en 1980, en el 2000 tendían a salir menos –juntas– para divertirse, aún así comían juntas, trabajan juntas en la casa y tenían muchos amigos en común.
Por su parte, en el libro “How We Live Now: Redefining Home and Family in the 21st Century”, Bella DePaulo indica que actualmente hay una dinámica conocida como “viviendo separados entre sí” y estos “dúos de combate” son parejas que optan por vivir separados el uno del otro, no porque deben hacerlo por alguna razón como trabajar en distintas ciudades o porque quieran tener libertad y engañar sin ser descubiertos, sino porque realmente no están seguros de estar juntos.
Quieren su lugar propio y también tener su relación. “Algunos están casados; incluso casados y con hijos (…)”, señala Bella DePaulo.
Y es que “las parejas serias, en nuestra fantasía actual, son aquellas en las que se buscan el uno al otro para tener compañía, intimidad, cuidarse, ser amigos, aconsejarse, repartirse responsabilidades y finanzas del hogar y la familia y casi todo lo demás. Ellos son los depositarios de las esperanzas y los sueños de los demás. Son compañeros de la otra alma y compañeros únicos. Ellos son socios en el sexo y todo lo demás”, dice Isabelle Tessier en su ensayo “Quiero ser soltero pero contigo”, el cual fue publicado en Huffpost Women y se volvió viral.
Tessier agrega en su ensayo: “quiero comer contigo, quiero que me hagas hablar de mi y que yo haga que hables de ti… quiero imaginarme el departamento de nuestros sueños, sabiendo que probablemente nunca nos mudemos juntos”. Y esa es la perspectiva de vida de muchas mujeres y muchos hombres en la actualidad.
Así como describe Isabelle en su ensayo, miles de jóvenes en países como México y Estados Unidos desean tener una pareja con la que puedan –o no– salir los fines de semana. Con la que puedan compartir alegrías, tristezas, gastos, amistades y responsabilidades, pero sin formalizar la relación, ni concebirla a largo plazo.
Además, más allá de la falta de seguridad en la relación para pasar al siguiente paso, expertos señalan que influye el hecho de que las mujeres postergan su vida personal –por ende la maternidad– para la satisfacción profesional. Otro factor es que la Generación Millennial se casa mucho “más grande” o de plano vive en casa de sus padres hasta después de que pasa los 35 años.
Esto también es el resultado de que la adolescencia ahora se termina a los 25, no a los 18.
La psicóloga infantil Laverne Antrobus, que forma parte de la Clínica Tavistock en Londres, explica que “la idea de que a los 18 te conviertes en un adulto no es cierta (…) mi experiencia es que las personas necesitan mucho apoyo y mucha ayuda aún después de esa edad”.
Así que no se trata de ser solterones, flojos, inmaduros o millennials, sino de una tendencia social que está en ascenso y que está revolucionando la manera en la que las parejas interactúan y maduran, sobre todo en países como México.
No es ‘egoísmo’
No son precisamente “Dinks” (Double Income No Kids, en inglés), los cuales son parejas que tienen doble ingreso pero no quieren tener hijos, pues muchos jóvenes “solteros pero con pareja” están abiertos a tener descendencia.
En cambio, los Dinks representan a una generación que abunda en México y que prefiere gastar más de lo que tiene en “caprichos” personales.
De hecho, la consultora Bain & Company calcula que el mercado de lujos y caprichos en México registró –en comparación con otros segmentos del mercado– un incremento de 3.7 por ciento en 2012.
Porque quieren
Hay solteros que han decidido serlo por convicción propia. Hay otros que dicen que no han encontrado a la persona ideal para compartir la vida.
Pero como dice la sexóloga asturiana Carolina Lombardía, “hay posturas que son lógicas cuando se tienen 17 años. En ese momento, por ejemplo, uno quiere experimentar mucho y esperar a comprometerse. Pero cuando ese argumento lo mantiene alguien de 30 o 40 años es que algo falla. A esa edad no es necesario experimentar tanto. Aquí es cuando se empieza a emplear la excusa de no haber encontrado a la persona ideal, para seguir viviendo relaciones pasajeras”.
Por otro lado, no es que deseen ser libres de por vida –aunque siempre estará Tinder para uno que otro encuentro casual–, sino que “en general, echamos de menos situaciones pasadas: la juventud, las posibilidades que se abrían ante nosotros… Hay un momento en la vida en el que nos damos cuenta de que ya hay muchas cosas que no vamos a hacer y entonces somos conscientes de las consecuencias que tienen las decisiones que hemos tomado”, agrega Lombardía.
A su vez, no todo se reduce a Dinks o a Panks (Professional Aunts No Kids), que en español se traduce como Tías Profesionistas Sin Hijos.
Para Jane Pilcher, profesora de sociología, las Panks “sustituyen” su naturaleza de crianza con sus sobrinos.
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