El último trago de ‘La dama del poncho rojo’
Personalidades como Pedro Almodóvar, Tania Libertad y Eugenia León participan en el documental Chavela Vargas, la intérprete, la leyenda, material que muestra la vida de la cantante a fondo
Hidalgo NeiraSentada en su casa, con lentes ahumados y cabello corto ya grisáceo, por el paso de los años, Chavela Vargas pronuncia su nombre ante una cámara amateur de video con su carácter duro para puntualizar “que no se les olvide”.
De ese encuentro ocurrido en 1992 con la australiana Catherine Gund, tuvieron que pasar más de 20 años para que la realizadora se animara a desempolvar las cintas y realizar un documental acerca de “La dama del poncho rojo”.
Gund y Daresha Kyi se aventuraron a dirigir juntas Chavela Vargas, la intérprete, la leyenda, logrando tener una historia magra acerca de la cantautora, desde sus humildes orígenes en Costa Rica, el paso por los cabarets en México, sus múltiples amores lésbicos, hasta caer en el abandono de la memoria colectiva debido a sus problemas con el alcohol.
El testimonial se sostiene con material de archivo, múltiples entrevistas a Vargas, además de conversaciones con personas de la talla como Miguel Bosé, Liliana Felipe, Jesusa Rodríguez, José Alfredo Jiménez Jr. y más.
Chavela se estrena en cines nacionales el 3 de agosto, después de haber recorrido un sinnúmero de festivales internacionales de cine, entre los que destacan la Berlinale, Guadalajara, Atenas, Sydney, la gira de documentales Ambulante, entre otros.
Un abrazo al dolor
Chavela decía que ella nació “en el fin del mundo”, así era como denominaba a Costa Rica, en donde fue una niña incomprendida, según se narra en el documental. Cuando sus padres recibían visitas, la escondían para que no estuviera presente con los invitados.
Desde su niñez cantaba, así que eso era lo que quería hacer y se abrió camino, primero presentándose como cualquier mujer: con maquillaje, cabello largo y tacones, pero no aguantó y lo hizo a su manera.
Fue gracias a sus apariciones en el cabaret Quid, en el Salón Tenampa y en otros bares que logró conocer a José Alfredo Jiménez, con quien cosechó una profunda amistad.
El hijo del cantante comenta en el documental que su padre se sentía gustoso de cederle sus canciones a Vargas, porque ella le impregnaba un sentimiento único, abrazaba las letras con su propio dolor.
El camino del alcohol
Las borracheras codo a codo en el Tenampa con José Alfredo eran de fines de semanas enteros, los entrevistados en Chavela narran que el dueño del lugar les tenía miedo porque una vez que iniciaban no paraban hasta acabarse todo el alcohol del establecimiento.
Los compañeros de copas estaban unidos no sólo por su afición musical, el tormento del desamor y su gusto al trago, sino por las mujeres.
Pero la parranda no duró para siempre, con el fallecimiento de Jiménez, en 1973, Chavela llegó a su funeral con guitarra y botella en mano para cantarle a su difunto amigo.
La imagen de Vargas fue poco a poco cayendo en la oscuridad, sus conciertos más que un espectáculo se convirtieron en un bochorno, ya que la mujer terminaba ebria sin poder seguir con la cantada, múltiples anécdotas de este tipo secunda Alicia Pérez Duarte, abogada que se convirtió en su amiga cercana.
Los mexicanos creían que estaba muerta debido al veto que tuvo en medios, ya que se corrió el rumor de que le había “bajado la novia” a Emilio Azcárraga Milmo, fundador de lo que hoy es Televisa, sería hasta 1991 que Vargas dejó la bebida para retornar victoriosa a los escenarios.
España, su otro México
Vargas se reencontró consigo misma al acudir con los chamanes huicholes, después de volver de su retiro espiritual dejó por completo el alcohol. Su primera presentación rehabilitada fue en el Teatro-Bar El Hábito, en noviembre de 1991.
Jesusa Rodríguez y Liliana Felipe recordaron que la cantante durante su ensayo se arrinconó en una esquina y cantó sola durante una hora sin parar, cubierta en llanto
Fue a raíz de esas presentaciones que “la mujer del jorongo” fue contactada por Manuel Arroyo Stephens, quien se dedicaba a la edición literaria, y sin saber nada del mundo musical le ofreció llevarla a la nación ibérica. Ella gustosa aceptó.
Dos años después, Pedro Almodóvar dio un discurso de apertura en la Sala Caracol repleta, en Madrid, para presentar a Vargas, ahí el cineasta manchego conoció por primera vez a la intérprete.
Almodóvar ayudó a la artista a cumplir su sueño de presentarse en el Teatro Olympia de París, Francia. En el filme el realizador revela que tuvo que hacer promoción por una semana con la prensa, como una de las exigencias por parte del inmueble, porque además no se vendían las entradas, pero llegada la fecha, el auditorio estuvo lleno.
El constante adiós
Miguel Bosé describe en el documental que Chavela entregaba toda su emoción en el escenario, que parecía que casi al término de cada canción podía fenecer y que al comienzo de otra melodía era un alivio para el público presente. Otros entrevistados coinciden en que ella vivía en una constante despedida y que su deseo era morirse en el escenario.
Así lo intentó en Madrid, en Julio del 2012, cuando dio su último concierto, ella sabía de antemano que el viaje la dejaría exhausta. Después de su presentación volvió a México donde falleció.
Los amores de Chavela
Discreta con sus preferencias sexuales, la compositora revela algunas de sus pocas relaciones en la película, como la vez que tocó en la boda de Elizabeth Taylor con Michael Todd, en Acapulco, y dijo amanecer al lado de Ava Gardner.
Un apartado que forma parte del material habla de cuando Vargas estuvo cerca de la vida de Frida Kahlo, a quien le tenía un profundo cariño y se embriagaban con tequila en la Casa Azul, pero la pintora no quería que la cantante se sintiera atada, así que un día “La Chamana” salió del domicilio ubicado en Coyoacán y nunca volvió.